No estoy en el teclado anglosajón: ¿Vale decir que me caigo de la globalización? Como mi prima hermana, no estoy en: shoppiñg, zappiñg, peñ-driver, spoñsor o rañkiñg. ¿Qué pasó? ¿Será que no hay mañana para la cultura que me dio vida y sólo hay "tomorrows"? ¿Será que hay poco español y mucho "spanglish"? ¡Me resisto a ser arrastrada por el río de la lava de la mundialización de la cultura y convertirme en otra ÑÑ! No quiero -ni se lo deseo a nadie- envejecer en la vitrina jubilatoria de un diccionario de la Real Decadencia Española; ahí, en el geriátrico de los arcaísmos. Antes de extenderme un certificado de disfunción, prefiero que me den una muerte rápida: ¡Fusílenme como a Lorca en el paredón de las causas perdidas! ¡Acribíllenme con esos extranjerismos que nos han colonizado! ¡Bang! ¡Boom! ¡Crash! ¡Crack! ¡Pufff! Les suplico: ¡No quiero la lástima pasajera de los que visitan un museo para moquear en la contemplación de especies extintas! ¡Ni ser el fósil que pisó la tierra antes de que el meteorito del capitalismo lo achicharrara porque no tenía espacio en este nuevo primer mundo!