Miguel Ángel Reguera
Miguel Ángel Reguera
Desde hace unos años se habla de tragedia educativa, basados en el título del libro de Jaim Etcheverry y tomando como parámetros pruebas internacionales que dicen: ¿Qué enseñar? ¿Cuánto? y ¿Cómo? A partir de los rankings de otros países como Japón, Finlandia, Suecia, Nueva Zelanda, se pretenden copiar modelos. La verdadera tragedia es haber dejado la educación en manos de los burócratas de turno, que basados en una visión limitada a la escuela primaria y sin haber pisado nunca un aula, le han quitado autonomía a los Directores y han dejado sin autoridad a los docentes que están al frente de los alumnos. Se diseñaron planes de perfeccionamiento que jamás han comprendido el formato de la escuela secundaria y las problemáticas de los adolescentes y los docentes-taxi. Desde quién sabe dónde, se ha decidido privilegiar la educación tecnológica (los instrumentos) y no la educación en valores (los fines). Y se ha confundido la educación con la instrucción, sabiendo que una persona puede ser infinitamente culto y a la vez altivamente maleducado.
Desde el año pasado, en medio de la crisis pandémica, se destaca un esfuerzo descomunal de alumnos, docentes y padres para adaptarse a un modelo a distancia que pretendió trasladar automáticamente las tareas de la presencialidad a la virtualidad; cuando es obvio que a diferentes circunstancias hay que optar por estrategias didácticas distintas. ¿Para qué agotar a todos con zooms interminables mañana y tarde? ¿Por qué no mezclar clases sincrónicas con tareas asincrónicas? El encuentro personal por video puede ser mediado por tareas de investigación, análisis de textos de estudio o periodísticos, grabar videos, hacer experiencias simples en casa y utilizar la observación para sacar conclusiones. Se puede una semana dedicarla a buscar información, hacer encuestas o entrevistas, realizar gráficos o cuadros y en la otra exponerlos. Se puede utilizar el mail, las plataformas que existen para subir los trabajos realizados y tomarse su tiempo para realizarlos, como la corrección del docente también adaptarse a sus necesidades en el aislamiento. Por otro lado el zoom es una instancia colectiva que debe ser complementada con el trabajo individual. También el zoom al ser una instancia oral no permite trabajar en la grafía y la gramática. Es claro que oralidad y escritura deben ir de la mano. En fin, alumnos cansados de la pantalla y docentes agobiados son el resultado de la falta de imaginación. Adecuar las estrategias didácticas a los recursos con que se cuentan, la población a la que se dirige, los objetivos de cada institución, exigen un mayor margen de autonomía y que la unidad de decisión sea la que está trabajando en campo, es decir en "cada escuela".
Los burócratas de turno, basados en una visión limitada a la escuela primaria y sin haber pisado nunca un aula, le han quitado autonomía a los Directores y han dejado sin autoridad a los docentes.