La sorpresa fue mayúscula: Azconzábal pateó el tablero en la práctica de fútbol y cambió medio equipo. Es cierto que Unión jugó mal ante Talleres y no hay que pensar demasiado para llegar a la conclusión de que fue el peor partido del campeonato, pero cinco días antes había jugado un partido correcto y sólido ante Boca, al que le ganó bien. El gran desnivel futbolístico fue evidente, pero en esto habrá que admitir que las culpas también le llegan al entrenador. Todavía cuesta entender qué fue lo que quiso hacer, a qué quiso jugar y cuáles fueron los motivos por los que hubo tanto desorden y se dieron semejantes ventajas ante un rival más rápido y agresivo que Boca, es cierto, pero que ya en el primer tiempo merecía irse al descanso con una amplia diferencia a su favor. ¿Daba para meter mano de manera semejante?, parece que sí para el técnico y por eso masificó las modificaciones e inclusive relegó de la titularidad a jugadores que, ante Boca, habían jugado un muy buen partido.
Si en algo se coincide, es que el partido con Independiente es fundamental para Unión. Hay que ganar, casi como una obligación. Si no lo hace -máxime si pierde- las chances se reducirán considerablemente, casi para dejarlo al borde de la eliminación y obligado a ganar los dos partidos que restarán (Defensa y Colón, ambos de visitante). ¿Puede quedar afuera un jugador como el Chaco Acevedo de un partido así?. Quizás la lista podría extenderse, por ejemplo a Vera y Zenón, pero esa confusión que generó la actuación ante Talleres parece que caló hondo y causó el mismo sentimiento en el técnico.
Me permito dudar si, en definitiva, jugará como lo hizo en la práctica bajo la lluvia del miércoles. Por ahí fue una prueba o quiso generar alguna falsa expectativa en el rival. Los técnicos suelen esconder cartas para mostrarlas de manera sorpresiva el mismo día del partido, cosas que a veces resultan y muchas otras no, pasando desapercibidas o convirtiéndose en equivocaciones que se pagan caro.
También se puede aducir que quiso sacudir a un equipo que evidentemente decepcionó por lo muy poco que hizo ante Talleres. Pero convengamos también que fueron los mismos que, cinco días antes, habían cumplido a la perfección con un plan muy claro e inteligente que Azconzábal elaboró ante un apático Boca al que le ganó bien y con justicia.
El Vasco nunca pudo lograr que Cuqui Márquez encuentre su nivel y hoy Unión necesita del gol de los delanteros. García perdió eficacia, pero su entrega y sacrificio le alcanza para seguir ganándose la confianza del técnico. Y si el Vasco cumple poniendo a los que utilizó en el ensayo bajo la lluvia del miércoles, le daría por primera vez la oportunidad a Insaurralde, un jugador con poca acción en Newell's y que ha jugado un puñado de minutos desde su llegada a Santa Fe.
El cambio drástico de nombres debe venir, necesariamente, acompañado por una idea de juego en la que el responsable es el técnico y no tiene margen para la equivocación. Y acá es donde no fue claro el mensaje para enfrentar a Talleres, máxime después de lo que había pasado contra Boca. De un partido al otro se pasó de tapar todos los espacios e inmovilizar al rival, a brindarle todo tipo de posibilidades para que se generen situaciones de peligro muy claras frente al arco de Moyano. Y en esto, la culpa no es sólo de los jugadores.
El equipo que paró Azconzábal en la práctica de fútbol de la semana fue con Moyano; Calderón, Portillo, Corvalán; Gerometta, Cañete, Mauro Pittón, Peñailillo; Insaurralde, García, González. En total, cinco modificaciones en comparación con los once que jugaron ante Boca y Talleres. Gerometta, Calderón, Corvalán, Mauro Pittón e Insaurralde por Vera, Nani, Blasi, Acevedo y Zenón.