La jueza Sandra Valenti aceptó este viernes el acuerdo de juicio abreviado para Diego David Marincovich, uno de los integrantes de la denominada "banda del Camaro", detenido el mes pasado en Córdoba junto a una mujer y acusado de haber cometido una treintena de estafas telefónicas en la ciudad de Santa Fe.
El gitano de 31 años, oriundo de La Plata, firmó su condena a tres años de prisión condicional, cuya libertad quedó sujeta al pago de una importante cifra en dólares que será prorrateada entre las víctimas, las cuales prestaron su conformidad con el acuerdo.
La audiencia de "procedimiento abreviado" se celebró a primera hora del viernes en Sala 2 del subsuelo de tribunales y contó con la presencia de la fiscal de la Sección Criminalidad Económica de la Fiscalía de Delitos Complejos del MPA, María Laura Urquiza; el imputado Marincovich, que estuvo acompañado por sus abogados defensores, Claudio Torres del Sel y Natalia Giordano; y los querellantes Leandro Corti y Gonzalo Marel, por dos de las víctimas, algunas de las cuales también participaron del acto judicial.
El escrito suscripto por las partes describe 35 estafas, de las cuales solamente 3 quedaron en grado de tentativa, cometidas por lo generan en zonas residenciales de la ciudad de Santa Fe, entre marzo de 2020 y el 20 de febrero de 2021, cuando se produjo su detención.
La calificación legal aplicada fue la de "miembro de asociación ilícita" y "estafas reiteradas en carácter de coautor" (32 consumados y 3 en grado de tentativa) en concurso real.
Es una causa que tiene al menos a siete personas identificadas, varias de ellas condenadas, que actuó en Santa Fe, pero también en Rosario y Rafaela.
La mecánica de las estafas es la misma en todos los casos. Los contactos se hacían desde teléfonos con característica de Córdoba y estaban a cargo de un "llamador" que simulaba ser un familiar de la víctima -un nieto, sobrino o hijo- para entablar un diálogo derivaba siempre en un mismo tema. El ardid era el inminente cambio de denominación de billetes y su pérdida de validez.
La maniobra se perfeccionaba con la intervención de un "buscador" que -por lo general- se hacía pasar por empleado de banco. El "llamador" invocaba el nombre de un tal "Alejandro Fernández" a quien presentaban como "contador del Banco Nación" que era quien retiraba el dinero sin fuerza alguna.
Del relato de las víctimas surge que se trataba de una persona robusta, de unos 40 años, con panza y cara redonda, que por lo genera iba vestido de oficina en distintos vehículos y tenía tonada cordobesa.
Las llamadas se hicieron en casi todos los casos por la mañana, antes del mediodía, en horario bancario lógicamente y cuando las víctimas, por lo genera mayores de 70 y 80 años, se encontraban solas en sus casas.
Los montos sustraídos son variables. Por lo general buscaban dólares, pero también hubo quienes entregaron pesos, euros, libras esterlinas, pesos uruguayos y hasta joyas y lingotes de oro. Una de las cifra más altas denunciada fue de 82.000 dólares.
Producto de la investigación se estableció que las estafas fueron por una suma que ronda los 600.000 dólares. Y si bien la cifra no será devuelta en su totalidad, la reparación resulta un aliciente para las víctimas que recuperarán algo de lo que ya daban por perdido.
Como parte del acuerdo, Marincovich se comprometió a pagar 155.000 dólares de contado, de los cuales 80.000 ya se encuentran depositados en una cuenta judicial ,abierta por la fiscalía en el Banco de Santa Fe. De ese depósito, U$ S 75.000 están destinados a las víctimas y U$ S 5.000 irán a parar a las arcas de la fiscalía -en concepto de multa-, dado el costo operativo de este tipo de tareas de inteligencia. Y a partir de abril deberá depositar, en forma mensual y consecutiva, 30 cuotas de U$ S 2.500 cada una.
Además se ordenó el decomiso de los dos vehículos secuestrados: un Chevrolet Camaro Six SS (valuado en unos U$ S 80.000) y un Volkswagen Gol Trend modelo 2020, los cuales serán subastados por la APRAD (Agencia Provincial de Registro, Administración y Destino de bienes y derechos patrimoniales), para luego ser también prorrateado entre los damnificados.
Por último, se subastarán las joyas que llevaba el gitano al momento de su detención, las cuales están valuadas en $ 1.800.000; y unos U$ S 1.300 que llevaba en su billetera al momento de la captura.
Como corolario, Marincovich deberá cumplir reglas de conducta, las cuales consisten en fijar domicilio en la ciudad de La Plata, desde donde deberá comunicarse semanalmente con la Fiscalía de Complejos y concurrir a la comisaría más cercana a su domicilio a firmar, ello hasta que cumpla con el último pago de las cuotas acordadas.
A propósito del acuerdo, su abogado Claudio Torres del Sel, destacó que "recupera la libertad hoy (viernes), cuando le notifiquen la sentencia", y que "ya se encuentran depositados los primeros ochenta mil dólares" en una cuenta judicial. Destacó que su cliente "no tenía antecedentes penales" y puso el acento en "la reparación que hace" que es lo que le permite tener una condena en suspenso.
En cuanto a su otra defendida, Mara Malena Milano, la joven detenida en Córdoba junto a Marincovich, dijo que por el momento continuará detenida y que se encuentran en la búsqueda de un acuerdo con la fiscalía, pero allí la situación es más compleja porque la mujer cuenta con una condena condicional de octubre del año pasado.
En noviembre el "llamador" embaucó a una señora de 89 años, a la que hicieron ir hasta el banco a retirar de una caja de seguridad personal 50 mil euros y 11.600 dólares. Además la despojaron de la suma de 50 mil dólares que tenía en su casa.
Uno de los casos más curiosos fue el ocurrido en barrio Candioti en octubre pasado, cuando la víctima, de 86 años, entabló una comunicación telefónica con quien se presentaba como su nieto, que le pedía urgente la plata que estaba en la casa.
La mujer le dijo que estaba en la caja fuerte y que la llave la tenia su hijo. Entonces el falso nieto le envió un cerrajero "de confianza" para que abra la caja, para lo que efectivamente contrataron a un cerrajero real que llegó hasta el domicilio a realizar el trabajo.
Una vez abierta la caja fuerte, el cerrajero cobró y se despidió y detrás suyo llegó otro hombre, al que la abuela entregó los U$ S 50.000 que había dentro.