Martín Blettler (Doctor en Ciencias Biológicas. Investigador Independiente del Conicet)
Hasta principio de 2020 había 40 especies ícticas no-nativas en Argentina. Los impactos negativos de la invasión incluyen la reducción de la biodiversidad, el agotamiento de la disponibilidad y la calidad de los recursos naturales. También pueden introducir enfermedades y parásitos exóticos.
Martín Blettler (Doctor en Ciencias Biológicas. Investigador Independiente del Conicet)
Días atrás un pez desconocido sorprendió a un pescador deportivo, que se encontraba pescando desde su lancha en Esquina (Corrientes) sobre el río Paraná. Tras ser publicado por El Litoral la imagen del ejemplar, especialistas del Instituto Nacional de Limnología de Santa Fe (INALI) determinaron que se trataba de un Colossoma macropomum, vulgarmente conocido como tambaqui o cachama negra. Este caso abre un abanico de incógnitas y da la oportunidad de profundizar en una temática ambiental que merece su análisis.
Las especies que ingresan a un área geográfica por primera vez se denominan "no nativas". La introducción de especies "no-nativas" de peces en el río Paraná puede impactar fuertemente en las poblaciones de otras especies de peces autóctonos, dado que compiten directamente con éstos. En muchas ocasiones, esta competencia es "desleal", desde que las especies introducidas (o invasivas) muchas veces no tienen predadores naturales que las controlen (son las "nuevas del barrio"), pudiendo diezmar o hasta llevar a la extinción a las especies nativas. Los impactos negativos de las especies invasoras incluyen la reducción de la biodiversidad, el agotamiento de la disponibilidad y la calidad de los recursos naturales, la introducción de enfermedades y parásitos exóticos, etc.
Para entender mejor este fenómeno ambiental, se puede hacer una analogía con ciertas migraciones humanas: los conquistadores españoles desembarcaron en estas tierras ("gente no-nativa"). Estos nuevos pobladores forzaron la translocación de los pueblos originarios tomando tierras, reduciendo su población por guerras y enfermedades (la conquista fue facilitada en gran medida por la introducción de enfermedades del viejo mundo, como viruela, varicela, etc.). Algo similar, si se nos permite el paralelismo, ocurre cuando especies de peces europeos o asiáticos son introducidos en el río Paraná.
Para desandar el tema de varias especies de peces invasores en el río Paraná, El Litoral dialogó con el Dr. Luis Espínola, un experto del Instituto Nacional de Limnología (INALI; CONICET-UNL).
-¿Es necesario un inventario de especies introducidas en el río Paraná?
-Es necesario conocer la diversidad de especies nativas para poder establecer cuáles son las no nativas (introducidas) que forman parte del ensamble de especies. A partir de esta información se podrá determinar cuál es la mejor estrategia para mitigar el daño ecológico y económico producido por las especies no nativas. Hay que tener en cuenta que una vez que una especie no nativa se establece es muy difícil erradicarla. En este sentido, el daño ecológico que produce la invasión no es visible inmediatamente, como la mortandad de peces, sino que el daño se ve a lo largo del tiempo.
-¿Se sabe cuántas especies introducidas y establecidas hay en total?
-A raíz de una tesina que se desarrolló en el laboratorio de Hidroecología, se pudo determinar que hasta principio de 2020 hay 40 especies ícticas no-nativas en Argentina de las cuales 10 son especies no establecidas, 24 establecidas y 6 se encuentran en el país pero no en la naturaleza, es decir se utilizan como modelo de experimentación o se venden en acuarios como es el caso de Oryzias latipes y Cichla kelberi respectivamente. Con la aparición del Colossoma macropomum hace un par de semanas, en total serían 11 especies no establecidas. El primer registro de esta última especie fue en 2007 en el área de influencia de Yaciretá. Por este motivo, el actual registro sería el segundo de dicha especies.
-¿Cómo fueron introducidas o llegaron al Paraná?
-Los principales vectores de introducción son la acuicultura, acuarismo y control biológico. Muchos de los salmones y truchas se "sembraron" a principio del siglo pasado en ríos patagónicos con el aval del gobierno. En 2018, el ictiólogo Jorge Liotta registró por primera vez en el bajo Paraná a la especie Oncorhynchus kisutch. Esta especie se escapó de estaciones de piscicultura chilena, estableciéndose en el río Santa Cruz y a través de la corriente fría de Malvinas entró al delta del Paraná. Entre septiembre y octubre de 2020 se registraron dos individuos de la misma especie. También por escapes de piscicultura en Uruguay, el ictiólogo Danilo Demonte registró los esturiones Acipenser baerii y Acipenser gueldenstaedtii en el río Paraná. El caso más reciente sería del Tambaqui, que podría venir de pisciculturas brasileñas, ya que durante del desarrollo de la tesina no encontramos proyectos de piscicultura de la especie en Argentina, o por lo menos no se detectó por la metodología de búsqueda. Gambusia affinis y G. holbrooki fueron introducidas como control biológico para reducir las poblaciones de mosquitos.
-¿Qué impactos ecológicos ocasiona o podrían ocasionar?
-Hay que saber que es la segunda causa de extinción de especies. Muchos de los impactos están asociados a la competición por recursos alimenticios, predación, introducciones de patógenos, parásitos, enfermedades, homogeneización biótica; esto es, se gana en riqueza de especies, pero se pierde en diversidad.
-¿Están estudiando el tema en el laboratorio de Hidroecología del INALI?
-Sí, a partir de la tesina se pudo armar una base de datos de especies introducidas (establecidas y no establecidas) que iremos actualizando constantemente. Además, el laboratorio va a lanzar un proyecto con ciencia ciudadana con el tema de especies introducidas.