En el marco del Mes de las Mujeres y las Disidencias, este sábado desde las 21 se presentará en la Sala Marechal del Teatro Municipal (San Martín 2020) la obra “Hechos a medida”, de la compañía Rojo Cardumen, con puesta en escena de Noelia Reda y María Emilia Espíndola. En este trabajo confluyen la danza, el teatro, la música y la literatura, ya que surge de la experimentación corporal a partir de la novela “Las Varonesas”, de Carlos Catania. Las entradas se pueden adquirir en la boletería del teatro, de 9 a 13 y de 17 a 21.
El Litoral conversó sobre esta puesta con Yanina Bileisis, una de las integrantes de la compañía y protagonista de la exploración escénica que se llevó adelante.
-¿Cómo llegaron al texto de “Las Varonesas” de Carlos Catania? Es una novela editada en Barcelona, censurada en su momento por la dictadura.
-Comenzamos en el año 2017 investigando corporalmente sobre “Cuerpos Disciplinados”, explorando desde diferentes puntos de partida: zonas del cuerpo vedadas por situaciones de represión cultural, posiciones y determinaciones de formas corporales, recorrimos espacios institucionales representativos del poder jurídico, político y religioso como son los edificios circundantes a la plaza 25 de Mayo de esta ciudad, para trabajar sobre la percepción y experimentamos sobre técnicas de autoconocimiento corporal desde la propuesta de la francesa Thérese Bertherat. Lecturas y búsqueda conceptual desde Michael Foucault a Beatriz Preciado.
En el transcurso de este proceso llegamos al texto “Las Varonesas”, una de las intérpretes que es muy afín a la literatura compartió algunos fragmentos de Las Varonesas que enunciaba gran parte del contenido que estábamos queriendo expresar en relación al sistema capitalista: la idea del “adaptadito crónico” o la teoría del “error”, construcciones poéticas que aportan claridad al efecto que la maquinaria neoliberal ejerce sobre nuestros cuerpos atrapados en la productividad, limitando, anulando las posibilidades de subjetivación deseante. Nos zambullimos en la novela y apareció la familia, bastante disruptiva, como parte imprescindible del aparato capitalista.
Apareció también el paisaje litoraleño, la isla, el origen del nombre de la novela, entrevistas con el autor y lecturas de otros textos de su autoría que también se vinculaban con nuestra búsqueda (como el cuento “Perfecto”).
-¿Qué encontraron en ese material de origen (variopinto en tonos y formatos) como disparador del trabajo? ¿Hay algo de tragedia griega (demencia, incesto, asesinato) implícito en el texto?
-En parte está contestado en la cuestión anterior: La novela no fue el disparador de nuestro trabajo sino que fue un hallazgo durante el proceso de búsqueda que veníamos haciendo. En el texto reconocimos la concepción de vivir desde el no-vivir, en el sentido de la falta de autenticidad, del automatismo contemporáneo. Claro que hay de tragedia en esta novela pero con una poética muy original y situada en nuestro contexto, esto es lo que nos hizo elegirla. Sobre el capitalismo y su impacto en la vida de las personas mucho hemos visto y oído, como también sobre las luchas subversivas; la temática no es nueva pero intentamos ser auténticos trabajando en escena.
-¿Cuál es el punto de choque entre la dimensión filosófica de la novela y la materialidad (visual, sonora, cinestésica) de la puesta?
-El trabajo consistió en explorar corporalmente algunas concepciones centrales de la novela, elegir ejes de ese universo filosófico para poner en escena: las rutinas cotidianas, el disciplinamiento a través de la educación y el rol de las instituciones, el control de las emociones, la prohibición y la vida al interior de una familia en el paisaje de la costa y llevarlos a la partitura física. El texto, la palabra, fue dada por la materialidad de la novela.
Desde Rojo Cardumen, decidimos algunas improntas para las obras que trabajamos como son el trabajo corporal grupal desde el movimiento (acrobacia, danza y teatro), la música en vivo y la rotación de roles entre actores, actrices y directoras. En este contexto, la búsqueda sonora se desarrolló paralelamente a la búsqueda en movimiento, ya que sentimos que esta metodología potencia la percepción para la indagación en una relación sinérgica. La idea es trasladar “algo” de nuestra forma de experimentar, de nuestro laboratorio a la escena, en función de lo que la misma obra requiera.
-¿Cómo fue la búsqueda de los lenguajes escénicos (hablan específicamente de “experimentación corporal”) para referir esas temáticas y situaciones?
-Los integrantes del grupo venimos de diferentes formaciones específicas en el ámbito de las artes escénicas: la danza contemporánea, la expresión corporal, la antropología teatral, el mundo sonoro experimental y la literatura. La construcción se realizó indagando la conceptualización de opresión, las zonas vedadas de nuestros cuerpos, las posibilidades no exploradas y la captura que esta sociedad hace a la potencia del cuerpo, reduciéndolo al cuerpo-fábrica, al cuerpo familia.
El cuerpo poético se construyó a través improvisaciones y exploraciones individuales y grupales; las interacciones se trabajaron mediante dispositivos escénicos como el cardumen, la ronda, la improvisación y exploración conjunta para crear coreografías y material escénico.
-¿Realizaron algún training escénico específico en ese camino?
-Somos nueve integrantes. El training que hemos realizado juntos como grupo es en Antropología Teatral: casi todos los integrantes de la compañía formamos parte del grupo Laboratorio de Antropología Teatral, coordinado por la actriz y pedagoga Ana Woolf. Unes cuantos profundizan su formación en danza y acrobacia con María Burgos y Mauro Arce. También hemos trabajado cuestiones particulares con Mariana Mosset.
Cómo todo proceso de creación, no fue lineal. Tuvimos avances y retrocesos, giros importantes respecto a la estética de la obra. De hecho, hace más de un año mostramos un avance de la obra en la ciudad de Paraná, con una estética muy diferente a la actual. Parafraseando a Mauricio Kartún: “El teatro decide”. Finalmente elegimos una estética que se situara en el contexto geográfico y contemporáneo de la novela de Catania.
-¿Cómo se trabajó el elemento musical?
-El lenguaje musical se trabajó desde el inicio del proceso creativo tratando de vincular la exploración corporal con la producción musical. Los músicos que están en escena tienen, además, un recorrido personal en lenguajes escénicos como la danza, la acrobacia y el teatro. No sólo nos animamos a probar diferentes instrumentos; sino que a partir de los climas que se generaron durante los ensayos, se produjeron motivos musicales o pistas y viceversa.
En la producción musical participaron cuatro músicos: Vicky Barr y Candela Fernández en el comienzo; Lucio Borgna y Agustina Schreider que son los intérpretes en vivo. Logramos un rico universo sonoro producido con una variedad de instrumentos musicales y vocales.
-¿Qué otros lenguajes están presentes?
-El individual y el grupal. La puesta es el resultado del trabajo sinérgico entre la danza, el teatro, la música en vivo y la literatura. Y sobre todo, de la integración del trabajo personal en lo grupal: del conflicto y del consenso, de lo propio y lo ajeno, apropiado y re-creado.
Una invitación a repensarnos en lo personal y como sociedad desde diferentes lenguajes artísticos en el contexto actual.
Intérpretes: Yanina Bileisis, Cecilia Illescas, Gastón Onetto, Viviana Quaranta y Antonio Rocha.
Intérpretes musicales: Agustina Schreider y Lucio Borgna.
Pistas musicales: Vicky Barr y Candela Fernández.
Puesta en escena: María Emilia Espíndola y María Noelia Reda.
Vestuario: Calicaia Costurería.
Diseño de imagen y fotografía: Gastón Cerbino.
Diseño de iluminación: Sergio Robinet.
Creación y producción: Compañía de Artes Escénicas Rojo Cardumen.