Periodísticamente he trabajado en cuatro territorios argentinos. Provincia de Santa Fe; Mar del Plata, provincia de Buenos Aires; Ciudad de Buenos Aires; y Paraná, Entre Ríos. Corrección. En cinco. Trabajé -y trabajo- en ciudad de Santa Fe y ciudad de Rosario. Al menos cinco territorios.
Mar del Plata está dividida en una ciudad pesquera, industrial, con prosperidad y negocios de características mundiales. Sus buques factorías son parte de un universo: frutos del mar. La otra Mar del Plata era una, hasta la irrupción del turismo gremial (bah, peronismo a fondo), y otra después. Ese rubro, turismo de sol, playa y gentío la convirtió en otra cosa. Una ciudad de seiscientos mil votantes en padrón invernal y cuatro millones y medio que desfilan de diciembre a Semana Santa la convierten en algo muy particular. En una temporada apestada desfilaron 2 millones y medio. Nadie aguanta sin una infraestructura especial.
LA ÚNICA CIUDAD ARGENTINA
Como sea, ellos son parte de "La Provincia". Trabajar en la ciudad de Buenos Aires, donde aún conservo los contactos y los afectos, ya que es la única ciudad cosmopolita de mi país, me llevó a comprender la división. Capital, provincia e interior. En los medios periodísticos y lo que es más fatal, en el entendimiento.
Confesémoslo. Se llega a la capital del país y se está cerca de "la provincia"; el resto es lejos, es el interior. No entender esta deformación es olvidar la construcción del país. Una nota a Julio María Sanguinetti, realizada hace pocos días en el semanario Perfil por el señor Fontevecchia es tan ilustrativa que aconsejo leerla (…"la historia da la respuesta. Nosotros fuimos parte de un problema que aún existe en la Argentina: la dificultad de vertebrar las instituciones políticas con las sociales. Una sociedad tan evolucionada como la argentina que, sin embargo, en su institucionalidad política siempre adolece de un rezago frente a lo creativo y bullente, de individualidades brillantes del país. A veces digo que Uruguay y Argentina nos parecemos mucho, pero estaríamos cambiados. Tenemos más institucionalidad; la Argentina, un poco menos. La sociedad argentina tiene una gran creatividad; la nuestra es más quieta, espera más que el Estado haga las cosas. Es un resultado de la historia. Cuando se derrumba el imperio español y quedamos los virreinatos y las gobernaciones a nuestro aire, como dicen en España, Buenos Aires se asumió heredera del Virreinato del Río de la Plata, que había nacido en 1776, no hacía mucho. Fue un Virreinato muy tardío y militar, fundamentalmente, para cuidar la frontera con Portugal. Paraguay se independizó, el Alto Perú se independizó, las provincias del litoral y la nuestra se constituyen de algún modo en homólogas. El Uruguay, lo que hoy es Uruguay, todavía no era provincia. En realidad, era Montevideo y luego un territorio disperso que en el norte incluso dependía de Yapeyú, la ciudad de donde es originario José de San Martín. Nuestra modalidad de revolución fue institucionalista siempre. Y ahí es donde vienen el divorcio y el problema, digamos…").
NO ES UN RÍO, ES UNA HISTORIA DIFERENTE
Trabajar en Paraná obliga a entender la rivalidad entre Concordia y Paraná -sin arreglo posible, solo con pactos temporales- y el espíritu que impide la unidad entre dos ciudades separadas por algo más que un río (Santa Fe versus Paraná) y unida por mucho menos que un túnel único en su tipo.
Cuando Santa Fe adopta la cumbia santafesina elimina el río como paisaje musical. El ir y venir por Argentina me hace "oír diferente" a las notas de esa melodía con arabescos ("Bombón asesino" tiene ése origen) de cualquier chamarrita costera de Claudio Monterrío cuyo tema "Itá enramada" sigue siendo un punto alto, ya distante, ya perdiéndose con la injusticia de una cultura mediatizada que ignoró el paisaje buscando eslogan, relatos, ficción y votos, que eso hizo la cultura socialista en Santa Fe. Advierto: el triunfo es rotundo. Es difícil elevar una vara tan baja si nadie lo propone, nadie lo acepta y la instrucción que brinda el Estado la sostiene alta. No lo es, es bajísima, pero…
CRECER SIN MIRAR AL PARIENTE
La división Rosario y Santa Fe, la diferencia entre las dos ciudades tiene facetas históricas. Rosario no tiene fundador ni acta fundacional. Santa Fe es administrativista desde el 1500, es demasiado tiempo. Las razones económicas son ostensibles (producción, puertos, factorías, contrabando, crisol de razas, inmigración intensa, la mafia de las familias que terminara en Ágata Galiffi, la Zwi Migdal, la Bolsa de Cereales) y las geo políticas que confluyen en un padrón que elimina discusiones. Sin Rosario no hay Gobernador… ni senadores. Sus votos definen.
Cuando Perotti en un discurso en la semana que pasó explicó que el 70% de los habitantes está de San Justo al sur quiere cortar ancho. Definamos. Desde Barrio Piquete Las Flores (acaso ahora tenga otro nombre) hasta el límite de Ciudad Villa Gobernador Gálvez vive el 65% de los habitantes, de los votos, de los problemas, ya que el 40% es pobre y en ese pobrerío el 15% es pobre de solemnidad. Sin destino. Sí, corrección: con destino.
EL PROBLEMA QUE NADIE MENCIONA
Cuando la señora García en una nostálgica campaña electoral menciona a la estampita (Binner, todos lo queremos) y a su marido muerto (Lifschitz, no todos lo queremos) olvida al único Gobernador Socialista, ex presidente del socialismo argentino que está vivo: Bonfatti. Por algo será. Compartir el almanaque con la mayor peste que atacó al sur: Los Monos no fabrica ni olvido ni perdón. Ése es el destino de los pobres que nadie quiere confesar.
El radicalismo tuvo dos líderes importantes, con opinión propia: "Changui" Cáceres, "Vasco" Uzandizaga. Hoy necesitan, todos los radicales, que una gringa chaqueña muy mediática venga a dar consejos o peor, que Patricia Bullrich, Mauricio Macri o el heredero de Las Glorias de don Ramiro aparezcan en una foto. El brillo por reflejo ya está dicho, es brillo lunar. Muy poco.
EL PORVENIR DIFUSO Y RARO
La necesidad, la verdadera necesidad está en reconocer el problema: el sur existe y está desmadrado. El socialismo descompensó la provincia en demasía y dejó una burocracia militante en la administración provincial y municipal que no es el mejor remedio, todo lo contrario. El norte está vacío de votos y quedó al garete. Rosario mira programas de Buenos Aires para saber a quién votar y a quién querer. Los líderes santafesinos no conocen, y quien no conoce puede tener temores, y le temen al misterio rosarino: el barrio más lejano y díscolo de Buenos Aires, que no es interior ni es capital. Un lío.
Quien viva en Bahía Blanca entendería las razones de un puerto de aguas profundas (Quequén) y un manejo a distancia desde Buenos Aires, entendería el pedido de interrelación, no de dependencia y sumisión. Bahía Blanca está lejos, Fito resume lo peor del sur santafesino. Referido a quien vive en Buenos Aires: "Rosario siempre estuvo cerca". Caramba, hasta el gentilicio lo escriben distinto. Crecí siendo santafesino, no "santafecino", que no está mal, pero…
TAREA DE TODOS QUE NADIE MENCIONA
La Peste nos dejó desnudos, a los gritos, con el mismo grito: vacunas sí, chantaje no. Están cumpliendo y es elogiable.
La mayor tarea del gobierno provincial es trabajar para una provincia. Las PASO levantan una polvareda que fabrica toses y retardos. Si no aparece una provincia tendremos que citar a Hernández: nos devoran los de afuera. "Outsiders" o "insiders"… allí aparece el dilema, que se agrava porque los de adentro piden que los banquen los de afuera. No parece lo mejor para la independencia del territorio. Independencia es casi, casi, lo mismo que libertad.
Confesémoslo. Se llega a la capital del país y se está cerca de "la provincia"; el resto es lejos, es el interior. No entender esta deformación es olvidar la construcción del país.