El reconocido músico santafesino Mario Hugo Sosa se presentará junto a la formación remozada de La Última Banda. el viernes 13 de agosto a las 21, en la sala mayor del Centro Cultural Provincial Paco Urondo (Junín 2457); las entradas ya están a la venta en la boletería de la sala. El Litoral conversó con el artista para conocer más sobre la propuesta de este grupo que mixtura la canción urbana con composiciones de raíz folclórica.
-La Última Banda ya tiene unos años.
-Sí, cuatro o cinco, interrumpidos por ahí con otros proyectos. Habremos arrancado los primeros recitales en 2016. Ahora presento la nueva versión de La Última Banda. Básicamente hacemos música argentina, de raíz folclórica algunos temas, otros de corte urbano; todos de mi autoría, con arreglos propios. En este momento el productor artístico prácticamente está siendo Luciano Stizzoli, que es el pianista. También tocan Oscar Castellano en guitarra, Rogelio Borzone en bajo, Pablo Minen en batería y percusión. Yo estaría haciendo algunas violas base y canto mis composiciones.
Siempre tenemos algunos invitados de lujo: en esta van a estar el trombonista Rubén Carughi, mi hermano (Martín) y mi viejo (Mario).
-Te rodéas en este proyecto de una banda joven. ¿Cómo funciona esa dinámica de poder hacer un repertorio que te pertenece plenamente y funcionar con una generación que apareció después?
-Con bastante libertad para que esos compañeros más jóvenes (realmente son de la edad de mis hijos algunos) puedan expresarse en su aporte, con arreglos, con solos. Es un laburo bastante colaborativo. Se labura con bastante libertad, y ahí están los resultados del perfil que tiene esta banda, que es bastante particular.
Arrancamos cosas mucho más folclóricas hace unos cuantos años atrás, y más acústicas. Hoy tenemos una mixtura que resulta más interesante, y de a poquito le va dando un perfil, una personalidad, y un sonido propio a la banda. Y creo que el aporte de estas nuevas generaciones tiene que ver con eso. Acá estamos de las “viejas guardias” Rogelio y yo, que hemos tocado en El Espejo en los 90, esas bandas. Ahora con el aporte de los “chicos” realmente es muy enriquecedor. Está bueno entremezclarnos, porque vivifica y energiza.
-A la hora de escribir canciones te permite no solo centrarte un el repertorio folclórico sino decir “en este me voy para otro lado, que la banda acompaña”.
-Sí, es una cuestión de hábitos y costumbres. En mi caso venía más pensando que si hago cosas para el lado del folclore, el repertorio tenía que ir para ese lado, y por ahí me perdía de hacer muchos temas, porque compongo de todo, desde siempre. Entonces por ahí me condicionaba: “Esto tiene que tener este perfil”. En los dos últimos años dije: “No, chau: hago esto, que lo que unifique sea el discurso musical y no el género”.
En eso estamos, y creo que lo estamos logrando con este nuevo perfil que está teniendo la banda. Y eso es lo que me parece interesante: el discurso musical le da un hilo, junto con mi composición, más que el género. Eso es enriquecedor también.
-Estos dos últimos años estuvieron sacudidos por todo lo que está pasando. ¿Cómo es esto de reacomodarse para volver al vivo?
-Se celebra. Porque hicimos una experiencia de streaming el año pasado, estuvimos ensayando, y pergeñando un proyecto que está al salir: una serie de videoclips de canciones. Así que no es que perdimos el tiempo: estuvimos planificando este tema, escribiendo guiones, pensando, hablando con los técnicos, consiguiendo financiación, para hacer una serie de clips de tres o cuatro canciones que estarán saliendo antes de que finalice el año.
Hay otros proyectos para grabar un material nuevo, que será próximamente. Cosa de terminar el año con algunas producciones cerradas. Ya que de alguna manera el arte se va abriendo paso ante las dificultades más tremendas.
-Llegan aceitados, no oxidados al vivo.
-Bueno, los pingos se verán en la cancha (risas), eso que lo diga el público. Pero creemos que sí, que vamos a llegar aceitaditos.
-Que el arte se abra paso implicó un montón de aprendizajes, cosas a las que por ahí no se les prestaba atención, como el hacer producciones audiovisuales. Sin generalizar, por ahí en Santa Fe y entre artistas de tu generación recién ahora le están metiendo más a esas producciones y circularlas por las redes.
-Y sí: los de la generación nuestra estábamos más preparados para salir a hacer pegatinas de los recitales autogestionados que para pensar en las redes sociales. Pero uno se va adaptando a todos estos cambios de modalidades, modos y hábitos que nos plantean estos saltos tecnológicos; que realmente son fantásticos como herramientas de difusión, de comunicación. Si bien el universo se amplía tanto que por ahí hay cosas que se pierden, como todo tiene su costado positivo, sus sombras y sus vicios. Si bien se abre un gran universo donde hay una gran mescolanza, de todas maneras es una oportunidad y una herramienta de difusión formidable.
-Los objetivos están puestos: tocar, filmar y grabar. ¿Qué más se puede pedir para este proyecto?
-La verdad, para cerrar el año estaríamos bárbaro, como trampolín para arrancar el año que viene; que con la vacunación y los cuidados la pandemia nos vaya tratando cada vez mejor, empezar a expandir un poco más este laburo. Que a nosotros nos parece importante, porque además de divertirnos y hacernos felices esta música, estamos diciendo cosas: hacemos canciones porque tenemos algo que decir. No andar cantando al pedo, sin crítica de los que cantan al pedo y solamente quieren divertirse: también está bien. Pero nosotros creemos que podemos juntar las dos cosas.