La década del 80 para los argentinos fue trágica y muy difícil de vivir. Empezó en 1981 con una crisis económica, siguió con Malvinas, post Malvinas, secuelas de la dictadura militar, Plan Austral, otra crisis económica y terminó en una hiperinflación de consecuencias atroces. Solo el año 1984 fue de esperanza, por la recuperación de la democracia.
En ese contexto, en plena "primavera alfonsinista", hubo un proceso de apertura y sexualización de la sociedad que recibió el nombre de "el destape", al que Natalia Milanesio considera como "el fenómeno sociocultural más importante y explosivo desde el regreso de la democracia en Argentina". Lo analiza en "El destape. La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura" un libro de reciente aparición editado por Siglo XXI.
- ¿Qué fue el destape? ¿Qué características y particularidades tuvo?
-El destape fue la sexualización explosiva de la sociedad y la cultura argentinas a partir de 1983, a causa del regreso de la democracia. La última dictadura militar censuró y silenció la sexualidad: por ejemplo, los desnudos en cine y en la gráfica estaban prohibidos, las sexualidades disidentes eran reprimidas, el erotismo femenino era ignorado. No existía una discusión abierta y honesta sobre sexo, el cuerpo y el placer. El destape fue una apertura que visibilizó estos temas. Fue un fenómeno mediático y cultural pero también hubo "otros destapes": el de las feministas, de las minorías sexuales, de los sexólogos y de los expertos en salud reproductiva, que abrieron discusiones sobre sexualidad centradas en derechos, identidad, bienestar y salud.
-¿Cuánto influyeron en su aparición hechos similares como el de España?
-El destape argentino es idiosincrático porque está ligado a la cultura e historia del país. Pero el destape español fue importante para la Argentina, porque fue una especie de modelo. Muchos directores de cine, escritores, periodistas, se exiliaron en España durante los 70', huyendo de la dictadura argentina, y allí vivieron de primera mano el destape español después de la muerte de Francisco Franco. De regreso en la Argentina, después de 1983, estos productores culturales trajeron consigo las lecciones de la experiencia española.
-En el libro hay dos grandes ejes, el de los medios y el de la vida cotidiana de las personas. ¿Cómo se vincularon y como funcionó ese vínculo?
-Los medios y la vida cotidiana se constituyen mutuamente, hay una relación simbiótica. Es decir, por un lado, la sexualización de los medios influyó sobre la vida cotidiana y, por el otro, los cambios concretos que ocurrían en la realidad se veían reflejados en los medios. Durante los 80', por ejemplo, la sexología clínica creció y se consolidó en el país. Se crearon las primeras clínicas de tratamiento sexológico y los primeros centros de formación de posgrado para sexólogos. Y los manuales de sexología fueron best sellers instantáneos, con múltiples reediciones en muy pocos meses. Parte de este suceso tuvo que ver con la presencia de especialistas como María Luisa Lerer, Roberto Gindin y Laura Caldiz, que se convirtieron en figuras convocantes y reconocidas en la televisión, la prensa escrita y en la radio. A su vez, esta discusión abierta de cuestiones sexuales en los medios hacía reflexionar a la gente sobre sus propias experiencias y las incentivaba a buscar ayuda. Los sexólogos que entrevisté para mi libro me comentaban que cuando los medios comenzaron a cubrir el tema del punto G femenino, por ejemplo, las consultas de mujeres al respecto crecieron exponencialmente.
A otro nivel, los medios y la cultura produjeron contenido sexual respondiendo a la avidez del público por el tema después de años de censura. No es casual que películas con contenido sexual fueran éxitos de taquilla o que las ventas de novelas eróticas hayan experimentado récords de ventas.
-¿Por qué el destape ocurrió en los 80' y no en los 60', una época de liberación de las costumbres en Europa occidental y Estados Unidos?
-Porque en los 60' y los 70', los contextos autoritarios y represivos en el país no dejaron abierta la posibilidad de una "verdadera" revolución sexual, como ocurrió en otras partes del mundo. Hubo una liberalización sexual que tuvo que ver particularmente con una mayor aceptación social de las relaciones prematrimoniales pero, sobre todo, en el contexto del noviazgo. Cuestiones como la experimentación, el placer, el orgasmo, el sexo en el embarazo continuaron siendo tabú, especialmente en relación a la sexualidad femenina. Por eso el destape de los 80' es tan interesante porque hay una discusión sobre sexualidad más abierta y más honesta que en cualquier otro momento del pasado reciente.
-Dice en el libro que la cultura sexual post dictadura se transformó en una "poderosa metáfora de la democracia y de la reconstrucción de la sociedad argentina". ¿En qué hechos/personas se reflejó?
-La apertura sexual fue concomitante a la apertura democrática y fue una manera concreta en que los argentinos experimentaron la libertad de la nueva democracia: desde los directores de cine, que ahora podían incluir escenas explícitas antes censuradas y los periodistas que podían escribir sobre sexualidad abiertamente, hasta el público en general, que ahora podía ir al cine a ver una película erótica, comprar una revista con contenido sexual, o alquilar un video triple X para ver en casa. Es decir, la nueva libertad de expresión y de elección en diversos aspectos de la cultura fueron mecanismos para experimentar de manera efectiva la democracia.
-¿Por qué afirma que la democracia que floreció en los 80' tuvo cuerpo de mujer y al mismo tiempo que el cuerpo de mujer fue el mejor negocio de la democracia?
-Porque la exhibición del cuerpo femenino sintetizó el destape: las tapas de revistas con mujeres semidesnudas como las de Libre, las actrices de No toca botón (el programa de Alberto Olmedo) que se convirtieron en referentes de belleza de los 80', los comerciales como el de jeans Jordache con la modelo Patricia Sarán cambiándose en un ascensor, son íconos del destape. Hubo una objetivización del cuerpo femenino para vender revistas, programas de TV, películas, y todo tipo de productos, desde jeans hasta televisores (como los Hitachi, que mostraba colas femeninas en sus comerciales).
-Afirma en el libro que el destape fue ante todo heterosexual y contradictorio. ¿Por qué?
-El libro sostiene que el destape mediático no fue ideológicamente homogéneo sino que combinó de forma contradictoria mensajes liberales y progresistas con nociones anacrónicas y reaccionarias. Por ejemplo, además de la objetivización sexual de la mujer, hubo una discusión honesta de las mujeres por las mujeres en torno al orgasmo femenino y la mujer como sujeto sexual. Es decir, la mujer-objeto y la mujer-sujeto tuvieron la misma relevancia; aunque en la memoria colectiva, la mujer-objeto es la más recordada.
Y el destape en los medios fue fundamentalmente heterosexual, porque a pesar de la movilización de las minorías sexuales por sus derechos y cierta cobertura periodística sobre esta politización, no hubo contenidos eróticos gay, lésbicos, o trans en la prensa, en la televisión, ni el cine, ni honestidad y respeto en el tratamiento de sexualidades disidentes.
-En "Cuando los trabajadores salieron de compras" hace un análisis sobre la relación entre consumo y política. ¿Cómo fue en los 80' la relación entre lo vinculado a lo sexual y la política?
-El regreso de la democracia significó para la mayoría de los argentinos la recuperación de derechos políticos y sociales pero una verdadera democracia social no se agota allí: debe garantizar la libertad sexual, la decisión sobre el propio cuerpo, el acceso a educación sexual y debe otorgar a los ciudadanos los medios para hacer estos derechos efectivos. Las organizaciones feministas, las minorías sexuales y los expertos en salud reproductiva se movilizaron políticamente por estos derechos sexuales, argumentando correctamente que vivir en una democracia real requería, por ejemplo, el fin de la discriminación sexual, el acceso a la anticoncepción y al aborto, y el fin de la violencia sexual. Sólo cuando los derechos sexuales de todos fueran legalmente reconocidos y socialmente respetados, todos los argentinos podrían disfrutar de una democracia efectiva. Este es un de los ejemplos más claros de la importante relación entre política y sexualidad en los 80' que analiza mi libro.
-Hay una expresión muy gráfica en el libro que dice que el Destape "abrió la puerta de los dormitorios" de los argentinos ¿Cuánto en realidad cambió/liberó las costumbres?
-La expresión quiere llamar la atención sobre la nueva visibilidad de la sexualidad como materia de debate en el espacio público. En otras palabras, el destape, la democracia, la libertad "sacaron" a la sexualidad de los dormitorios y la llevaron a los medios de comunicación, a los consultorios de los sexólogos y médicos, a las escuelas, a la calle donde organizaciones de mujeres, de gays y de lesbianas se manifestaron y marcharon por sus derechos sexuales.
En relación a los cambios concretos, los 80' abrieron la oportunidad de combatir lo que los expertos llamaban "el analfabetismo sexual", es decir, el desconocimiento sobre sexualidad y el propio cuerpo. El acceso a información sexológica científica y de difusión en los medios, libros, con terapeutas especializados visibilizó problemas como la eyaculación precoz y la anorgasmia y legitimó una narrativa donde la sexualidad era un componente esencial del bienestar físico, emocional y mental de una persona y debía discutirse de manera franca e independiente de la reproducción.
-Después de escribir el libro ¿qué opinión tiene sobre el Destape? ¿Fue una contra-reacción de la sociedad años de represión de la sexualidad, tanto de los militares como de las agrupaciones de izquierda, un millonario negocio de la industria cultural de entonces a partir de generar y aprovechar demandas de la sociedad o las dos cosas a la vez?
-Mi libro es una invitación a repensar el destape como fenómeno mediático y cultural y, a la vez, ampliar la mirada, ir más allá, para entender otros cambios en la cultura sexual argentina de la década del ochenta. Lo interesante del destape como objeto de estudio es su complejidad y diversidad: fue un producto comercial y mediático, fue la respuesta de la sociedad después de un período de oscurantismo y censura que sólo reconocía a la sexualidad focalizada en la reproducción, fue la apertura para hablar de temas difíciles y necesarios, y fue la visibilidad creciente de los derechos sexuales.
Natalia Milanesio es licenciada en Historia (Universidad Nacional de Rosario) y tiene una maestría en Historia (Universidad de Nueva York). En 2009, obtuvo el título de doctora en Historia (Universidad de Indiana, Bloomington). Actualmente se desempeña como profesora de Historia Latinoamericana Moderna en la Universidad de Houston. Ha publicado extensamente sobre peronismo, consumo, problemáticas de género y sexualidad y cultura popular en la Argentina moderna en revistas académicas como la Hispanic American Historical Review, Gender and History y el Journal of Social History. Por su trabajo ha recibido distinciones de importantes organizaciones académicas, entre otras, la Academia Nacional de la Historia, la American Society of Environmental History, el Rocky Mountain Council for Latin American Studies, el Southeastern Council of Latin American Studies y la Sección de Estudios del Cono Sur de la Asociación de Estudios Latinoamericanos. Su nuevo libro es una historia del destape y de la sexualidad argentina en el contexto del regreso de la democracia en la década de 1980.
-¿Fue la incorporación de la educación sexual en la agenda pública y en escuelas uno de los legados más importantes del destape? ¿Hubo otros?
-Muchas de las discusiones y luchas por los derechos sexuales actuales tienen un punto de partida en los debates de los 80': la educación sexual escolar, el derecho al aborto, la prevención y el castigo de la violencia sexual en contra de las mujeres, son algunos de los más visibles. En el contexto de la pandemia de violencia sexual y femicidios de hoy y de la lucha de las mujeres por combatirla, es interesante remarcar que las organizaciones feministas de los 80', por ejemplo, fueron pioneras en denunciar el "terrorismo sexual": la idea de que la violación no es sólo un crimen siniestro sino también un mecanismo de control que condiciona a las mujeres—cómo viajan, se comportan, se visten,—limitando su libertad, inhibiendo la expresión de sus identidades y amplificando los sentimientos de culpa y los miedos.