Ignacio Pellizzón | [email protected]
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Cuando estalló la pandemia el año pasado y todas las personas tuvieron que encerrarse en sus casas para evitar la propagación del coronavirus, una gran mayoría siguió trabajando en modo Home Office o “Teletrabajo”. Esto provocó una demanda inusitada en la Construcción que fue como “una bocanada de aire fresco”, según lo definió a El Litoral el titular de la Cámara nacional que nuclea al sector en Rosario, Rubén Llenas.
Con un repunte de la obra privada y una reactivación de la obra pública, los empresarios de la construcción se encuentran con una mirada positiva y con expectativas de cara a lo que resta del año. Después de haber sufrido un descenso consecutivo en la actividad durante más de un año y un crecimiento inestable y efímero, producido por la autoconstrucción hogareña que duró hasta diciembre, ahora parecen haber encontrado el rumbo. O, al menos, así lo expresan.
En medio de la pandemia, con todas las actividades económicas en descenso, la actividad tuvo su auge. Con una demanda que se entendió justamente porque las personas que se quedaron en sus casas en modalidad “Teletrabajo”, sin posibilidad de irse de vacaciones aprovecharon para “invertir en su propio hábitat”, indicó el presidente de la Cámara.
Sin embargo, en medio de un boom inesperado, los efectos colaterales no tardaron en llegar: se elevaron los indicadores, pero se produjo una falta importante de insumos, hubo desabastecimiento de productos, “porque las fábricas pasaron de estar prácticamente frenadas a necesitar una respuesta importante”, lo que derivó, inclusive, en un aumento de costos.
Aunque se trató de una “aire fresco” para la Construcción, que acumuló 25 meses consecutivos en caída, el fenómeno “se estancó entre diciembre y noviembre”. La sensación de un repunte, impulsada por la autoconstrucción de la parte minorista de la industria, “no se tradujo en crecimiento sostenido”, explicó Llenas.
“El año pasado terminamos con muy buenas exceptivas -para este 2021-, porque veníamos de una recuperación de los indicadores de la construcción desde septiembre, con todos los meses de indicadores positivos”, describió Llenas.
La obra pública, por ejemplo, “teníamos en el presupuesto 2021 con un monto de 75 mil millones de pesos que, por lo que habíamos pasado los últimos 2 años, era un buen monto. Pero los primeros meses de este año no fueron como lo esperábamos. La actividad fue bajando en febrero, marzo, hasta abril”, detalló.
Pero desde mayo comenzó la recuperación, “leve, en general”. En relación a las obras de financiamiento estatal, pese al importe interesante, evidentemente “la provincia no estaba preparada con los proyectos; las licitaciones se demoraron mucho y recién ahora, -hace 40 días - que tenemos licitaciones en una cantidad aceptable”. Es que desde que se licita una obra hasta que comienza pueden superar los cuatro meses de demora.
Respecto a la obra privada, a partir de septiembre que pudieron trabajar con más personal, tras el parate extremo del 2020. Con las nuevas habilitaciones “más del 80% de las obras que habían iniciado retomaron su actividad y tienen un comportamiento a la fecha más homogéneo que la obra pública”, señaló el presidente de la Cámara de la Construcción delegación Rosario.
Destaca que se está trabajando bien y de forma creciente. Las inversiones que normalmente provienen de la agroindustria, “vemos que hay una buena cosecha de soja y maíz, y hace pensar que va a volcarse a la construcción, por ende, será un año de actividad sostenida”.
En conclusión, desde el sector esperan cerrar el año de forma positiva por arrastre de obra pública, incluyendo el primer semestre del año que viene. Y si bien se recuperó el nivel de empleo previo a marzo del 2020 con más de 370 mil fuentes de trabajo en todo el país, el índice sigue “lejísimo” de los 440 mil que llegaron a tener entre 2014 y 2015, cerró Llenas.