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Llegan cartas

Burbujas escolares: un sinsentido, por María Soledad López El silencio de María, por Pepe Urch La improvisación e inoperancia de nuestros gobernantes nos ha llevado desde el principio de la cuarentena a tener que obedecer sin sentido imposiciones y reglas ordenadas a destiempo y sin ninguna justificación razonable. El 15 de marzo de 2020 el presidente suspendió las clases en todo el país, impidiendo que los niño/as vayan a las escuelas. Sin embargo, no hubo circulación real del virus en la provincia de Santa Fe hasta agosto de ese año. Momento en el cual ya se habilitaban escuelas en otras partes del mundo, algunas con mayor número de casos (por ejemplo Chile, EE.UU., Alemania, España, Francia, Sudáfrica, entre otros). Por consiguiente, nuestros hijos perdieron la posibilidad de continuar con varios de sus derechos fundamentales (educación, sociabilización, salud física y mental) por capricho o negligencia de quienes nos gobiernan. Como el mundo entero sabe, los niños tienen muy bajas probabilidades de contagiarse de Covid y de transmitir la enfermedad. Por consiguiente, las escuelas no son foco importante de contagio. Riesgo cero no existe en ningún lado, pero las escuelas son lugares más seguros (salvo para aquellos niños que pertenezcan a un grupo de riesgo) que otros que podamos imaginar, por ejemplo, los casinos, que se habilitaron antes y donde concurren personas mayores. Todos, absolutamente todos, sabemos que las burbujas escolares son un sinsentido. Los niños salen de las escuelas y pueden sociabilizar con normalidad y dentro de las escuelas se rigen por las normas más absolutistas y ridículas impuestas a directivos, docentes, padres y alumnos. Todo esto digitalizado por el gobierno y los gremios, que con comodidad arreglan lo que más les conviene desde sus posiciones de poder. En la calle se habilitan recitales, en las escuelas hay burbujas y los chicos salen con dolor de cabeza y náuseas por tener que utilizar el barbijo por más de tres horas seguidas. Si hoy tenemos clases es porque hubo padres que desde el año pasado con mucha valentía y saliendo de sus lugares de comodidad, reclamaron por el derecho a la educación de sus hijos. El propio Ministerio de Educación en su documento "Regreso seguro a las aulas. Reapertura de escuelas en 36 países" enviado a los docentes para su capacitación, muestra cómo Argentina es uno de los países con el período más extenso de "no" clases del mundo. Solo resta decir que, si como personas, padres, sociedad, no reclamamos lo que es justo para nuestros hijos, nadie lo va a hacer. No sabemos cómo evolucionará ésta situación sanitaria, lo que sí sabemos es que nuestros hijos podrían asistir de forma regular a las escuelas (todos los días, todas las semanas) porque no es de ahí de donde surgen los casos, sino de un sinfín de lugares habilitados por provincia y por el municipio. ¿En qué nos convertimos como sociedad si no podemos proteger a nuestros menores de atropellos incoherentes que van en contra de su salud y desarrollo como seres humanos íntegros?

Manuel Fabatía INSTANTÁNEA - Peligro sobre ruedas. Una imagen que se repite demasiado seguido en las calles de la ciudad.

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