Por Fernando Álvaro
Por Fernando Álvaro
Túnez se enfrenta a la peor crisis de su democracia en la década posterior a la revolución de la Primavera Árabe. En días de violentas protestas, el presidente Keys Said ha decidido destituir al primer ministro y suspender las actividades parlamentarias. Los partidarios de Said salieron a las calles a celebrar, pero los opositores dicen que fue un golpe.
Este es el momento más crítico para una de las democracias árabes que siempre ha sido un ejemplo después de la destitución en 2011 del presidente autocrático Ben Ali. A pesar de las obvias pero fisiológicas dificultades de una democracia joven, Túnez, sin embargo, había logrado navegar en aguas que, después de todo, eran bastante seguras en un escenario de verdadera democracia.
Como suele ocurrir en estos casos, es la crisis económica multi motivada la que lleva a la población al extremo que puede llevar a consecuencias impredecibles. Uno de los golpes más duros infligidos a la joven democracia tunecina fue el de ISIS. Los ataques terroristas en los centros turísticos más populares han causado daños difíciles de reparar a la floreciente industria turística del país. Además de esta situación, ha llegado el ciclón de la pandemia que ha reducido al mínimo todo tipo de actividad económica en Túnez. Además, el sistema de salud se está derrumbando, bajo la presión del registro de infecciones diarias en las últimas semanas.
La ayuda de otros países árabes es una decisión decisiva
La situación es tan grave que el presidente Keys Said se vio obligado a pedir ayuda a las naciones árabes vecinas, pero también a las más lejanas. Los Emiratos Árabes Unidos, Qatar e incluso Siria se han movilizado brindando todo lo posible para brindar asistencia a los hermanos árabes tunecinos. Pero esto no fue suficiente. En los últimos días, la población ha salido reiteradamente a las calles contra el gobierno exigiendo su dimisión, así como exigiendo la dimisión del parlamento. El presidente Keys Said ha decidido operar de manera radical, renunciando al actual primer ministro Hichem Mechichi y su gobierno. Una acción realizada, según la tesis del propio presidente Keys Said, sobre la base del artículo 80 de la Constitución.
Sobre este punto, la mayoría de los observadores están de acuerdo unánimemente en que al menos fue una imposición de las normas constitucionales. Representantes de los principales partidos tunecinos hablaron de golpe de Estado, ya que el parlamento, dada la situación actual, no puede reunirse. De hecho, el ejército está bloqueando el acceso al parlamento. El presidente del partido más grande de Túnez (Ennahda), Rached Ghannouchi, también ocupa el cargo de presidente del parlamento tunecino. Ennahda se considera uno de los partidos islámicos moderados. Rached Ghannouchi, un político veterano de 80 años, exiliado político en los días de Ben Ali, intentó ingresar al parlamento pero el ejército lo bloqueó.
Para muchos tunecinos, la decisión es más importante que la democracia
En los últimos dos años, tras las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2019, han seguido gobiernos de corto plazo, el último de los cuales está presidido hasta hace poco por Hichem Mechichi, quien no brilló por la rapidez y eficiencia de la acción. Entre los objetivos de la destitución del gobierno por Keys Said, el ministro de Defensa, Brahim Berteji, y el ministro de Justicia, Hasna Ben Slimane. En realidad, y esto ciertamente es preocupante, de esta manera el presidente ha tomado el control directo de dos ministerios cruciales para la gestión autoritaria de un país. La imposibilidad de acceder al parlamento, por tanto, hace el resto en un contexto en el que la democracia está definitivamente en dificultades. En esta situación realmente complicada, la población, exasperada por una crisis económica interminable y el número de muertes por Covid en aumento, parece ser mayoritaria en apoyo a la acción del presidente Keys Said.
Lo que preocupa a la población es el perenne estancamiento político que no permite tomar decisiones sencillas y eficaces. Las últimas elecciones resultaron en un parlamento donde ningún partido tiene más del 25 por ciento. Para una población con una experiencia democrática de corta duración, tener a alguien que pueda actuar con mano dura es como aire puro. La cuestión de la legitimidad democrática de estas acciones no reviste especial importancia según las numerosas personas entrevistadas.
Al Jazeera cerró al igual que el parlamento
En esta situación tan confusa, incluso una televisión árabe como Al Jazeera ha corrido la misma suerte que el parlamento. La oficina de Al Jazeera en Túnez fue cerrada por la fuerza y la televisión estatal también está bajo el control directo del presidente Keys Said. Como puede comprender, el panorama es realmente preocupante para la joven democracia tunecina. No solo Rached Ghannouchi y su partido Ennahda están protestando. Los otros dos grandes partidos presentes en el parlamento, Corazón de Túnez y Karama, también hablan sin rodeos de un golpe y exigen la reapertura incondicional e inmediata del parlamento. De fondo también está la solicitud al FMI (Fondo Monetario Internacional) de un préstamo que sería crucial para reactivar el crecimiento económico. Pero de momento la actividad política está suspendida por 30 días, pero de hecho "sine die". El final del asunto aún está lejos y es realmente difícil predecir la evolución de uno de los estados árabes del Mediterráneo que había demostrado ser más virtuoso a nivel democrático. El escenario geopolítico de la zona no augura nada bueno.