Hace 20 años que esquía. Pero nunca le pasó de quedar varado a 15 metros de altura, y bajar por un cabo de rescate hasta la pista del cerro Caviahue. El sábado, Javier y otros amigos vivieron una experiencia única, y la quisieron contar. Ansiosos por volver a la nieve, después de un año y medio de pandemia, llegaron con la idea fija de esquiar en uno de los pocos cerros que está pintado de blanco, frente al desierto desesperante que sufren otros puntos clave para el turismo de invierno.
Javier subía solo en una silla. Fue el primero en ascender. Era su tercera subida. 15 minutos de viaje, de la base hasta el extremo de la montaña donde termina la telesilla Anfiteatro. 18 torres, aproximadamente. Ya le faltaba muy poco para llegar. Calculó unos 100 metros de distancia. Sorpresivamente, el medio de elevación se detuvo. Pasaron cinco minutos, diez minutos, y comenzó a preguntarse qué había pasado.
Para matar el tiempo, entabló una charla con el esquiador que venía detrás de él. Un muchacho de Villa Adelina, Buenos Aires, que terminó en Caviahue porque en otros cerros de la cordillera no hay nieve. Entonces, comenzaron a ver un movimiento de motos de nieve y rescatistas en la pista. "Los tengo que bajar a todos", escuchó que dijo uno.
De esta manera, comenzaron las maniobras de rescate. Afortunadamente, eran pocos los que habían subido a la aerosilla y ninguno de ellos, en principio, sufrió pánico o vértigo. Además, los rescatistas pasaron varias veces por el lugar, para acompañar y llevar tranquilidad.
"Yo fui el primero y esperé una hora para bajar. Por suerte éramos pocos, sino no sé cuánto hubiesen demorado", reiteró el esquiador cipoleño.
La maniobra de rescate la protagonizó un hombre que se subió a una torre con un arnés y una roldana en el cable de la telesilla. Así fue descendiendo, silla por silla, para bajarlos a todos. "Me colocó un arnés, y las personas que estaban abajo, en la pista, controlaban mi peso a medida que me iban bajando", graficó.
Es la primera vez que se encuentra involucrado en un rescate. Más aún en altura. "Mi amigo fue el último que bajaron" del medio de elevación, acotó.
Luego, todos se juntaron a tomar un chocolate caliente y charlaron acerca de la odisea que habían vivido, sin lamentar incidentes a 15 metros de altura. Ya después no pudieron volver a subir la montaña, y era el único tramo habilitado para esquiadores que no son principiantes.
Volvió a destacar el gran trabajo que hizo la gente que participó del rescate, y llamó la atención sobre un fenómeno que debería preocuparnos a todos. Y es que las nieves eternas han retrocedido mucho. "No hay agua en ningún lado, lo podemos ver en nuestros ríos", agregó Javier.
Tras un año y medio de pandemia, volver a la montaña fue para Javier "un choque con la realidad".
"Mucha gente buscó Caviahue porque es el punto más alto e históricamente siempre hay nieve acá. Pero hoy, en pleno invierno, se puede acceder en auto a Copahue, algo muy difícil de hacer otros años con 2 metros de nieve (de altura)", expresó el esquiador.
Y concluyó: "Estamos en emergencia hídrica, y ya lo estamos viendo".
Acerca del parate que sufrió la telesilla, quedó flotando en el aire la hipótesis de que haya descarrilado. Pero, la realidad es que no hay certezas. Pudo haber sido otro el incidente. Sólo trascendió que hubo un problema y trataban de subsanarlo.