Pasó la etapa de aislamiento social por la pandemia de coronavirus y volvieron las actividades educativas y laborales a la presencialidad. Para llegar a la escuela, al trabajo o a donde sea, hay que viajar. ¿En auto, en moto, en taxi, en colectivo, en bicicleta o a pie? En cualquiera de las modalidades se debe resguardar el distanciamiento social para evitar nuevos contagios del virus. Pero ello no se está cumpliendo. Los colectivos viajan abarrotados de gente. Y las calles están colapsadas por el tránsito. Es un descontrol. La pregunta es ¿por qué?
Cuando todos permanecíamos aislados en los hogares el tema de la movilidad urbana se instaló en la agenda política: ¿qué haremos como sociedad cuando tengamos que volver a la calle? Por entonces había miedos, quizá por ello una mayor consciencia, y muchos se esperanzaron con que esta crisis transformaría los hábitos de movilidad que utilizamos a diario. Ello redundaría en un beneficio no sólo para los ciudadanos sino también para el planeta, en este contexto de cambio climático.
Hace un año atrás el peligro era que ese miedo al contagio del virus por el contacto humano provocara un incremento en el uso del vehículo particular. ¿La ciudad soportaría semejante tráfico en horarios pico? Un auto detrás del otro por todas partes. La triste respuesta parece ser "no". Porque intentar avanzar hoy por las calles del microcentro santafesino a primera hora de la mañana, al mediodía o al atardecer es un imposible. Todos entran y salen al trabajo o a la escuela a la misma hora. Todos quieren llegar a destino antes que el otro. Y hay autos que se recalientan. Igual que sus conductores.
"Volvió la presencialidad y regresó el caos de tránsito a la ciudad de Santa Fe" tituló este diario en una crónica publicada a principio de septiembre. Y más abajo se expuso sobre la oportunidad perdida por el Municipio de alcanzar un ordenamiento vial, en este "barajar y dar de nuevo". "Hubiese sido una buena gestión de movilidad para que hoy podamos contar con un espacio mejorado y que pueda recibir otro tipo de tránsito. Nos encontramos con la misma infraestructura y el mismo espacio público", dijo Yamila Riego, desde la ONG Santa Fe en Bici.
Y desde la Mesa de Ciclismo Urbano de la ciudad, le pidieron al intendente Emilio Jatón medidas que promuevan el uso de la bicicleta en forma segura durante la pandemia, pos cuarentena, con: ciclovías transitorias, calles para uso compartido de peatones/vehículos de micromovilidad (bicicletas, monopatines) y resguardo para éstos últimos durante la jornada laboral.
La evidencia demuestra que transcurridos dos años de gestión, sumado el momento para repensar la movilidad urbana que tuvo el Municipio por la pandemia, no se hizo nada para mejorarla; como sí se hizo con otros sectores económicos, cuyos intereses fueron prioritarios. Ejemplo de ello son los denominados "balcones gastronómicos", una solución a otro aspecto que impuso la pandemia.
En materia de movilidad, en cambio, apenas se implementó una ciclovía sobre calle Urquiza, "inconexa con la red de ciclovías de la ciudad", según se la criticó. Y la propuesta "Ciudad 30" para que entre los bulevares del microcentro se circule a no más de esa velocidad (algo que de hecho ocurre, porque hay tantos autos que es imposible avanzar). Y en este contexto -además- los colectivos viajan cargados de pasajeros sin el debido distanciamiento social.
Así las cosas, por estos días cayó la pregunta sobre la mesa familiar: "¿Mamá, puedo ir a la escuela en bicicleta?". La respuesta inmediata sería "sí". Pero luego vienen los "fantasmas" que amedrentan y surgen los interrogantes lógicos: ¿Está la ciudad preparada para que la niña viaje de forma segura en bicicleta desde el norte de la ciudad hasta el microcentro? Lamentablemente, no.
Y la pregunta va dirigida a "Mamá", porque está comprobado estadísticamente que son las madres quienes llevan adelante las tareas de cuidados y se les hace mucho más dificultoso que a los papás (que son más pudientes en la relación) trasladar a sus hijas e hijos. Por ello lo deben hacer en colectivos o a pie, ya que en bicicleta es más complejo debido a que están atravesadas por la violencia vial, de género y de origen delictivo. Este es otro punto en discusión y se denomina en los foros Movilidad del cuidado.
Existen ejemplos sobrados de ciudades latinoamericanas que han logrado transformar la movilidad urbana en beneficio de la ciudadanía, con una mejor calidad del servicio de transporte público de pasajeros y con garantías para quienes optan por la bicicleta. Bogotá, Salta, ciudad de México son algunas de ellas. Todos los especialistas señalan que la ciudad de Santa Fe cuenta con todas las condiciones para ir en ese mismo sentido: por su calidad de vida, por la cercanía entre un punto y otro, por la cantidad de habitantes y su capacidad económica para la infraestructura necesaria. Pero sin embargo en los últimos años ningún gobierno impulsó un cambio radical en ese sentido.
La gestión de gobierno municipal actual tenía en carpeta un denominado "Pacto de movilidad" con la participación de todos los actores involucrados en dicha mesa de discusión para acordar el pacto. Era algo prometedor. Pero no se logró nada.
Los colectivos viajan abarrotados de gente. Y las calles están colapsadas por el tránsito. Es un descontrol. La pregunta es ¿por qué?
Todos entran y salen al trabajo o a la escuela a la misma hora. Todos quieren llegar a destino antes que el otro. Y hay autos que se recalientan. Igual que sus conductores.