Por José Luis Lanao (x)
A Messi se lo llevaron de madrugada, en cinco minutos, con un Barcelona inmutable, sin derramar una lágrima, una súplica, un suspiro.
Por José Luis Lanao (x)
Los tontos somos nosotros. Usted, yo, Messi, el Espíritu Santo. Tontos de desapacible solemnidad. Nos han engañado a todos. Es el "Modelo". El eterno "Modelo" que ha tenido un correlato casi perfecto en el último medio siglo. La economía es un género arrítmico, imposible de bailar, súbito pandemonio que cuando llega una crisis, y siempre llega, provoca un zigzagueo incluso en el terreno de las ideas.
Desde la inocencia nos vendieron el caso Messi como una operación aséptica, sin margen de maniobra, de endeudamiento controlado. Hoy podemos saber -por determinados indicios- que fue una lluvia de zarpazos entre oligarcas, bajo la niebla, a machete limpio, abriendo camino en el imparable modelo neoliberal del fútbol privatizador. Una pelea de "gallos". Para la galería. Como recomienda el "Modelo".
Lo hacen con la sanidad, con la educación. Un hospital público no se privatiza en diez minutos. Primero se deteriora, se desgasta. Se crea el caldo de cultivo primigenio: una inmensa e imaginaria lista de espera de intervenciones quirúrgicas, unos servicios mínimos desatendidos, unos facultativos desbordados, un personal esclavizado, unos pacientes prolijamente desviados a la sanidad privada, unos quirófanos funcionando a media jornada, y una partida presupuestaria adelgazada por el raquitismo.
Es el "Modelo". Lo dicen los libros. A un hospital público hay que volverlo ineficiente , agónico, que babee. Como un enfermo terminal. Recién entonces -y con el viento de cara- sin remordimientos y con serena elegancia, se privatiza. Es la doctrina. Hoy el Barcelona es un inmenso hospital público por privatizar. Babea. No será hoy ni mañana, pero será. Es la amarga sensación que ha dejado el caso Messi. Está todo en su punto. El bisturí emocional, los bolsillos hacia afuera, los secretos mejor guardados, y las turbulencias descontroladas de una afición atormentada. El desgaste ya llegó. Ya está aquí. Se huele.
Hay poco por creer en esta puesta en escena. A Messi se lo llevaron de madrugada, en cinco minutos, con un Barcelona inmutable, sin derramar una lágrima, una súplica, un suspiro. Se lo arrancó la Patronal al Patrón. Sin anestesia. Sin abordar ninguna alternativa posible. No se lo cree nadie. Un simple "no es no" hubiera sido suficiente.
Toda causa pobre es una pobre causa. Necesita de un relato. Messi y Laporta se utilizaron mutuamente. Leo sin saberlo. Le vino bien. Se quería ir. En realidad ya se había ido. Lo merece por talento, historia, y grandeza. Nos dejó, sin proponérselo, (y ahí entra Laporta) el falso y descarnado mensaje de que el mejor fútbol, el más bello, el más competitivo, el que te guarda un lugar eterno en el mundo, pasa hoy en día por la privatización. Fue, sin desearlo, el tonto útil de un "Modelo". Como todos nosotros.
Son malos tiempos para la lírica. Hoy se ha despejado más que nunca el sendero. En el imaginario colectivo del "culé" ya cabalga ese "Jeque" asquerosamente rico, necesitado de blanqueo rápido, decidido a enjuagar las penas y absorber las deudas. El sueño húmedo de dejar de "ser" para seguir siendo. Así se fabrica el "Modelo". Florentino Pérez, Joan Laporta, y el fondo de capital riesgo CVC Capital Partners lo saben. Están trabajando bien. Lo intentaron con la mal nacida Superliga. No tienen prisa. "Despacito, despacito", como dice la canción, nos van arrebatando nuestras libertades grandes y minúsculas. Uno ya conoce esa forma de desamparo. Es el fin de la inocencia la que nos está mordiendo la nuca. Esto fue un truco. Truco y trato. Un truco para tontos. Está en los libros. Es el "Modelo".
La culpa recae en Laporta
La partida de Lionel Messi del Barcelona para convertirse en jugador del PSG fue un shock para el fútbol mundial que casi nadie esperaba. Y aunque ya pasaron un par de meses de aquel momento, se siguen develando detalles, uno de los cuales deja muy mal parado Joan Laporta, presidente del club catalán.
Según informaron varios medios españoles, estuvo en las manos de Laporta la posibilidad de que La Pulga siguiera en el club, pero fue el mismo dirigente el que tomó una decisión que fue fundamental para que se llegue al final que todos conocen.
El diario catalán ARA detalló que, desde el área económica del club, le explicaron a Laporta que, de vender a Ansu Fati, iba a poder retener a Messi. Sin embargo, para el presidente el joven futbolista es intransferible y se mantuvo firme en su postura de no venderlo.
Es más, el mismo medio agrega que hasta la familia Messi le habría sugerido a Laporta vender a algunos talentos jóvenes para aliviar la crisis económica y permitir la inscripción del rosarino. Sin embargo, todos los intentos fueron infructuosos y, así, La Pulga terminó emigrando al PSG.
(x) Ex jugador de Unión en la década del '70. Integrante de la selección argentina juvenil de fútbol, campeón mundial en Japón en 1979.