Lucía Dozo | [email protected]
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Bajo Rosario existe otra Rosario, una ciudad subterránea de finales del siglo XIX y principios del XX. Los túneles y pasadizos fueron construidos para facilitar el tránsito y, de esta manera, el comercio. El desconocimiento de su utilidad a lo largo del tiempo llevó a imaginar diferentes usos: reuniones de las órdenes de los templarios, cárceles, actividades ocultas y ritos, contrabando, tránsito o refugio de convictos.
“En su mayoría fueron construidos por cuestiones logísticas, para facilitar el transporte de importaciones. En este sentido, que Rosario fuese una ciudad con un puerto tan importante y que se encontrara en el centro del país fue el motivo principal para crear los túneles. Incluso antes de la construcción de los puertos, los túneles eran necesarios por el ahorro de tiempo y recursos a la hora de subir las importaciones a la altura de la costa. Ahí mismo se comenzaron a utilizar vagones, vías de transporte y agilizar así su traslado por el interior del país. No solo facilitaban el tránsito, ahorraban caminos, sino que también estaban motivados por razones de seguridad. Siempre fueron obras secundarias, como una ruta para llegar a un destino, como lo era el trasporte de mercaderías que venían de Europa hacia el resto del país, por ejemplo”, explica Julián Torrisi, comunicador social y divulgador de la historia de la ciudad.
La particularidad es que no han quedado registros de la creación de estos túneles; no había una planificación detallada, como se puede pensar que tendría hoy una obra de tal envergadura. De este modo, poco se puede corroborar sobre los orígenes puntuales de cada uno, más allá de lo que aporta la memoria colectiva.
Al correr los años y cambiar la urbanización de Rosario, varios túneles dejaron de cumplir funciones y se tornaron más peligrosos que útiles. Algunos se sellaron, como fue el caso de El Sembrador (en el parque Urquiza), mientras que otros se reinventaron, como los del parque España o los Silos Davis. También quedaron varios para realizar visitas guiadas y, de tal manera, preservar parte de la historia rosarina.
En diálogo con El Litoral, Torrisi revela más acerca del pasado subterráneo de la ciudad y los misterios asociados a esas construcciones.
- ¿Cómo se vinculan los túneles con la Rosario del pasado, llamada la “Chicago argentina”?
- El apodo refería a una cuestión económica de Rosario en los años ’30 y al paralelismo con la ciudad norteamericana; la corrupción y el crimen organizado de la época despertaron el interés de la prensa. En esta línea, siempre estuvo el mito de que si había túneles era por contrabando, aprovechando esta posibilidad de estar fuera de la vista pública. La realidad es que la mafia local de Chicho Chico y Chicho Grande poco tenía que esconder dada su relación con la policía. Su actividad era ilícita, pero contaban con la “vista gorda” de la policía, por lo que no necesariamente recurrían a los túneles para sus negocios. Tenían más que ver con otros ilícitos como robo de mercadería para luego revenderla y con esconder stock. Es decir, no fue central en la función de los túneles el contrabando, más allá de que se hayan usado en ocasiones para ese fin.
- ¿Qué túneles se sellaron y cuál era su función?
- Uno estaba ubicado en Rioja y Balcarce y fue demolido en la década del ’70. Era un corralón de la Municipalidad y se lo utilizaba como sótano. Al pasar los años, dejó de tener uso y por eso se lo tiró abajo. También estaba El Sembrador, sobre avenida Belgrano a la altura del parque Urquiza. Era un atajo directo desde el puerto hacia la Estación Rosario Oeste (hoy, al lado de la cancha de básquet del parque). Era una ágil subida para las vías, pero con el desuso era peligroso y se terminó sellando tras una obra realizada en concurso público.
- ¿Cuál es la conexión entre los túneles y los ritos paganos, o se trata de leyendas urbanas?
- Hay una realidad y es que los túneles son la oportunidad perfecta para crear un mito y difundirlo en la cultura local. Más allá de sus funciones, que quedan a la vista, hay un impulso a crear o agregar elementos fantasiosos en relación con este tema y hacer de eso una leyenda. De la misma manera que se cree en la existencia de túneles de los que no se guarda registro, hay una tendencia a creer en aspectos sobrenaturales, místicos o fuera de nuestra comprensión. En este sentido, los mitos urbanos que existen en el imaginario local suelen aparecer como respuestas a incógnitas sin resolver.
En cuanto a antiguos rituales, no hay forma de corroborar con certeza su existencia más allá de algunos elementos que persistieron como rastros de tiza, velas y pequeños animales muertos. Si bien esto último puede tener varias explicaciones, se entiende que permitió pensar en la posibilidad de sacrificios y ofrendas.
Hay algunos túneles y pasadizos de la ciudad que pueden visitarse:
- Bv. Oroño y el río, debajo de los Silos Davis-Museo Macro: Era un colector de desagüe en sus inicios, luego fue una ampliación de los pasos de vías y hoy cumple una función de puente y, nuevamente, colector de desagüe.
- “La Siberia”: Antes de que se edificara la ciudad universitaria era la Estación Ferroviaria Rosario, donde finalizaba el recorrido de la línea. Allí llegaba el recaudador de las ganancias diarias. Esto fue motivo de robos, por lo que se decidió hacer un túnel que cumpliera la función de atajo y también proporcionara seguridad para el recaudador. Hoy el túnel está abandonado y sin uso, pero nunca se selló. Se puede ingresar a recorrerlo con un permiso especial, bajando desde la Biblioteca de la Facultad de Música y llegando a una oficina dependiente de la Facultad de Ingeniería.
- El túnel del Palacio Canals: Hoy se encuentra la sede de IAPOS (en calle Rioja); tiene un recorrido subterráneo que permite una salida en la Facultad de Derecho. Según los relatos, era una conexión de la época en que ese edificio era el Palacio de Tribunales. Se puede recorrer en las ediciones del festival de arquitectura Open House.
- Parque España: Quizás sea el más conocido de todos. Anteriormente era el paso del tren; pueden notarse en sus paredes los “guarda-hombres”, hoy sellados.
- Monumento a la Bandera: En este caso son dos, uno paralelo a la calle Córdoba y otro, a Santa Fe. Atraviesan las escalinatas y van desde la cripta hasta la Sala de las Banderas Se puede hacer una visita guiada para recorrerlos y conocer su historia.
- Caseros y Avenida del Valle, paso a bajo nivel Celedonio Escalada: Facilitaba el tránsito de la época, ya que buscaba comunicar barrio Refinería con el centro, evitando los constantes accidentes que se daban entre trenes y autos. Por eso el puente ferroviario se encuentra por arriba, para dejar el paso de los autos por debajo.
- Río de Janeiro y Urquiza: Permite que el tren pase por abajo y los vehículos por arriba.
- Túnel que une el Hospital Italiano con la actual maternidad, que se encuentra enfrente: Era muy común en la época, permitía un rápido acceso a los médicos, en especial para el retiro de cadáveres.
- Planta potabilizadora debajo de lo que hoy es Puerto Norte: Es de los túneles descubiertos más recientemente, ya que recién en 2009 lo encontró Aguas Santafesinas. Se localiza en calle Echeverría. La antigua construcción fue parte de la planta inaugurada el 13 de enero de 1888 por la empresa inglesa The Rosario Water Work Company Limited. Consta de los restos de una chimenea de 1888 revestida internamente con ladrillos al estilo industrialista de la época y varios metros de túneles.