Solo lágrimas y dolor. No hay lugar para otra cosa en el frágil cuerpo de esta mujer que a duras penas logra mantenerse de pie.
Es la madre de Claudio Sebastián Alonso (40); el hombre asesinado de un tiro en la cabeza la noche del jueves. Reclama justicia.
Solo lágrimas y dolor. No hay lugar para otra cosa en el frágil cuerpo de esta mujer que a duras penas logra mantenerse de pie.
Ni bien abre la puerta de su casa rompe en llanto. No hacen falta preguntas. Todo está demás. "¡ Justicia por favor ! Es lo único que pido", dice Edith Doratto, mientras recibe el cálido abrazo de Rosa, una de sus vecinas.
Edith hoy vive sus peores horas. En rigor, su infierno comenzó la mañana del viernes cuando se enteró que su hijo, Claudio Sebastián Alonso (40) había sido asesinado.
"Ni siquiera la policía tuvo el gesto de venir a avisarme esa noche cuando pasó todo. Me tuve que enterar por una vecina al otro día. No pueden ser tan despiadados", se lamentó.
Todo aquel que conoció a "El Flaco", como lo llamaban sus íntimos, habla bien de el. Cuando eso ocurre no hay margen de error. Claudio era una muy buena persona.
Claudio era un vecino "de toda la vida" de barrio El Pozo, lugar donde vívía junto a su madre y un hermano. Gran parte de los que residen en dicho complejo habitacional, hoy están profundamente constenados por lo sucedido.
Se ganaba la vida como paseador de perros y como personal trainer. Y en los últimos días había instalado un puesto de venta de helados en la costanera. Todo un luchador del "mango".
"Humilde, servicial y callado. No molestaba a nadie ni tenía problemas con nadie. Yo lo conozco de chico, a el y a su hermano, todos excelentes personas. Siempre lo veía pasar con su bicicleta", comenta Rosa, una vecina.
Lo último que se supo del infortunado remite a la tarde del jueves cuando salió de su domicilio. "Chau mamá… me voy a trabajar", le dijo a Edith y partió con su bicicleta.
Horas después sobrevino el desastre.
Fue minutos antes de la medianoche cuando la policía fue alertada sobre un hombre que estaba caído en la vía pública, en calle Dr Laureano Maradona, a la altura de acceso al Conicet.
Cuando los agentes llegaron al lugar Claudio aun agonizaba. Tenía un impacto de bala en su cabeza, a la altura de la frente. Su deceso se produjo minutos después.
Las pertenencias de la víctima quedaron en el lugar. Una mochila, una bicicleta SLP y un celular que tenía sus auriculares conectados.
Los encargados de la pesquisa dieron con un testigo que puede resultar clave.
Momentos antes del crimen un hombre que se conducía en un automóvil aseguró haber visto que dos sujetos que iban en moto, alcanzaron al conductor de una bicicleta (Alonso) y lo hicieron caer, sin haber escuchado detonación alguna.
Además de la pérdida del ser querido, la herida emocional de Edith se vuelve insoportable. Esto es porque hasta el momento no hay detenidos.
Como recurso desesperado, vecinos y allegados a la víctima, cortaron la ruta nacional 168, para visibilizar su reclamo de justicia.
"Sabemos que generamos un caos grande, pero no nos queda otra salida porque nadie nos escucha", dijeron.
Por su parte Edith sigue en su calvario.
"Lo único que pido es Justicia. No me interesa otra cosa. Quiero que esto se aclare. Quiero saber quién hizo esto. La vida de mi hijo no me la devuelve nadie. Pero la menos quiero que los culpables paguen", sentenció.