Por Cristian Riom (*)
La "diplomacia de la vacuna" le abrió las puertas a Moscú para lanzar o relanzar las relaciones con varios países, sentando las bases a partir de la confianza y la admiración por la ciencia.
Por Cristian Riom (*)
"América Latina no es propiedad de ningún país ni tampoco es el patio trasero de ningún Estado", fueron las palabras con las que el portavoz de la Cancillería de China, Geng Shuang respondió a Estados Unidos y definió una clara postura de acercamiento a la región a través del comercio y las inversiones. El espacio de influencia tradicionalmente ligado a EE.UU. está en disputa hace años y desde el 2020 el campo de la salud abrió una nueva posibilidad de diversificación en las relaciones internacionales de los países latinoamericanos y por ende un mayor margen de maniobra.
La pandemia de Covid 19 encuentra a EE.UU. inmerso en sus problemas internos, un final escandaloso de la gestión Trump y un comienzo incierto de Biden en la Casa Blanca. El manejo de la pandemia ha sido pésima hasta el momento teniendo más muertos por esta causa que todos los caídos en todas las guerras que participó EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el momento. Esto provocó un repliegue hacia adentro en materia de salud, un acaparamiento masivo de vacunas del laboratorio Pfizer y una restricción en materia de exportación de estos insumos y materiales relacionados.
Por el contrario, en agosto del año pasado el Kremlin anunciaba el primer registro de una vacuna efectiva contra la enfermedad, la Sputnik V, a pesar de la intensa campaña para desprestigiar este desarrollo del Instituto Gamaleya de Rusia, la vacuna se fue abriendo paso rápidamente en diferentes países menos vulnerables a la propaganda occidental. En Argentina a partir de diciembre del año pasado se comenzó con la aplicación y desde allí varios países de la región comenzaron a mostrar interés en su obtención, movilizados por su efectividad, buen precio, nulos efectos adversos y también por la imposibilidad de arribar a acuerdos con laboratorios privados como el caso de Pfizer. Bolivia, Paraguay, Nicaragua, Venezuela, Guyana y México se fueron sumando a Argentina. Otros Centros Públicos de investigación en virología de Rusia siguieron avanzando y ya registraron dos vacunas más, la EpiVac Corona y la Covi Vac.
La "diplomacia de la vacuna" le abrió las puertas a Moscú para lanzar o relanzar las relaciones con varios países, sentando las bases a partir de la confianza y la admiración por la ciencia. Rusia está atravesando la crisis sanitaria igual que la mayoría de los países, con sus propias dificultades pero aprovechando un claro insumo a su favor, su extensa trayectoria en investigaciones de este tipo para extender su vínculo en el mundo, lejos de encerrarse en sí misma, utiliza la vacuna como medio para alcanzar otros objetivos.
En el caso de China, similar a Rusia, sus vacunas Sinovac y Sinopharm están llegando a América Latina (y a otras regiones del mundo) de manera sostenida, Perú, Argentina, México y Brasil son algunos de los países beneficiados.
Este tipo de diplomacia se inscribe en lo que Joseph Nye definió como "poder blando (o suave)" (Soft Power) en relaciones internacionales, es decir la capacidad de un actor político para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, con el complemento de medios diplomáticos, frente a formas más coercitivas de ejercer presión, también llamadas "poder duro", como la acción militar, las presiones y condicionamientos de tipo económico.
¿Cuál es la capacidad de respuesta de EE.UU. a este "desafío" que le plantean Rusia y China en América Latina? Todavía no lo sabemos fehacientemente pero la llegada del submarino nuclear USS Greenville para realizar prácticas militares cercanas a Malvinas junto a la guarnición británica nos da una pauta al respecto.
Creemos que la diversificación y profundización de las relaciones internacionales de Argentina (y América Latina) son muy beneficiosas pero la equidistancia con los principales actores internacionales en este mundo multipolar va a estar dada siempre y cuando las posturas de esas potencias no viren a extremos donde la inflexibilidad sea moneda corriente.
El mundo no volverá a ser unipolar en el corto o mediano plazo y la competencia por las primacías no pasarán (ni pasan hace tiempo) por la estructura militar como factor primordial. La utilización inteligente y coordinada del poder "suave" con el poder "duro" abrirán más puertas para el provecho colectivo.
(*) Analista de Política Internacional - Twitter @CristianRiom
La "diplomacia de la vacuna" le abrió las puertas a Moscú para lanzar o relanzar las relaciones con varios países, sentando las bases a partir de la confianza y la admiración por la ciencia.
Este tipo de diplomacia se definió como "poder blando", es decir la capacidad de un actor político para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, frente a formas más "duras" o coercitivas.