Hugo & Los Gemelos presentará oficialmente “AmaSónicamente”, su último EP grabado en Taubaté, en las cercanías San Pablo, durante su última gira por Brasil: será el viernes, en Tribus Club de Arte. De esta nueva apuesta artística conversó El Litoral con Martín Pedretti, referente musical del grupo, como así también de sus nuevos proyectos.
Gentileza producción La portada del EP, que fusiona obras del pintor Henri Rousseau con la efigie de Hugo Horacio Dobler, el Abuelo original (el de Pedretti y su primo Lautaro Ruatta, performer del grupo).
Hugo & Los Gemelos presenta oficialmente “AmaSónicamente”, su EP grabado en Brasil que contiene “cuatro comprimidos de amor sónico ensalzado de géneros degenerados: bolero tapatío, pop de culto, rocanroll tolteca y afro mantra beat tuareg”. Será este viernes en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). Las entradas están a la venta en la boletería del local, de 18 a 0, o a través de Ticketway.
El Litoral conversó con el “Brujo” Martín Pedretti, referente musical del multitudinario grupo, para conocer más de este viaje sonoro a través del espacio y el tiempo.
Desde el morro
-Ahora salió “AmaSónicamente”, que fue grabado en San Pablo, Brasil, en diciembre de 2019, que es como otra vida.
-Totalmente.
-¿Cómo salió aquella sesión, y cómo fue el derrotero hasta este lanzamiento?
-Teníamos pensado ir a México de nuevo y no pudimos concretarlo porque el país se fue al demonio, y nosotros también nos fuimos poco al demonio. Habíamos ganado una convocatoria de gira por Espacio Santafesino, para gira internacional, y nos invitaron de Brasil a participar del Festival Geleia, en la ciudad de Taubaté, San Pablo (que está entre San Pablo y Ubatuba que es la playa).
Es un festival que nace de la iniciativa de algunos de los músicos de Yatho, que es una banda que vino a los tres festivales que organizamos, junto con una productora y gente de un estudio de allá. Taian (Cavalca Diniz) es un amigo de esa banda: es ingeniero de sonido y laburó en San Pablo muchos años: cuando Mac DeMarco fue a tocar en el Rock in Rio el le grabó un EP en vinilo, lo llamaron a él para ser el ingeniero de sonido. Grabó a gente grosa. Un amigo que conocí en California.
Cuando se dio de ir a Brasil a tocar a este festival teníamos que capitalizar un poco el viaje, también porque teníamos algunas fechas. Ahí se me ocurrió decirle: “Che, ¿será que podemos grabar? ¿Vos nos grabás?”. “Sí”, me dijo, “coordinemos”. Bangue Estúdio está alejadito de la ciudad, medio en un morrito, mirando a la nada, de madera y piedra: hermoso. Ahí hicimos una sesión de 13 horas y grabamos en sesión conjunta, todos tocando y cantando en simultáneo en el mismo room: si alguien le pifia o desafina, sale.
Los temas que tocamos estaban muy fresquitos, que estuvieron inspirados casi todos en el post viaje a México.
-En lo que había sido la “Guadalagira”.
-Exacto, porque ahí fueron surgiendo, algunos no tenía ni dos meses de vida. Estábamos con batero nuevo, tuvimos dos meses para ensayar; hicimos un show que se llamó “AmaSónicamente” el 7 de diciembre, en el Mercado Progreso y al día siguiente (el domingo) nos fuimos a Brasil a grabar. Lo que ensayamos dos meses fue lo que fuimos a grabar, entonces estaba todo muy vivo, muy fresco.
Imágenes sonoras
-¿Grabaron estas cuatro solamente o hicieron alguna más?
-Grabamos dos más: hay una que viene resistiéndose a las últimas dos grabaciones y no salió; y otra que iba a entrar medio de bonus track pero dijimos: “el tema está bueno, más vale hagámoslo bien y lo grabamos en la próxima; y saquemos esto prolijito, que tiene como una coherencia”. Terminó teniendo un relato.
También lo que pasó es que como la grabación estaba hecha toda el mismo room, por todos los micro entra un poquito de todo. Salvo las guitarras que estaban escondidas, los guitarristas estábamos todos en el mismo lugar, pero sobre todo la batería entrada un poquito. La voz ellos no pensaban grabarla; entonces la grabamos dos temas adentro del room y unos adentro de un baño cerrado. Entonces todo tiene como esa atmósfera cavernosa: nos costó un año y medio procesar lo que habíamos hecho en un día. “¿Qué hacemos? ¿Lo sacamos crudo así o le grabamos arriba?” Y no: ya soy la misma persona, no voy a grabar las voces encima, es muy difícil. Lo que sí grabamos fueron los vientos y unas percus más, de los tres integrantes que no pudieron viajar a la gira.
Eso lo fuimos haciendo gracias a Aitor Aramberry, que fue el encargado de la mezcla; y que entendió este concepto. Él tiene un concepto muy plástico, es un polifacético artista de la música, el diseño la Ilustración y el sonido. Tuvo esa visión plástica que también que lo tiene mucho la tapa: eso de (Henri) Rousseau que tiene un poco lo naif, lo onírico y lo un poco oscuro; muy indefinido, lo-fi.
-La estética del “Aduanero” Rousseau esa es como muy naif, pero el tigre también es terrible, salvaje.
-Sí, pero no es realista. Nosotros somos un poco así: surrealistas y en esto también un poco naif; pero también con esa atmósfera pesada: hay algo detrás, como que no es inocente. A nivel plástico eso también sirvió para entender la mezcla: lo visual y lo musical se van fusionando.
Coherencia
-¿Cómo llegaron al laburo con Aitor? Siempre habían hecho todo el proceso con Ramiro Genevois; acá estuvieron Taian y el equipo de Bangue, Aitor en la mezcla y Ramiro en el mastering.
-La idea original era que nos mezcle Taian; después por una cuestión de presupuesto, y más que de presupuesto de distancia, lo empezó a mezclar el “Pato” (Lucas Fornillo), el guitarrista nuestro, que es sonidista. Pero tenía que ser alguien desde afuera, y que se dedique a eso.
Nos llevó mucho tiempo procesar las tomas, porque eran lo-fi. Imaginate cantar 33 tomas en 13 horas: llegó la hora número 12, teníamos que hacer el último tema, “Equilibra”, y ya no teníamos más voz. Paro a respirar como 30 veces en la canción, pero está esa necesidad del presente: entonces vamos a dejarlo.
Aitor es un amigo que conocí en la Facultad de Diseño, con el que laburé: un crack de la ilustración y del diseño; y canta, es multiinstrumentista. Empezó a laburar con Pacho y Les Limones; cuando escuché lo que estaba haciendo con ellos entendí que él iba a tener la visión plástica: no necesitábamos un sonidista, necesitábamos un artista plástico que sea músico. Porque necesitamos como un Photoshop sonoro: no para afinar cosas ni corregir, sino para encontrar una coherencia dentro de un estilo medio lo-fi, como si fuera una grabación de los años 60, 70; con la calidad de la rusticidad de las tomas, pero que tenga una coherencia estética.
-Como darle el retoque de color.
-Exacto: donde todo quede del mismo color y la mismas texturas. Ahí es donde vi que él nos podía salvar, y estuvieron de acuerdo los muchachos porque el material está parado hace un año y medio. Me di cuenta como él lo iba viendo, como si fuera pintar un cuadro; las voces que nunca se termina de acoplar, y claro: ¿viste que hay colores que se ponen al final?. Esperó la última mezcla, nos fuimos a su casa y estuvimos de las 7 de la tarde a las 6 de la mañana con Facu (Geminiani, ukelele), Nico (Bordón, bajo) y él dándole a la mezcla final. Armamos esas atmósferas qué van cosiendo un poco los temas.
Hicimos un prelanzamiento en todas las plataformas, para que la gente fuera escuchando; de última modificamos algo ahí en el orden de las canciones y quedó armado una especie de cuentito en el orden, en cuanto a las temáticas. Terminó cerrando redondito: son cuatro temas, pero es un hermoso comprimido sónico para meterse.
Salto de fe
-Tiene algo especial pensar que fue grabado antes de marzo de 2020: es como una especie de cápsula del tiempo de la era anterior a lo que pasó después.
-Sí, totalmente. Pero al estar hecho en un estado tan de presente, creo que tiene eso: es una postal también de un momento en el que estábamos. Las postales tienen eso. Ya lo veníamos haciendo con el disco anterior, “Olivar de croa”: grabamos diez músicos y todas las tomas quedaron, no se “pinchó” nada. Eso es algo mágico que sucede con Los Gemelos.
Acá había algún que otro tema que no estábamos seguros que íbamos a tocar, porque no les habíamos llegado a sacar melodía, arreglo. Pero sabes que nos arrojamos musicalmente todos confiamos y todos dieron lo mejor, y los arreglos están espectaculares: una cosa que parece producida y no está producida, es un arrojo, y yo valoro mucho eso. Con los gemelos confiamos en eso, en el arrojo.
-Recién hablabas de este arte de tapa intervenido, el cuadro de Rousseau con el Abuelo Hugo original, y que marcó lo que querían hacer. ¿Estuvo antes que la versión final?
Estuvo ahí paralela, se fueron dando entre las dos, pero es lo que terminó de tener la visión para esas últimas diez horas de mezcla, que tuvimos todos juntos y un poco antes. Como yo también con él laburé mucho en diseño, como ocho años juntos por lo menos; él ya saben lo que yo tengo la cabeza: le pasó cosas y enseguida me interpreta. Tuvimos la suerte de que ya conectábamos desde lo visual. De ahí pudimos pasar a lo musical, y fue una cosa que alimentó la otra y viceversa: una cosa inspiró la otra y terminó ayudándole a cerrar.
Una aclaración: son varios cuadros, no vas a encontrar “el cuadro” fotomontados, más el fotomontaje del Abuelo. Entonces es como un cuadro nuevo, que nunca hizo, no es que le pusimos la cara del Abuelo a un cuadro y punto.
-Tomaron la estética general.
-Y se logró en el collage lo mismo que se logró con la mezcla, que parece que es así. Son un montón de cuadros, y todos tenían cromatismos muy diferentes: si ves el del tigre es súper flúor y el del fondo es súper lúgubre.
En el éter
-En pandemia hicieron el show radiofónico “Salida Interior - Radiosonía Distópica”. Se había hablado de masterizarlo y editarlo. ¿Está esa idea todavía?
-Sí, totalmente: para mí es el mejor disco de Los Gemelos. Está esa idea, sigue vigente; lo que pasa es que no queríamos superponerlo con el lanzamiento de este disco. Tenemos una gira planeada que empieza el viernes y después el mes que viene nos vamos a Paraná, el siguiente vamos a Rafaela, Buenos Aires y La Plata, y termina en Resistencia y Formosa en abril; tenemos fechas todos los meses, una o dos por lo menos. Más o menos para la mitad, antes de ir a Buenos Aires, creo que vamos a estar liberando “Salida Interior”.
Para mí fue ese experimento pandémico, donde también pudimos liberar un poquito de lo que estaba trabado de “AmaSónicamente”: como hacer una pequeña muestra gratis ahí. En un show que se hizo bueno con grabaciones de celular en un 50%, y de tomas extraordinarias de ensayos y de zapadas. Con Lautaro nos juntamos dos días a grabar encima, y parecía que estábamos desfasados de espacio-tiempo. Lautaro escuchaba en vivo a la toma; la toma paraba de golpe y él paraba de golpe. Una cosa de locos: pasaba como en el show, pero el audio se había grabado un año y medio antes, él lo estaba escuchando por primera vez, y lo estaba interpretando. Ya conoce la banda. Para mí fue como un show, pero hecho en la consola. Lo mezclamos con Pato, tiene un poquito también del primer disco, de todos los efectos sonoros, el diseño sonoro: la jungla, con algunos guiños chistosos escondidos, entre los animales que se pueden escuchar: ruge un jaguar y se escucha el benteveo que le dice “bicho feo, bicho feo”. Esas cositas que nos gustan.
Y en el otro también: estábamos grabando, pasa un tipo: “baterías viejas”, lo grabamos y lo metemos; o un sapo croando. También grabaciones de músicos callejeros de México: el organillero; se escucha a un saxofonista que tenía todo el saxo doblado, roto, pero tenía también el corazón roto, se escuchaba; y enganchamos el final de un solo de saxo con esa música de afuera.
Eso también es parte: al tener también un origen Hugo & Los Gemelos de “Póker de sotas” está lo radioteatral: es el diseño, la radio, el teatro, la música, el psicoanálisis. Se mezcla todo, creo que eso es lo rico del proyecto.
Reencuentro
-Este viernes vuelven a los escenarios. ¿Cómo fue volver a preparar un encuentro, siempre especial como los plantean ustedes, y qué expectativas tienen?
-Habíamos cambiado de batero para la gira de “AmaSónicamente”: estuvo Emi Lucero en la batería. Después él se fue a vivir a Córdoba, ahí estuvo pandemia, dispersión un poco. Nos habían llamado a inaugurar el Anfiteatro, en 15 días teníamos que ensayar de lunes a viernes toda la mañana con un baterista nuevo durante dos semanas; y apareció Bruno Gramaglia: muy firme el batero, y la plataforma de la base estaba muy sólida; entonces se soltó mucho más la música y nos motivó muchísimo a volver a ensayar de lunes a viernes (para ese momento ahora no es así).
Tuvimos un show en Tribus hace 40 días, que fue como la vuelta, donde hicimos el show más largo de la historia: fueron 17 canciones donde generalmente son 13, a lo sumo habremos hemos hecho 15; un show de una hora 55. Ahora vamos a hacer 19 ó 20 canciones: vamos a tirar casi todo el repertorio. Vamos a recorrer todo, y va a ser un show de dos horas, dos horas 10 máximo, porque va haber varios enganchados.
Con la apuesta también de estar presentando un nuevo disquito: el anterior no lo pudimos presentar porque nos fuimos a México y lo presentamos allá; El primero fue una fiesta total en Fomento 9 Julio. Es revivir un poco eso, vuelve también el roce al público: se puede está rozando, transpirando y bailando, y eso un montón. Entonces hay mucha expectativa desde ese lugar: va a ser una fiesta.