Parecen haber encontrado el lugar perfecto para construir sus nidos. ¿Hay que retirarlos o preservarlos? La opinión de un especialista.
Es llamativa la gran cantidad de nidos de hornero que fueron construidos trabajosamente por estas aves durante los últimos tiempos sobre las farolas de la remozada plaza San Martín, en el corazón del microcentro santafesino, entre las calles 1 de Mayo, 1 Junta, Tucumán y 9 de Julio.
Al recorrer ese paseo público que fue restaurado en 2019, incluso se pueden ver verdaderos "duplex" de horneros, uno sobre el otro. Todo un símbolo de prosperidad de este, que es considerado el ave nacional. Ello fue lo que le llamó la atención al reportero gráfico de El Litoral, Mauricio Garín, que retrató los "hogares" de día, y convidó luego a su colega Manuel Fabatía a que lo haga de noche.
Las farolas en cuestión parecen tener un diseño ideal para que los horneros apunten allí a la hora de elegir a dónde construir sus nidos. Es que debajo de la tapa o techo de las columnas, a donde cuelgan los apliques de las luces, se forma un espacio que pareciera "ideal" para las aves que durante días y días trasladan a vuelo los vegetales, crines, estiércol y pequeñas piedras, material que mezclado con el barro les sirve para construir sus nidos, con forma de horno de barro.
Sabido es que el hornero construye su nido principalmente entre los meses de abril y junio, entre tres y cuatro meses antes de poner los huevos de los que nacerán los pichones. Suelen elegir postes de alambrados, tendidos eléctricos, aleros de casas y cualquier saliente donde se encuentre a gusto. Y se ve que en estas farolas lo están, y muy bien. En otras ocasiones han elegido también los semáforos de la ciudad.
"Al nido lo construye la pareja y el tiempo que les demanda depende de la disponibilidad de materiales", apunta el ornitólogo local Pablo Capovilla, que edita la publicación sobre aves "El pajarito Silbón". "En zona a donde hay sequías demoran más tiempo que en las zonas húmedas", agrega.
"Lo usan sólo una temporada, luego el nido pasa a tener un rol ecológico importante para otras especies que nidifican cuando los horneros lo abandonan", señala Capovilla en diálogo con El Litoral. El jilguero dorado, la golondrina parda, la monjita blanca, el coludito copetón, los gorriones, son algunas de las especies que se "mudan" al horno de barro que con tanto esmero levantó la pareja de horneros.
Consultado respecto de si se puede remover un nido de hornero del lugar donde fue levantado, Capovilla explica que "en caso de ser necesario, se lo debe remover en otoño o invierno, porque la época reproductiva de la gran mayoría de las aves es la primavera y el verano". Y agrega que "está bueno reubicarlos en otro lugar".
De las palabras del ornitólogo se desprende la posibilidad de que los nidos puedan ser retirados de las farolas sin necesidad de destruirlos. Y podría ser una actividad comunitaria interesante hacerlo con la participación de niños y destinarlos a otro sector.
Más allá de impedir que la farola ilumine la plaza como se pretende, el nido de los horneros sobre las mismas trae suerte. Eso dice el mito popular. Y si ello ocurre en una casa, quiere decir que allí no faltará el pan.