Leandro González (*)
Leandro González (*)
Desde hace ya un par de meses los argentinos en general, y los santafesinos en particular, nos preguntamos cómo estamos preparados para enfrentar la nueva situación de emergencia sanitaria ante la llegada de una segunda ola de propagación del virus COVID-19 y sus recientes variantes y cepas.
Hay algo que no debería asustarnos: los disensos y los contrapuntos sobre algo que pese a tener un año sigue siendo novedoso para todos como una pandemia, son muy importantes en la medida en que se puedan canalizar institucionalmente y se plasmen en liderazgos responsables -tanto en los gobiernos como en la oposición y la sociedad civil- que prioricen el bienestar general de sus ciudadanos y no el ventajismo político. Esa es, en definitiva, la meta ante este laberinto que, por momentos, pareciera no tener final: arribar a consensos básicos en torno al esfuerzo individual y colectivo necesarios para garantizar no sólo la salud sino el bienestar de todos en un sentido amplio.
Luces y sombras
Ha sido un año indudablemente muy difícil. Pero de este particular 2020 que pasó, hemos aprendido muchísimo, a fuerza de sacrificio y, para muchos, de angustia, pérdida y dolor. Muchas familias se vieron afectadas no solo por haber contraído la enfermedad o haber perdido a familiares como consecuencia de ello, sino también por la fuerte crisis económica que derivó del cierre generalizado y la paralización de las actividades económicas en todo el país.
Todos los Estados en sus distintos niveles han hecho esfuerzos para minimizar los efectos negativos, principalmente a través de medidas tributarias e impositivas, al presentar herramientas de crédito y financiación tendientes a movilizar la economía tan golpeada. Así fue en la ciudad de Santa Fe, ante una propuesta del Ejecutivo que avaló por unanimidad el Concejo Municipal en 2020.
Estos son tiempos propicios para que todos realicemos nuestros propios balances y pensemos qué hemos aprendido al atravesar esta crisis sanitaria inédita en la historia. Como presidente del Concejo, el aprendizaje más importante que tuve fue el de valorar cada vez más el diálogo y el consenso como herramienta fundamental para avanzar y mirar el futuro con optimismo. No existe nadie en el mundo que tenga todas las respuestas. Somos humanos, con aciertos y errores, luces y sombras, y esta pandemia nos lo recuerda con particular crudeza a cada minuto.
La economía importa, es real; la salud importa, y también es muy cierto. Aquí no se trata de elegir lo uno o lo otro, o de que algunos tengan razón en detrimento de otros, sino de que podamos generar esos espacios de comunicación, de diálogo y de construcción de consensos en los cuales los distintos puntos de vista políticos, los diversos y legítimos intereses de los actores que nutren nuestra rica vida social, económica y cultural, y la opinión de los científicos y profesionales que prestigian nuestras universidades y centros de investigación, nos lleven a mejores resultados en el manejo de la crisis.
Como padre y vecino, aprender de los errores es una ley para mejorar. Como dirigente político, consolidar los aciertos es una necesidad para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Los santafesinos entendimos que la responsabilidad colectiva es más que el mero comportamiento individual. Nos vimos insistiendo a allegados y familiares que no se quiten el barbijo, que mantengan la distancia, que cuiden a las personas de riesgo, que si pueden evitar ir a un lugar donde hay mucha gente, lo hagan. Aprendimos, en definitiva, que si trabajamos como sociedad obtendremos los mejores resultados.
Mirando el futuro con optimismo
Soy consciente del esfuerzo que los santafesinos estamos haciendo a nivel local, a la espera de que la campaña de vacunación pueda extenderse e inmunizar finalmente con un criterio de justicia y sin privilegios a todos aquellos que más lo necesitan y que aguardan con ansiedad su dosis. Pero hasta que eso ocurra, no tenemos otra alternativa más que evitar el encuentro con el virus reforzando las medidas preventivas y trabajando codo a codo.
Seguramente hemos escuchado hablar de "infodemia", el consumo de noticias y discursos poco rigurosos y negativos en exceso. Por eso, creo que quienes hoy tenemos la oportunidad de representar a los vecinos no debemos alentar discursos alarmantes o que generen pánico, sí manifestar nuestra preocupación o repudio ante situaciones como el famoso vacunatorio vip, pero rápidamente ponernos del lado de las soluciones. Es necesaria la ejemplaridad.
Creo que es imprescindible la realización de un nuevo plan de administración y gestión articulada por la Nación -en coordinación con la Provincia y los Municipios- que permita llevar a cabo acciones con todos los sectores que podrían verse afectados y que legitime aún más las decisiones que pudieran afectar negativamente el normal desarrollo de las actividades en pos de evitar colapsar el sistema de salud y generar un riesgo para la sociedad. La adopción de medidas de gestión y administración conjuntas y consensuadas entre los distintos estados, a partir de la definición de indicadores para determinar el riesgo epidemiológico, considerando las características de los aglomerados urbanos y sus particularidades, así como la evolución epidemiológica en función de las categorías de "zonas afectadas" o "zonas afectadas de mayor riesgo", debiera ser una nueva forma de ordenar a la pandemia en un plano federal. Así podremos leer con mejor detalle lo que sucede en distintos puntos y no arrastrar a todo el país al ritmo de las medidas de cierre por lo que sucede en la Provincia y ciudad de Buenos Aires.
Celebro que tanto el gobierno municipal y el intendente Emilio Jatón, como el Concejo y sus distintos bloques, estén abiertos al diálogo y el consenso para encontrar soluciones que no dejen a nadie en el camino. También aprendimos en estos tiempos tan aciagos que necesitamos a los médicos y los científicos, pero que también necesitamos a los emprendedores, de los empresarios, de las organizaciones de la sociedad civil, de la comunidad educativa, de las organizaciones culturales y deportivas, y de cada uno de los vecinos y vecinas para poder afrontar esta nueva ola.
Hay ciertos parámetros que creemos deben ser considerados, como por ejemplo una actualización y readecuación de protocolos ante la necesidad de mejorar y optimizar los usos de los espacios públicos para que las personas los habiten y desarrollen actividades de recreación, esparcimiento, ejercicio y también comercialización en esos lugares a través de protocolos específicos, basados en la experiencia del último año. Insistir en mejorar la ventilación de los espacios además de incrementar los controles en sanitización, tanto en el ámbito público como privado.
Por último, tener en cuenta que una de las medidas más eficientes que permitió reducir los contagios fue la detección temprana de los mismos. Por ello, una opción es profundizar el sistema preventivo y de detección a tiempo, evitando la propagación innecesaria. Con la consiguiente agudización del esquema de testeos y postas de control.
Y, sobre todo, tener en cuenta que en cada decisión que se toma hay rostros, nombres e historias de vida. La mayoría de nosotros tiene un contacto cercano, amigos o familiares a los que el virus ha alcanzado o han padecido esta catástrofe en carne propia, ya sea desde el punto de vista de la salud, como en el plano económico, donde se ha visto afectado el empleo y la actividad económica que brinda el sustento diario a muchas familias.
Es pensando en los afectos y en el cuidado que ellos y nosotros nos merecemos, con lo que podemos alimentar nuestro compromiso en esta nueva etapa de la pandemia.
(*) Presidente del Concejo Municipal