Lucky Luke: 75 años del cowboy más rápido que su propia sombra
El personaje fue creado por el belga Maurice de Bévère, dibujante conocido por el nombre artístico Morris. Lo publicó por primera vez el 7 de diciembre de 1946 en el almanaque Siprou. Más tarde el creador de Astérix, René Goscinny, se convirtió en guionista exclusivo de la serie, dando paso a su época de oro, que se extendió por 22 años.
Gentileza Libros del Zorzal Oscilante entre la parodia y el homenaje respecto al imaginario del Lejano Oeste norteamericano, Lucky Luke figura entre los cómics europeos más populares del siglo XX.
El martes 17 de julio de 2001, en Bruselas, falleció Maurice de Beveré. El mundo lo conocía mejor por su nombre artístico Morris y, sobre todo, por una historieta surgida de su imaginación: Lucky Luke, el cowboy que dispara “más rápido de su propia sombra”. Cuyas aventuras plagadas de acción, suspenso y humor se habían diseminado para entonces en 350 millones de álbumes vendidos por todo el planeta.
Luke había aparecido por primera vez en las páginas el 7 de diciembre de 1946, cuando Morris lo publicó en el almanaque Spirou. Pero alcanzó su estatus de leyenda cuando, un tiempo después, René Goscinny (el creador de Astérix) pasó a ser el guionista exclusivo de la serie. Un trabajo que realizaría durante veintidós años que, en perspectiva, constituyen la etapa dorada del personaje.
Básicamente, Luke es un gunfighter solitario que recorre el Salvaje Oeste con su caballo Jolly Jumper, el más inteligente y veloz de Estados Unidos. Resuelve conflictos, enfrenta villanos como los hermanos Dalton, sus enemigos de siempre a los que tiene que devolver invariablemente a la cárcel, Billy The Kid, Jesse James y Phil Defer, entre otros. Interviene en hechos históricos, como el tendido del telégrafo y la fiebre del oro y trata siempre de ayudar a los más débiles.
Hoy sus aventuras siguen vivas gracias a los guiones del humorista gráfico Jul y los dibujos del historietista Achdé, quienes hace un par de décadas asumieron el desafío de continuar con el legado dejado por Morris y Goscinny.
El imaginario del Salvaje Oeste
César da Col, el máximo especialista en historieta belga de Argentina, sostiene que el origen de Luke obedece a que Morris era un fanático de la iconografía generada en torno al género del western en los estudios de Hollywood. Que, como el cineasta John Ford demostró en “El hombre que mató a Liberty Valance” (1962) se nutrió muchísimo más de la leyenda que de la realidad.
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Foto: Gentileza Libros del Zorzal
“La industria cultural norteamericana no solo abastecía al mercado interno de Estados Unidos, sino que se expandía por todo el mundo. En películas, programas de radio, seriales e historietas. Esa exportación cultural fue fuertísima y el western fue un género popular. Todo eso influyó en autores de otros lugares”, explica da Col.
En el caso concreto de Morris el impacto fue tal que, después de haber creado a Lucky Luke, viajó a Estados Unidos junto con su mentor, el también historietista Jijé (Joseph Gillain) y André Franquin con la idea de conocer a Walt Disney. “Además del western, lo que generó Disney como industria cultural de exportación desde Estados Unidos, fue también muy fuerte. Sus películas influyeron a los dibujantes de todo el mundo”, precisa César.
En definitiva, hay que entender a Estados Unidos como una gran exportadora de cultura. “Lo cual, por un lado, es bueno, pero si no tenés algo para hacerle frente desde tu país, te absorbe”, considera el especialista en historietas.
El toque de Goscinny
Tras su alumbramiento en 1946, con algunas características diferentes a las que tiene en la actualidad, Lucky Luke protagonizó varias aventuras que Morris creó en solitario. Hasta que percibió que no le podía dar más a las historias. “Se dio cuenta que necesitaba su McCartney”, dice da Col, utilizando una metáfora beatleiana. Ahí fue cuando apareció en escena el guionista franco-argentino René Goscinny.
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“Lo que Goscinny le brindó a Morris es que, además de todo ese imaginario romántico del Oeste que diagramó Hollywood, ahondó mucho y empezó a meter muchos condimentos históricos verdaderos en las aventuras de Lucky Luke, a través de pequeños detalles”. Un ejemplo del “toque” Goscinny es “El hilo que canta”, donde aparece, con muchas licencias y humor, la historia del telégrafo en Estados Unidos.
“El trasfondo histórico es una constante en los guiones de Goscinny. No es que lo presenta directamente, sino que el lector va entrando hasta quedar inmerso en la historia. Son guiones muy bien armados. Parecen películas de aventuras con mucho humor, pero con un contenido histórico siempre presente”, analiza da Col.
Las mejores aventuras
Para César Da Col, es muy difícil señalar cuáles fueron los mejores álbumes entre los más de ochenta que existen de Lucky Luke, ya que hay muchos que tienen elementos que los engrandecen de distintas maneras. “Yo te puedo nombrar tres, vos me vas a nombrar otros tres y yo te voy a decir, esos también”, dice, entre risas.
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Sin embargo, admite que le gustan particularmente “El emperador Smith”, que también está basado en un hecho histórico real, al igual que “El hilo que canta”. Los otros álbumes que le parecen redondos a da Col son “El pie tierno”, “La diligencia” y “Billy The Kid”.
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Los clásicos no mueren
Para los fanáticos de la historieta, la buena noticia es que Libros del Zorzal reeditó toda la colección de Lucky Luke con traducción propia, en un abanico que va desde los legendarios álbumes ideados por la dupla Morris-Goscinny, como “La diligencia”, “Tortillas para los Dalton”, “Calamity Jane” y “El 20° de caballería”, hasta otros más nuevos como “Un cowboy en París”, de Achdé y Jul. Autores que, según Da Col, están a la altura de la circunstancias a pesar de ser conscientes de que jamás se podrá alcanzar el nivel de la dupla Morris-Goscinny.
Lucky Luke ha cambiado bastante con el paso del tiempo. En los ochenta, abandonó el eterno cigarrillo que tenía la comisura de los labios. En 2018 cruzó el Atlántico para visitar París. Y en 2020 una aventura suya llamada “Un cowboy entre algodones” le otorgó, por primera vez, protagonismo a los negros.
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Sin embargo su esencia no ha variado. El final de sus andanzas siempre es el mismo: Luke cabalgando, solo, hacia el horizonte mientras canta “I’m a Poor Lonesome Cowboy”, en busca de nuevas aventuras. Porque, como dice César Da Col, el mensaje es claro: lo que importa no es el final, sino el camino transitado.