La lectura de algunos trabajos referidos al 1º de mayo de 1974 lograron asustarme al punto de preguntar: ¿estuve allí? Han escrito quienes no estuvieron, que no sería un problema mayúsculo, pero han contado otro día, acaso imaginado, tal vez anhelado, seguramente imposible. Estuve allí.
La documentación existe y mi presencia está garantizada. Fui testigo de aquel día, pero las cuestiones del tiempo, esa flecha inatajable que cruza las piedras y las desgasta, va torciendo las memorias, angostando las fotos al punto de desaparecer. No es el sepia, es el borroneo. Tercos hilos de la memoria sostienen eso, deshilachadas hebras, finales, de la propia existencia periodística. Estuve en aquel lugar en tal día, a determinada hora.
El 25 de mayo de 1973 éramos pocos en la puerta de la casa de Puerta de Hierro, ese barrio con un microclima más seco, favorable a la salud del General. Nos juramentamos con uno de ellos encontrarnos si Perón volvía y hacer la nota del regreso. Esteban su nombre.
El jardinero marroquí, descalzo, llevaba migas o pequeños alimentos a las aves del laguito de aquella casa. No estaban los perros en ese jardín. Bromeábamos. Ese jardinero descalzo, un muchachito de los mandados, era un empleado en negro del General. No era así. La administración del barrio y las diferentes custodias, era un barrio privado con custodias, disimuladas pero existentes, cuidaban esos detalles. Era marroquí, divertido, joven y anónimo.
El olvido atrapa las cosas de un modo diferente y sin embargo justiciero. Enfrente el baldío ya tiene casas. Esa mansión, el santuario donde se llegaba para escuchar la palabra de el General fue comprado, vendido (primero fraccionado) por el jugador, luego comentarista, después dirigente, finalmente conferencista de liderazgo de grupo: Jorge Valdano, natural de Las Parejas, provincia de Santa Fe. Como quiera que se lo imagine la liturgia peronista dejó escapar la casa con tantos secretos: Puerta de Hierro. Hasta el cadáver de Evita estuvo en esa casa, frente a esos chopos, medio deshojados cantaría Serrat pensando -hablando- de otros ejemplares, seguramente. Serrat nunca jugó al peronismo y el peronismo se lo agradece. Sería difícil de "dialectizar" esa adhesión.
En los diarios de aquel mayo madrileño se decía "la primavera rosada" por el manejo de Cámpora en el gobierno. Ni rojos ni rojillos, según la lectura política española, apenas rosada. Anunciaban que no terminaría bien. Eso en mayo del 1973.
Nunca creyó, la España del pensamiento, que fuese una revolución de izquierdas el peronismo. Nunca. Acaso que estuviese vivo Franco en aquellos años ayudaba a la certeza: nunca, ya que Francisco Franco Bahamondes, caudillo de España por la Gracia de Dios, no solía equivocarse en cuanto a quien acogía y protegía.
Entre aquellas certezas que el olvido atrapa están las leyes laborales que rigen en Argentina en 2021 y que vienen, precisamente, de aquellos años con la fórmula Perón–Perón, luego de que el tío, partiquino leal, fuese obligado a tomar su lugar. ¿Es que no se recuerda "Campora al gobierno Perón al poder"…?
Cómo entender un país que deja fuera del relato a una mujer, la primera presidente elegida democráticamente, que está viva, permítanme el uso de mayúsculas: ISABEL PERÓN ESTÁ VIVA. Cómo entenderlo…
Ni biógrafos a favor o en contrario. Un negro agujero que quita seriedad al relato, el que sea. Las feministas sin mencionarla. Su actitud con el FMI ni recuerdos (no se pidieron fondos). Todo lo negro -que lo hubo- impide hablar de aquello. Ni Negro ni grises ni blanco. Nada. Se hace difícil construir la línea del tiempo.
PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR
Redactor de la Revista Así, con la libertad que entregaba Marcos de la Fuente, su director, natural de Alcorta, provincia de Santa Fe y la híper libertad de Héctor Ricardo García, dueño del 91% de las acciones de aquella empresa (Editorial Sarmiento) me cargué al hombro la edición sobre el 1º de mayo con Perón, en el 1974. Fueron 32 páginas en el marrón que tocaba, una edición marrón, una negra y una verde. Tres ediciones en la semana.
Escribí una carta a mi hijo, toda la nota es ese relato, contándole que vi a Perón volver a la Plaza de Mayo después de 18 años, en el último festejo del Día del Trabajo con Perón en el balcón. Usé el "tal vez" su última aparición, pero me insultaron. Sacrilegio.
Me ayudó Walter Operto, uno de los mejores periodistas que conozco, que compartió redacción conmigo y con Joaquín Gianuzzi, secretario de redacción al que ahora están descubriendo como poeta. Fenomenales los dos.
De esa edición se vendieron 700.000 ejemplares y de la segunda edición 500.000. Cuento todo lo visto en aquella plaza donde actuó La Rinaldi, la Chona y hasta un actor llamado Santiago Gómez Cou.
Sobre la Catedral estaba el grupo que podría llamarse Juventudes varias. En el centro de la plaza la CGT y la UOM, por entonces fortísima.
Desde aquella zona, cercana a la Catedral, desplegaron el cartel: Montoneros. Inmenso. Y el cántico. "Duro, duro, duro, estos son los montoneros que mataron a Aramburu…". Se oyó en toda la plaza.
Perón interrumpió su discurso, se refirió a la Resistencia Peronista (18 años, desde 1955 a 1973 la proscripción) a los que reivindicó como los que cuidaron al peronismo y dejó que saliese lo suyo: un General de la Nación, que no estaba dispuesto a compartir el liderazgo y menos hacerse cargo del secuestro, tortura y muerte de un General de la Nación: Pedro Eugenio Aramburu.
En aquel relato cuento con detalle de horarios lo sucedido. Nunca se desmintió lo dicho, nunca se corrigió y siempre se usó sin dar data o copyright porque… qué falta hace pedir repetición o dar autoría de un hecho popular al que asistimos todos… ejem.
Lo mío fue un trabajo. Las diversas mudanzas se llevaron los ejemplares, pero en un libro (Perón y su Tiempo) lo transcribo, transcribo aquella carta a mi hijo, contándole lo sucedido en aquel 1º de mayo de 1974. Mis hijos están grandes. Si decidiesen enterarse de lo sucedido por los "interpretadores" de aquello las cosas serían otras. Diferentes. Acaso mas cercanas a las ganas que a lo que pasó. Si no fuese que mi porfía le gana a mi vagancia diría que bueno, que ya pasó, pero debo insistir. Yo estuve. Perón los echó. Isabel existe. El peronismo es uno solo, sin hiatos, sin mentiras. Sin desgraciados olvidos. Sin desgraciados. Desde el 4 de junio de 1943. A la fecha. Desgraciadamente. Já.
Sobre la Catedral estaba el grupo que podría llamarse Juventudes varias. En el centro de la plaza la CGT y la UOM, por entonces fortísima. Desde aquella zona, cercana a la Catedral, desplegaron el cartel: Montoneros. Inmenso.
En aquel relato cuento con detalle de horarios lo sucedido. Nunca se desmintió lo dicho, nunca se corrigió y siempre se usó sin dar data o copyright porque… qué falta hace dar autoría de un hecho popular al que asistimos todos...