La artista colombiana Mareah, de reconocida trayectoria en la música de su país, lanza ahora su proyecto solista a nivel continental, de la mano del single “Te veo”, primera de las canciones que formará su álbum debut. De su fusión de naturaleza y espiritualidad con los sonidos urbanos conversó El Litoral, con esta figura que busca proyectarse de Medellín al mundo.
Gentileza producción Después de ocho años de ser corista de su colega y amiga Elsa y Elmar, y de cantar covers, la pandemia permitió que Mariana se convierta en Mareah.
La artista colombiana Mareah debuta con el single “Te veo” en toda Latinoamérica, una canción (coproducida por Mateo Lewis y la solista) que trata de una relación que ya no está. Es como ver la estela de una lancha que pasó y tomar consciencia de la marca que dejó tras su paso. La naturaleza y el género urbano se fusionan mejor que nunca en la música de Mareah, que se perfila como la gran novedad del pop latino. Cantante, compositora, arregladora vocal y productora, todo esto es Mareah, que tras egresar como Ingeniera de grabación en el Berklee College of Music y trabajar como arregladora vocal, finalmente lanza su carrera solista con la convicción de que dejará una huella en el pop latino.
Desde viajes solitarios a Nepal hasta la meditación en monasterios budistas y una peregrinación por el Camino de Santiago, Mareah se nutre de estas experiencias para darle cauce a su creatividad, que logra traducir en canciones profundas y emotivas, pero también intensas y vitales.
De toda esta propuesta conversó El Litoral con la nacida en Medellín, para conocer más sobre esta travesía que comienza.
Saltar al vacío
-¿Cómo fue el proceso de gestación de “Te veo” junto a Mateo Lewis, que fue coautor y productor?
-Este proceso empezó hace unos años, cuando empecé a escribir unas letras en una libreta; muy casualmente, sin pensar en nada, sin decir “soy compositora”. No me creía nada, no quería sentir esa presión de decir “necesito componer una canción ya”. Empecé a escribir lo que sentía con esta frase de “Te veo” que es la de Pablo Neruda en el poema “Farewell”: “Para que nada nos amarre, que no nos una nada”.
Esas letras se quedaron en esta libreta un año, un año y medio; hasta que en pandemia (el que no lo haya cambiado a la pandemia que alce la mano) me reconecté Mateo. Él ha sido amigo mío desde hace unos diez años, y tenía una unos beats, unas pistas instrumentales empezadas en maqueta; y yo cogí estas letras de la libreta y dije: “Esto como que va a encajar”.
Y bueno, ahí fue que empecé a acomodar “Te veo” en estos instrumentales de Mateo, después de muchas conversaciones coproducción con él, y decirme “sueño esto, este es mi sonido”. Empezaron a germinar un poquito de semillas que tenían esa en esa libreta que todavía la tengo guardada; fue muy lindo hacerlas esperar un poquito, y que nacieran “Te veo” y otras varias cuando era el momento. Siento que la pandemia fue ese punto de inflexión muy crucial para la carrera.
-Es el juego entre él como productor y vos como solista.
-Sí, total: siempre había querido trabajar con él. Él ha sido un productor de muchos amigos míos artistas, es ingeniero de mezcla y es muy buen talento, muy buenas ideas. Entonces hemos establecido una linda relación de profesional a profesional, inventándonos qué queremos con las canciones, qué sonoridades. Yo aquí en mi casa, en mi estudio, hago toda la parte de la producción vocal, no nos hemos visto en estos seis meses que llevamos de proyecto, imagínate: ha sido la virtualidad en su máximo esplendor, porque porque cualquier cosa puede pasar ya virtualmente. Entonces ha sido un trabajo pues muy diferente al de coproductores, o productor y artista, que generalmente es muy íntimo y muy de estar en un mismo espacio; esto ha sido como “te mando, me mandas, te devuelvo, hablamos, una llamada”, y se va construyendo así como en el aire, como una pelotica de ping pong.
-Otro subproducto de la pandemia también fue esta forma de trabajar.
-Claro. Antes hubiera dicho: “no, imposible, como uno va a trabajar con un productor virtualmente”; como que me hubiera parecido muy incómodo, pero ya todos acostumbrados a que esto funcione casi que igualmente a cómo funcionaría la presencialidad. Fue una buena puerta, porque él está en Estados Unidos y ya hace unos cuatro años no nos vemos: y mira dónde estamos (risas).
Buscar el agua
-La canción tiene un videoclip dirigido por Pablo Ángel y Luz Celeste Lopera, filmado en escenarios naturales. ¿Cómo nació la idea, y como fue rodarlo?
-Celeste, la directora de arte, ha sido mi amiga toda la vida, y en ella he confiado muchas cosas de mi vida visual. Ella estudió diseño y arte en Italia, es una visionaria de toda la parte visual. Me hizo acordar hace poco que la cité hace por ahí tres años en un café y le dije: “Mira, quiero ser artista (no tenía nada) y quiero que tú me ayudes. No sé si me haces el logo, si me ayudas”: era un salto al vacío. Y ella me dijo: “Lo que tú necesites aquí estoy”. Pero en ese momento Mareah no existía, yo no estaba preparada para nada, no había canciones; está en el equipo desde antes que existiera cualquier otra cosa.
Cuando realmente empecé con las canciones ahí sí le escribí: “Vamos, ahora sí: vamos almorzar y te cuento lo que está pasando”; fue en pandemia. Ella se montó en el tren, como decimos aquí; y me ha estado ayudando pues como con todo esto. Fueron conversaciones eternas, porque ella también es muy sensible artísticamente: estudió música conmigo cuando éramos pequeñas.
Dijimos “¿que necesita hasta canción y de qué habla?”. Tiene muchas metáforas con el agua; entonces pensamos en dónde, porque estamos en la mitad del país, entre montañas. Ella se acordó de una de un conocido que tenía este paraíso, una agencia de viajes, y cómo organizaban este paraíso; ella dijo: “Nos vamos para allá”. Yo le dije a Celeste: “Estás loca, cómo nos vamos a llevar ocho personas para allá”; esto queda a cinco horas en carro de Medellín.
Y bueno, de sus locuras han salido unas cosas que hoy mirando para atrás agradezco que haya sido así, porque valió la pena todo el viaje, la gente, el equipo. Me parece que esa es la clave del video: si fuera en cualquier otra parte sería muy diferente: el agua y la naturaleza le dan mucho sentido y mucha unidad a lo que en la canción dice.
Punto de quiebre
-Estás lanzándote como solista luego de formarte en Berklee en sonido y canto y trabajar como arregladora vocal e integrante de banda. ¿Cómo fue el momento en que te diste cuenta de que era tu momento para tomar esta iniciativa personal?
-Eso siempre lo sentí internamente, siempre dije: “Yo quiero estar al frente, quiero cantar, tener el micrófono yo”. Amo hacer todo lo que hago en la industria musical, todas esas profesiones que he tenido; pero ha sido como un latido de esos que uno tiene internamente: “Es esto”. Estuvo muy calladito, no fue qué hasta la pandemia que lo escuché: fue por una situación familiar difícil, una enfermedad de mi abuela. Dije: “La vida es muy frágil y muy volátil, qué más voy a esperar para salir”. También pensé que si no canto, no expreso, no compongo, siento que no es que esté poco satisfecha en el futuro; sino que (ya no, porque ya lo hice) posiblemente en un futuro si no salía se podría expresar en algo muy interno muy fuerte: no quisiera decir la palabra enfermedad, pero sí con un nudo en la garganta eterno. Tener ahí como esa espinita que uno siempre había querido que saliera.
Yo cantaba de chiquita, si miro hacia atrás desde siempre lo quise; hasta que es como dar ese salto al vacío grande. Pero básicamente era la única opción que tenía (risas).
-¿Por qué Mareah como nombre artístico?
-Mi nombre real es Mariana Restrepo Aguirre; si uno mira las iniciales se forma la palabra “marea”: si uno lo reorganiza está ahí mi nombre. Y siempre me he conectado muchísimo con el agua: soy Acuario, soy Piscis, todo este estos signos zodiacales y lunares (también me gusta mucho ese tema) y he tenido el agua muy presente en mi vida. Me ha atraído mucho la naturaleza, el mar, viajo sola, me voy para el río porque sí, para el mar. Es una relación muy bonita con la naturaleza y con el agua, con la soledad, con la luna; y le encontré mucho sentido: todo se fue unificando hacia la marea.
Y fue cuando conecté todos los puntos: en vez de estar buscando un nombre afuera, externo, sin conexión, fue como dejar que el nombre se formará y llegara a mí. Me acuerdo del día que dije: “Pero es que siempre ha estado ahí ese nombre”; no tuve que buscar más desde ese día.
Aprendizajes
-Formaste parte de la banda de Elsa y Elmar, que también estudió en Berklee y es una figura joven de la música colombiana. ¿Qué aprendizajes te dejó esa colaboración con otra solista?
-Elsa ha sido una de mis más íntimas amigas hace diez años ya; estudiamos juntas toda la universidad (diferentes carreras, pero a la par). Fue como verla primero hacer exactamente lo mismo que estoy haciendo: saltar al vacío desde el principio y decir “no me importa nada”. Se vestía como quisiera, fue una lección de personalidad y de ser auténtica, absoluta, y la aprendí cien por ciento de ella. Yo decía: “¿Por qué es así, por que se viste así?”. Yo viniendo de este regionalismo aquí en Colombia, que es muy estricto en la forma de vestirse. Y yo veía a esta niña sin importarle tres pepas lo que pensaba la gente, desde su forma de ser y de vestir; y eso lo reflejaba claramente en su arte.
Fue este proceso lento de decir: “Ella lo está haciendo, cómo ésta actuando”. He vivido diez años de ella; buenos ocho años con su carrera y ya tengo ese camino trazado: como si ella me hubiera dado un mapa. Fue el aprendizaje de todo: de tour manager, de corista, le produje una canción en la universidad, viajé con ella; la sigo ayudando con toda su carrera. Entonces siento que es como un camino abierto también para mí, y siento que ella está también más feliz que cualquier otro por verme por fin salir.
-Tu madre y abuela fueron músicas también. ¿Cómo influyó eso en tu formación?
-Fue una caso musical cien por ciento, fue decisión de mi madre meternos a clases de música a mi hermana y a mí desde que teníamos seis meses: parece ficción pero es real (risas). Ella entraba con nosotros a las primeras clases de estimulación musical, y fue como una educación paralela entre el colegio “normal”, donde unos estudiaba high school, y por las tardes el colegio de música.
Esas fueron mis dos escuelas centrales en mi vida. Entonces le agradezco mucho a mi mamá, que dijo: “Esas niñas si tienen talento no importa”; la formación y la educación musical es algo demasiado importante para mi familia, porque hubo música toda la vida. Clases de guitarra, ellas tenían un grupo juntas, mi mamá tenía un grupo con unos amigos, daban conciertos; mi abuela cantaba en el circo, es una superestrella.
Ha sido el círculo familiar musical, simplemente giramos alrededor de esto, y yo dije: “Este camino está no fácil, pero está muy obvio para mí: seguir el como el legado de ellas”, esa historia familiar. Y ninguna de ellas dos pudo estudiar esto formalmente; entonces es también un bonito símbolo de que los tiempos están cambiando.
Gentileza producción Después de ocho años de ser corista de su colega y amiga Elsa y Elmar, y de cantar covers, la pandemia permitió que Mariana se convierta en Mareah.
Después de ocho años de ser corista de su colega y amiga Elsa y Elmar, y de cantar covers, la pandemia permitió que Mariana se convierta en Mareah.Foto: Gentileza producción
Dos mundos
-Venís de una búsqueda espiritual a través de diferentes viajes, algo que inspira tus letras. ¿Cómo se combina eso con las diferentes vertientes de la música más urbana y actual? La naturaleza y la soledad con lo urbano que es lo opuesto.
-Creo que lo uno no cancela lo otro. Sobre todo en mi música, en la que viene como un statement grande de decir: “No significa que si yo hago este tipo de música yo soy así, sino que cojo un poquito de ingredientes de cada cosa y hago mi propia mezcla”.
Y siento que está espiritualidad y esta soledad de esos viajes me han dado mucha perspectiva de decir: “No tengo que irme por este camino que se va todo el mundo, Supuestamente si hace música urbana o como la quieras llamar; sino que puedo coger estos ingredientes y transformarlos un poco”. No necesariamente volverlos espirituales, pero traerlos a un punto medio y decir “uso de estas herramientas porque suenan muy buenas, y la gente baila, y es una música realmente muy atractiva para el cuerpo, para el movimiento para todo”.
Entonces cojo lo que me sirve de lo urbano, de toda esta música que está un poco más estigmatizada, y lo traigo para usarlo de otra manera, o decir algo de otra manera. Con Mateo hemos trabajado en ponerle armonías un poco más diferentes a las que normalmente se usan; o usar sintetizadores menos utilizados. Todos estos ingredientes van moldeando un género híbrido, si me preguntas qué género de música hago no tengo esa respuesta (risas). Voy armando un género híbrido con un montón de cosas que siento que me gustan de la música.
-Hablabas de otras canciones. ¿Cuándo vamos a poder escuchar las próximas?
-La próxima la anuncio más o menos en tres semanas, pero es un secreto (risas): secreto pero queda grabado. Esta se viene en septiembre, y a partir de ahí creo que hay dos más este año, descansamos en Navidad, y el año entrante ya completamos el primer proyecto que es el álbum de ocho canciones.
En desarrollo
-No es una época fácil para planificar, pero además de estos lanzamientos, ¿cómo estás pensando el futuro cercano de esta nueva carrera que se abre?
-Sí, esta época es muy difícil planear: cualquier estructura que uno tenga se la derrumba. Lo bueno es que también miro hacia atrás y miro este presente, y digo: “Qué lindo este momento como para de verdad germinar y dejar que esto nazca tranquilo”; sin esta presión de “vas a tocar aquí”. Por ahora estoy como “esperen, yo nazco, esperen que me desarrollo un poquito; tengo tres cuatro canciones”.
Siento que estoy en el momento perfecto: si alguien puede decir que la pandemia fue perfecta, lo fue para mí (risas). Para crear este Mareah y empezará a dejar que coja fuerza, que crezca, que coja confianza. y decir “voy a tocar el año entrante” cien por ciento: eso cien por definido.
Tengo esperanzas: aquí en Medellín hay unos festivales muy chéveres; me encantaría empezar en festivales, son unos escenarios muy interesantes para artistas nuevos, porque uno comparte escenarios con artistas muy diversos y mucho más grandes que uno. Abrirle a alguien me parecería muy cool: antes de tener mi propia gira acompañar a alguien en su gira.
Aquí hay ciertos escenarios en Colombia, en Medellín, que han abierto las puertas, pero también está el querer mío de tener como unas tres o cuatro canciones para mostrar. Entonces digo “esperemos”: aquí canto covers, sigo moviéndome por ahora sin decir mucho que soy Mareah cien por ciento; sino que igual canto en eventos pero por ahora son más que todo covers. Entonces voy a ir transformando eso en propia música y ponerle ya la unidad qué es Mareah.