Nadie pudo dar cuenta de un motivo "aceptable" por el cual el "Polaco" Aranda le descerrajó un tiro de carabina a Ariel Montaño (32), la mañana del domingo 4 de marzo de 2018, mientras unos y otros tomaban algo en la vereda, en sus casas de La Guardia.
La pregunta es reiterativa por parte de fiscalía y defensa, ante la mirada atenta del tribunal, que pretende desentrañar las causas de tanta violencia. El de Montaño no fue el primero y tampoco el último homicidio ocurrido en el distrito costero y aunque bajo circunstancias muy precisas, mantiene un patrón común con el resto de los sucesos, que refiere a la respuesta armada como forma práctica de resolución de conflictos.
El debate comenzó este lunes ante los jueces Nicolás Falkenberg (presidente), Gustavo Urdiales y Jorge Patrizi; y tiene en el banquillo de los acusados a los hermanos Ángel Alberto (23) y Brian Gabriel Aranda (22), los cuales apenas eran mayores de edad cuando fueron acusados de uno de los más graves delitos del código penal: el homicidio.
Tenés que leerImputaron a un joven como autor del crimen de Andrés MontañoNo parece haber una explicación sensata de lo que ocurrió ese domingo a las 11 de la mañana en la zona de las calles Padre Mario Mendoza y Hermana Serafina, más allá del argumento defensivo de que hubo un ataque con arma blanca por parte del fallecido y que los hermanos resistieron, en un intento por alcanzar el encuadre de la "legítima defensa".
Cuesta creer que un entredicho entre vecinos fuera suficiente como para acabar con la vida de una persona. Sin embargo, todo indica que no hubo más que eso, una cosa de "machitos de barrio", de responder al "qué mirás" o "andate guacho" ya no con una amenaza, sino con la violencia en su escala más alta.
Montaño murió de un tiro de carabina en la cabeza, presuntamente ejecutado por el "Polaco", el mayor de los hermanos Aranda, azuzado por Gabriel para que apretara el gatillo. Según se cuenta en el barrio, todos los vecinos vieron o escucharon algo, pero pocos fueron los que comparecieron durante el juicio y menos aún los que mantuvieron su primera declaración, cuando hace tres años identificaron a los Aranda como los responsables del crimen.
Tenés que leerDomingo violento: hubo tres homicidios en la ciudadTanto fue la resistencia a decir la verdad, que la fiscalía tuvo que pedir el trato de "testigo hostil" para uno de ellos y así poder contraexaminarlo, porque advirtieron que se rehusaba a relatar los hechos con la claridad que supo hacerlo previamente.
A un día de iniciado el debate, este martes declararon la mamá de la víctima, la cual sufrió una descompensación y luego un desmayo. Fue asistida por los médicos de tribunales primero y del servicio de emergencias después, hasta que estuvo recuperada.
Mientras la mujer se reponía, el tribunal reanudó el acto y dio lugar a la pareja de Montaño. Valeria G. tiene 33 años, un hijo de 12 producto de su relación con el fallecido y actualmente cobra una pensión y tiene dos empleos en casas de familia para poder mantenerse.
Tenés que leerHallaron en La Guardia pertenencias de un hombre que está desaparecido hace diez díasEs Cristiana Evangélica y esa fe la mantuvo firme durante estos años, aunque no faltaron los insultos, las amenazas y la soledad puertas adentro de su hogar. "Ariel era un poco del Mundo y otro poco del Señor. Él había tenido problemas con las drogas" y "tuvo problemas legales", reconoció su pareja, "pero se estaba recuperando", aseguró. No negó haber tenido ella misma que lidiar con asuntos de violencia doméstica. "Éramos pareja, teníamos nuestras idas y vueltas", lo justificó.
Pero también contó que "se había bautizado el 23 de octubre" del año anterior y que ya hacía ratos que le había prometido cambiar. "Cuando le mataron a su tío decidió quedarse con nosotros", refirió Valeria, que dejó en claro que no era la primera vez que un hecho de sangre manchaba su entorno.
La mujer dijo que conoce a los acusados desde hace años, porque ella lo conoció a Montaño cuando tenía 15 y él 19 y desde entonces estaban juntos. "Hace seis años nos compramos una vivienda en calle P.M. Mendoza para irnos a vivir juntos", esto es a unos 40 metros de la casa de los presuntos matadores.
Luego relató cómo fue que se enteró de que Montaño había sido herido ese domingo, mientras estaba en una casa de fin de semana que la familia tiene en Santo Tomé y la llamó una vecina para preguntarle cómo estaba Andrés. Ante su desconcierto, escuchó que al otro lado del teléfono le decían: "A Andrés le dieron un tiro en la cabeza. Fue el Polaco".
Tenés que leerEn lo que va de 2021 se registró un crimen cada 36 horas en el departamento RosarioElla intentó contactarse varias veces con su suegra. Cuando logró ubicarla a Andrés lo estaban operando en el Cullen, donde falleció a las 5 de la tarde del mismo día que ingresó herido.
La pregunta era obligada, las fiscales Cristina Ferraro y Ana Laura Gioria le pidieron que le cuente al tribunal cuál era la relación con esos vecinos. "Los conozco desde los 14 años. Le dábamos trabajo a Gabriel, me limpiaban el terreno, le daba cosas" y hasta "techaron la casa de mi mamá".
"Un día me contó (Gabriel) que iba a ser padre y le dije que haga bien las cosas, que un hijo es una bendición", continuó Valeria. En ese entonces "Andrés trabajaba, yo estaba sola y ellos (los Aranda) me ayudaban". Por eso "nunca entendí por qué lo hicieron. Por qué me arrebataron a mi compañero y dejaron a nuestro hijo sin su padre. Tengo mi hijo con autismo y hasta el día de hoy no puedo explicarle que a su papá lo mataron de un tiro en la cabeza".
"Hoy con doce años me pregunta por su papá, por qué tenía sangre en la cabeza. Y todavía no me siento preparada para contarle la verdad", explicó a los jueces.
Y nuevamente sobrevino la pregunta. Entonces ¿qué fue lo que pasó? "No sé como explicarle", dijo la mujer, que hizo una pausa y siguió: "El machito siempre está en los barrios. Yo le decía a Andrés 'no tenés que ser así'. Y él empezó a cambiar, pero se lo hacían a él", lamentó.
Esa mañana de marzo, Andrés estaba tomando en la vereda de su casa cuando pasó Gabriel en moto y ambos mantuvieron una discusión que debió ser irrelevante. Entonces los Aranda volvieron juntos y con un arma de fuego, que el Polaco accionó mientras Gabriel lo alentaba a ejecutarlo.
En un pasaje de la declaración, el abogado de los Aranda, el Dr. Martín Risso Patrón, le preguntó a la mujer por la mirada de su iglesia acerca de la ingesta de alcohol. Quería saber si estaba aceptado en su congregación el abuso de bebidas. "Yo no tomo bebidas alcohólicas" le contestó y dijo que en todo caso, lo que haya hecho su pareja quedaba reservado a la crítica del Señor.
Tenés que leerSanta Fe insegura: varios heridos en el fin de semanaRisso Patrón reformulo la pregunta, insistió, buscando quizás un lugar para la culpa de quien bebe sin control. La respuesta no demoró en llegar: "¿Qué tomaba Jesucristo en la última cena? Vino. Beban de mi copa que esta es mi sangre. Tomen y coman que este es mi cuerpo", rezó la mujer, que se retiró de la sala a la espera de Justicia para Andrés y su hijo de 12 años.
Una vez terminada la declaración de testigos, el tribunal escuchará los alegatos finales y se espera que la fiscalía insista con el pedido de 22 y 11 años de prisión para cada uno de los acusados, Ángel Aranda como autor y Gabriel Aranda como partícipe secundario del delito de homicidio. La misma condena será solicitada por los abogados José Ignacio Mohamad y Luciana Martínez, en representación de Demetria Gómez, madre de la víctima y querellante.