"Cuando pasó lo de Ana Alurralde sentí que reviví el momento en que mi mamá desaparece"
Era apenas una beba de un año cuando Marta, su mamá, la besó por última vez antes de ir a encontrarse con su marido. Tres décadas después, Daniela Fernández cuenta cómo sobrevivió y el impacto que le produjo saber que su padre había matado a Ana Alurralde, a la que quiso como una segunda madre.
Pablo Aguirre Me criaron con ésto de que él (su padre) había tenido que ver con la desaparición de mi mamá , contó Daniela en una extensa charla con El Litoral.
La decisión judicial de "desarchivar" y volver a investigar la desaparición de la profesora de Educación Física, Marta Romero, ocurrida a fines de la década del 80 en Santa Fe, movilizó a Daniela, su única hija, a contar una historia que llevaba años silenciada. Cómo fue su infancia y la relación con su padre. Qué recuerdos guarda de aquella mujer que se esfumó a los 27 años. Y qué le diría a aquellos jueces que no fueron diligentes con la búsqueda de su mamá...
Su rostro trascendió por primera vez en 2019, cuando su padre, Santiago Daniel Fernández (68), fue detenido y acusado de matar a golpes a su última pareja, Ana María Alurralde, a quien Daniela quiso como una mamá postiza. Nunca habló públicamente, hasta hoy.
__¿Qué fue lo primero que pensaste cuando te dijeron que Ana no estaba, que había desaparecido?
__Ese día Daniel me llama por teléfono temprano y me dice que habían entrado a robar y que Ana no estaba. Cuando me dijo "Ana no está", sentí algo en el pecho tan horrible que no te lo puedo explicar. Yo ahí ya supe que no habían entrado a robar y que había algo mal con él. Más que nada porque Ana, unos 15 días antes, había hablado conmigo porque él estaba más agresivo, con cambios de personalidad. Sentí algo espantoso, ese presentimiento y eso de "por favor que no sea", fue como transitar una pesadilla.
Gentileza Daniela Fernández Siento una conexión fuerte con mi mamá, no sé cómo explicarlo, siento que está , dice Daniela, que guarda un ropero lleno de recuerdos.
"Siento una conexión fuerte con mi mamá, no sé cómo explicarlo, siento que está", dice Daniela, que guarda un ropero lleno de recuerdos.Foto: Gentileza Daniela Fernández
Él le insistió en que fuera al trabajo, "como si no hubiera pasado nada", recuerda Daniela, que lejos de hacerle caso, fue a su encuentro en la Comisaría 6ta. de barrio Barranquitas. "Cuando llego a la comisaría ese viernes (18 de octubre de 2019) él decía que estaba durmiendo porque había tomado una medicación; no quiero entrar en detalles, pero lo escuché mentir. Simplemente lo escuché mentir y sentí en el pecho que había algo muy mal que yo no quería ver ni saber".
La expresión en el rostro de Daniela contradecía el relato de su padre, por eso el sumariante los separó y le preguntó a ella si tenía algo para agregar. "En ese momento le dije que con mi mamá pasó exactamente lo mismo. Y ahí fue que todo se enfocó en él. Para mí no era casualidad que pase lo mismo".
__¿Cuál era en ese entonces tu relación con él?
Gentileza Daniela Fernández En el barrio, madre e hija frente a la parroquia Del Huerto de avenida 7 Jefes y Pedro Zenteno.
En el barrio, madre e hija frente a la parroquia Del Huerto de avenida 7 Jefes y Pedro Zenteno.Foto: Gentileza Daniela Fernández
__Al principio, cuando era muy chica, yo vivía con él. Hasta que a los 4 o 5 años me mandó a vivir con mi abuela materna y mi tío, que es el hermano de mi mamá. Me criaron con ésto de que él había tenido que ver con la desaparición de mi mamá. Siempre le tuve mucho miedo, por eso mi vínculo era muy escaso. Me llevaba a la escuela y me traía. Mientras fui menor de edad, él me llevaba y me traía (su padre era remisero), lo mínimo, yo iba en el auto y no hablaba con él, nada.
Con el correr del tiempo "empecé a hacer terapia", tenía 15 años y "nunca más paré", reconoce Daniela, que encontró un punto de apoyo para poder reencausar su vida.
Gentileza Daniela Fernández Quiero saber dónde está para aunque sea enterrarla , dice Daniela sobre esta nueva oportunidad que se abre en la Justicia.
"Quiero saber dónde está para aunque sea enterrarla", dice Daniela sobre esta nueva oportunidad que se abre en la Justicia.Foto: Gentileza Daniela Fernández
__¿De qué manera te ayudó la terapia?
__Más que nada por estas ausencias y esto de tener cierta desconfianza con mi papá que -entre padre y madre- era el único que estaba y yo no podía confiar en él. Aparte de eso, cuando yo era chica le preguntaba todo el tiempo por mi mamá y lo único que me decía era "yo no se nada", esa era toda su respuesta. Nunca entraba en detalles.
En esa búsqueda por salir adelante, entre 2013 y 2014 "encontré una terapeuta que me insistió mucho en este vínculo con él, que tenía que recuperar los años perdidos y que si no había pruebas de nada, podía ser que fuera inocente, entonces me insistía para que me acerque a él y establezca el vínculo, más que nada porque yo lo necesitaba, necesitaba tener un vínculo familiar". Entonces "me permití acercarme, ir a la casa a comer, muy de apoco y cada vez más seguido y ahí fue que mi vínculo con Ana (Alurralde) se hizo más fuerte, porque era una persona hermosa".
Una incoherencia
A pesar de sentir que de a poco empezaba a recuperar ciertos afectos, "para mí no era fácil entender que la persona que era mi papá haya hecho desaparecer a mi mamá y esté ahí llevándome a la escuela, no tenía coherencia. No fue fácil digerir eso, nunca. Creo que hay cosas que son tan dolorosas que uno no las quiere ver ni aceptar nunca". Por eso "cuando pasó lo de Ana (su desaparición y femicidio) ese día entré al infierno. Era la realidad, la que nunca quise ver", confiesa.
El femicidio de Ana Alurralde y la condena a prisión perpetua para su concubino Daniel Fernández, abrió un nuevo capítulo en cuanto a la desaparición de Marta Romero, que fue esposa de Fernández, allá por la década de 1980.
__¿Qué expectativas tenés de la reapertura del caso de tu mamá, qué esperás?
__No me quiero ilusionar. Lo único que para mi sería ideal es que se sepa la verdad. Justicia ya hubo por Ana y eso me basta, pero que se sepa la verdad por lo de mi mamá. Yo no tengo dudas de que él tuvo que ver con lo que pasó. Los relatos de mi abuela con los detalles de ese día en que mi mamá desaparece, son tan evidentes, yo no sé la Justicia de ese entonces, pero eran cosas tan evidentes que se repitieron con Ana. Por eso el día que pasó lo de Ana yo sentí que reviví el momento en que mi mamá desaparece. Fue tremendo.
__¿Y tu abuela Elsa cómo está?
__Me acuerdo de acompañarla o escucharla hablar por teléfono cuando le hacían notas para el diario o la radio. Ella en este momento tiene demencia. Está en un hogar. En 2019 cuando pasó esto de Ana, ella estaba entrando en la demencia. Tenía momentos de lucidez y ausencias y le conté. No sabía cómo contarle y se lo escribí, porque si se lo decía se lo olvidaba después. Entonces se lo anoté, lo leyó un montón de veces, se quedaba tildada como en la nada y me decía "al fin se hizo justicia", porque yo le había dicho que él estaba preso sin especificar el motivo. Después se olvidaba, lo leía y así. Tiene 88 años.
__Tengo un montón de fotos. Y estoy durmiendo en la pieza de ella, donde hay un ropero lleno de papeles y fotos de ella. Yo la conocí a través de todo eso y de lo que me contaba la gente que la conoció. Hace dos años me volví a encontrar con la mejor amiga de ella y fue como si nos conociéramos de toda la vida. Me habló de ella y era conocerla a través de su amiga. Es muy loco porque somos muy parecidas en todo, y hasta cuando hablo o me expreso tengo los mismos gestos. Gilda, la amiga de mi mamá, me quedaba mirando como si no lo pudiera creer. Siento una conexión fuerte con mi mamá, no sé cómo explicarlo, siento que está.
__¿Qué pensás del cambio que hubo en todo este tiempo en la Justicia sobre la cuestión de género?
__Que en algún momento teníamos que evolucionar, no podíamos vivir así, normalizando tanta violencia con respecto al género. Había que poner el límite, si bien en algún punto estábamos acostumbrados y eso era lo normal. Al día de hoy, siendo mujer, todavía vivo cosas que tiene mucho que ver con esto de la discriminación, diferenciación y me parece fantástico que empecemos a evolucionar, aunque es un proceso que lleva tiempo desaprender.
__¿Qué le dirías a los jueces que no investigaron o no tomaron en serio la desaparición de tu mamá?
__Es una pregunta muy difícil. Yo a lo largo de mi vida he hecho borrón, borrón y borrón, porque lo que uno siente es mucho rencor y enojo y eso no me servía para nada. Más las ausencias y las carencias que tuve que pasar en mi vida. No sabría ni que contestarte en este momento, pero si los tuviera enfrente capaz que les diría que todo vuelve y que han arruinado familias. Se podrían haber evitado muchas cosas, no quiero hablar desde el odio y el dolor, pero no entiendo la poca conciencia que tuvieron.
__¿Vos quisieras que tu papá diga dónde está, o qué hizo con ella?
__Cuando pasa lo de Ana y él confiesa, yo me empecé a desesperar. Lo fui a ver varias veces y hablé por teléfono con él en la cárcel, y en todas le pedía lo mismo: "Decime dónde la pusiste, decime dónde está, decime dónde la dejaste". Le decía: "Yo ya sé que fuiste vos"; "no me importa, ya está, pero quiero saber dónde está para aunque sea enterrarla". Estando preso, él me pedía que lo ayudara con trámites, con los abogados o los remedios, y a cambio me decía que me iba a contar. O sea, me tenía extorsionada y no me contaba nada. "Yo te voy a contar la verdad si vos me solucionás esto o aquello", me decía.
Gentileza Daniela Fernández Una cámara de El Litoral registró a Daniela en 2019, en el subsuelo de tribunales, cuando su padre fue imputado por el femicidio de Ana Alurralde.
Una cámara de El Litoral registró a Daniela en 2019, en el subsuelo de tribunales, cuando su padre fue imputado por el femicidio de Ana Alurralde.Foto: Gentileza Daniela Fernández
"Buscar sanar"
Su nombre es Daniela Belén Fernández, tiene 34 años, trabaja en una obra social. Estudió Administración de la Salud, pero abandonó en 2019, faltándole 3 materias para recibirse de licenciada, ya que su vida cambió rotundamente.
En 2020 hizo un posgrado en la UNL de neurociencias, terapias cognitivas, inteligencia emocional y mindfulness. Para 2022 piensa seguir estudiando una carrera afín, ya que encontró en estas disciplinas una nueva pasión.
En la actualidad estudia inglés y su mayor terapia es bailar y entrenar, como hacía su madre.
"De tanto buscar sanar he aprendido muchas cosas sobre emociones y heridas del alma. Siento que es muy importante aprender a gestionar las emociones, para en vez de reaccionar impulsivamente sepamos responder con responsabilidad. Sin herramientas para la vida, para vincularnos de manera sana".