El amor suele ser presentado como el sentimiento más noble. Pocos son los que dudan de esa condición y muchos menos son aquellos que osan contradecirla. Pareciera, entonces, que alguien se encargó de convencer (u obligar) a todos de que nada bueno puede surgir sin una cuota de amor. Quizá, en este punto, nos permitamos cederle terreno. Pero, de ningún modo podemos otorgarle al amor -únicamente- la responsabilidad de las maravillas del mundo. Impera en las líneas que discurren hacer justicia y responsabilizar al amor, en consecuencia, de gran parte de los males que aquejan a los seres humanos.
Rápidamente podrán intentar rebatir la temeraria afirmación que nos reúne en esta lectura aseverando que todo aquello que culmina con resultados negativos, dañinos o imprudentes no es el fruto del amor. Buscarán, en tal sentido, arrogarle la culpa a sentimientos como la envidia, avaricia, odio u obsesión de aquellos feos momentos que podamos enfrentar. También rebuscarán atenuar la negatividad del amor alegando que sensaciones de incertidumbre, ansiedad, angustia o depresión son las que distorsionan el efecto real buscado por el sentimiento que aquí interpelamos. Entonces, bien podría decir el autor que toda ocasión positiva resulta de la bondad, misericordia, esperanza, solidaridad y empatía de las personas, siendo el amor aquel que monopoliza esos alcances. Entre las dos posibilidades planteadas, opuestas en efectos, bien podríamos preguntarnos ¿Realmente existe el amor?
No es prioridad del autor discernir la existencia del amor, sino responsabilizarlo de los males que –en su nombre– emergen en la vida cotidiana. Repasemos algunas conjeturas que popularmente giran en torno a la pasión que analizamos: "Adonde el corazón se inclina, el pie camina" indica la predisposición de ir hacia ese escenario o persona que nos interesa, pero ¿Acaso también no se pronuncia que "Amar es tiempo perdido si no es correspondido"? ¿O sea que amar no alcanza sino que también hay que ser amado? ¿Dónde está lo feliz de eso? ¿Quién nos asegura enamorarnos de quien se enamora de nosotros? Esto huele a timo y a resignación como alternativa. Si no, ¿Cómo explican los defensores del amor que "No hay luna como la de enero, ni amor como el primero"? ¿Sólo se le permite al sujeto amar una vez, fracasar y conformarse con lo que venga?
"No hay sábado sin sol, ni niña sin amor, ni vieja sin dolor", bien nos retrata la decepción en la que precipita la esperanza con el paso del tiempo, evidentemente al observar cada vez más completa la realidad. "Panza llena, corazón contento"; "El casado, casa quiere"; "Ojos que no ven, corazón que no siente" y "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana", expresa horribles expresiones que esconde el amor del que tanto se vanaglorian algunos: ventaja, deslealtad y banalidad por encima de lo que intenta mostrarse como una relación noble. "A amor mal correspondido, ausencia y olvido"; "Un clavo saca otro clavo"; "Amor con amor se cura"… Bien, que pase el siguiente ¿No? Notará, el lector, que el amor es tan insípido que rápidamente permite buscar excusas para enamorarse, motivos para reemplazar y cuerpos para gozar. Si le restan dudas, pregúntese cómo podría alguien, entonces, indicar que "Del amor al odio hay un solo paso". Si realmente fueran polos opuestos ¿Estarían tan cercanos?
"Hay amores que matan". Listo. Es el fin de toda defensa de ese sentimiento como ilustre. Esta frase resume lo que hace el amor, tarde o temprano: destruir. Familias, vidas, sueños, deseos, negocios, amistades y bellos recuerdos pueden quedar obsoletos bajo la tutela del amor. Si éste fuera la energía de la que intentan convencer, jamás podría –sólo a modo de ejemplo– permitir que un enamorado sufra años, intento tras intento, en pura devoción, por un amor no correspondido ¿Dónde está el final feliz en eso? ¿Qué alternativa ofrece para no desear estar muertos? ¿Cómo podría un sentimiento noble desencadenar depresión, tristeza, indignación o celos? El amor es una estafa y todos han caído.
Intentarán rebatir la temeraria afirmación que nos reúne aseverando que todo aquello que culmina con resultados negativos, dañinos o imprudentes no es el fruto del amor. Buscarán arrogarle la culpa a sentimientos como la envidia, avaricia, odio u obsesión.
Rebuscarán atenuar la negatividad del amor alegando que sensaciones de incertidumbre, ansiedad, angustia o depresión son las que distorsionan el efecto real buscado por el sentimiento que aquí interpelamos.