El programa que integra la grilla de Mega Santa Fe festejará el viernes en el Camco con un encuentro centrado en el punk rock, con la presencia estelar de una de las grandes bandas del país junto a Runa, Las Kabras (ambas de Santa Fe), Uglys (Paraná) y 4 Sudakas (Rafaela). En la previa, El Litoral habló con Fernando Rossi, actual cantante de la agrupación que fundara Ricky Espinosa, para conocer más sobre el presente del proyecto.
Gentileza producción Formación 2021: Luis Gribaldo, Fernando Rossi, Bruno González, Maikel de Luna Campos (integrante de Kapanga, la última incorporación) y Sergio Lencina.
Rock&Rolla, el programa que se emite por Mega Santa Fe, festeja su tercer aniversario a puro punk Rock, con un festival que cerrarán los míticos Flema. Será este viernes, desde las 20, en el en el Centro Cultural Camco (Pedro Víttori 4300). En la ocasión también actuarán Runa, Las Kabras (ambas de Santa Fe), Uglys (Paraná) y 4 Sudakas (Rafaela). Las entradas se pueden solicitar al Instagram @rocknrolla_983, donde también se pueden consultar los puntos de venta físicos; también se pueden pedir a las bandas participantes.
Aprovechando la visita, El Litoral conversó con un histórico de Flema: el ex bajista y actual cantante Fernando Rossi, referente de la formación que hoy completan Luis Gribaldo (guitarra), Sergio Lencina (batería), Bruno González (bajo) y Maikel de Luna Campos (guitarra).
Cápsula del tiempo
-En el evento de Rock&Rolla un poco van a estar presentando “Una noche con Los Ramones”; esta edición de aquel show de octubre del 95. ¿Cómo salió esta idea de publicar el año pasado este material, que es como una especie de viaje en el tiempo?
-La verdad es que apareció la cinta, por decirlo de alguna manera, hacía dos o tres años; y estábamos esperando el momento para editarla. Siempre por una cosa o por otra se me ha retrasado todo y en la pandemia tuvimos demasiado tiempo para hacerlo. El video ya lo teníamos, lo tengo desde aquella época, pero no teníamos el audio. Y bueno se conjugaron las cosas: el tiempo en la pandemia y también se venía el aniversario de Ricky (Espinosa): creíamos que era un buen momento para sacar esto. Y más que nada para la gente: creo que es la primera vez que lo ven a Ricky cantando con un audio bueno en video. Generalmente todos lo que hay grabado es con audio de cámara. Y el audio está bastante bien.
-¿Dónde apareció ese master de audio?
-Lo consiguió el que viene a ser mi socio en la producción de los vinilos y los CD, que es Maxi Bueno de Pinhead Records: no me preguntes cómo lo consiguió (risas). Dijo: “Mirá, conseguí esto”. Lo escuché primero, lo masterizamos un poco porque, no era una cinta abierta: era un “left-right”, por decirlo de alguna manera; a lo que estaba grabado ahí no le podías subir la viola. Pero tenía un audio bastante bueno, sin ruido, y por eso decidimos editarlo.
-¿Cómo fue hacer el corto documental con el Tano Nieto? Que además se hizo en pandemia.
-El Tano es un amigo, siempre que puede nos da una mano. Y no dudé un segundo en primero confiarle el videocassette; lo había digitalizado hace unos años y no lo encontraba; le tuve que enviar con una motito el cassette hasta Palermo. Él a su vez lo llevó (porque como es periodista tenía permiso de circulación) hasta uno de esos lugares donde digitalizan cintas. También teníamos el cagazo de “uh, hace cuánto que no la vemos, no anda más”: que ya no sirva. Por suerte todos los planetas se alinearon y todo se ve bien, pudimos hacer toda la movida: quedamos todos contentos.
-Cuando ves eso, lo ves a Ricky a pleno, en una fecha que fue histórica. ¿Cómo se ve ahora, y qué recuerdos te vienen de esa noche?
-Es un viaje en el tiempo, como dijiste, de alguna manera. El cassette hacía 10, 15 años que no lo veía; alguna vez lo había visto, obviamente. Pero cuando era más reciente: creo que después de que murió Ricky no lo vi más eso, lo vi antes. Un poco de nostalgia, también, porque esa formación no está más, Ricardo está descansando en paz; la juventud que también uno ha perdido: te ves ahí con casi 30 años menos.
Son un montón de sentimientos: fue una fecha como decís histórica para Flema; si bien no fue una explosión después de eso, fue una especie de empujón para arriba. Y un gran recuerdo haber tocado en el Estadio de Obras y todo lo que significa en ese marco.
El regreso
-La muerte de Ricky fue un golpe, y la banda en ese momento cortó su historia por un tiempo. ¿Cómo fue el momento en que dijeron: “Che, bueno, queremos volver a ser Flema”, en tu caso ponerte al frente de la voz. Ya pasaron casi 15 años de la vuelta, y han estado tocando todo este tiempo.
-Pepe Carballo, que era el batero que tocaba en ese show con los Ramones, había viajado a la Argentina; hacía muchos años que estaba radicado en España. Si bien no era el único baterista que tocó en Flema era uno de mis preferidos, por decirlo de alguna manera. Yo sentía que si hacíamos una vuelta tenía que ser una formación más histórica: la original era imposible, porque si ibas a buscar a los originales de Flema se dedican a cualquier cosa menos a tocar: mejor los dejamos en la casa.
Me da mucha gracia, porque por ahí ves músicos originales que tocaban en los Ramones: no sabía, aparecen ahora (risas). Hace poco me enteré que los Stones tuvieron otro batero, antes de Charlie Watts: cómo se habrá arrepentido ese muchacho, no les veía futuro: un tal Thompson.
-Todas las bandas tienen uno que dice “por acá no va”.
-Claro: “Esto no funciona, me voy”. Volviendo al tema, me reuní con Pepe, no pensando en eso: nos juntamos porque hacía muchos años que no nos veíamos. No me acuerdo si él sacó el tema, que justo ese año 2007 iban a hacer 20 años del debut de la primera formación. También hablamos de cosas: él en su momento se fue mal de la banda, cerramos un par de cosas. Nosotros hicimos una despedida, dejamos de tocar, pero con el cadáver caliente de Ricky: era una despedida pero medio que también un sepelio.
Ya habían pasado varios años, cinco o seis, y dijimos: “¿Por qué no hacemos un show?”. Nos planteamos: “Nos va a putear media humanidad”. Y enseguida llegamos a la conclusión que uno tiene que hacer lo que quiere: si pensás en lo que ya eran haters, que en esa época no se les decía así, pero ya existían. A nosotros con Topos, que era otra banda, con otro nombre y otro cantante, también teníamos gente que le daba bronca que hiciéramos otro proyecto.
Pusimos en la balanza los pro y los contra, y dijimos: “Vamos a hacerlo”. Ahí fue que decidimos hacerlo con Gonzalo (Díaz Colodrero), con Luis y con Maxi (Martín): era una formación que ni siquiera habíamos tocado todos juntos, pero sí Pepe se llevaba muy bien con Gonza, Luis y conmigo; a Maxi no lo conocía.
Empezamos ahí, hicimos do o tres ensayos: eso fue en enero, febrero de 2007. Más o menos planificamos todo: yo me iba a encargar de la producción, de preparar todo para que él viniera un mes antes, y así fue. Mientras tanto seguimos ensayando con Sergio Lencina, que es batero actual: quedó como una especie de suplente y después pasó a titular. Le dimos para adelante, y la verdad que nos fue muy bien. Ahora pasaron casi 15 años y seguimos tocando.
-En un momento pensaron: “Es mejor seguir por acá”.
-No sé si era mejor. Lo que pasaba es que en Topos había un problema: el cantante (Lucio Bonvencchiato) había conseguido un trabajo en España, se iba seis meses al año. El último disco que habíamos sacado, “Día, tarde y noche”, salió en julio y él se fue en agosto. Era medio un dolor de huevos. ¿Qué hacíamos seis meses? ¿Nos rascábamos? Aparte iba a trabajar, no te podías enojar para algo que era necesario para un amigo.
Eso también creo que ayudó un poco, porque sabíamos que una cosa o la otra, que las dos no podían coexistir permanentemente: o era Topos o era Flema, y se terminó por lo menos hasta ahora la carrera de Topos. Me acuerdo que Luichi me dijo: “Y dale, vamos a volver, si Lucio está en España”. Obviamente que funciona mejor, porque las canciones son más conocidas, la banda es más conocida. Topos tuvo una carrera muy corta, de cinco años, donde hicimos dos discos; también viajamos por todos lados.
A mí me dio muchas satisfacciones, y si el proyecto hubiera continuado no sé si hubiera llegado a ser como Flema, porque no es tan fácil ser como Flema: una de cada mil bandas. Pero sí andaba bien. Fue una serie de situaciones que se dieron que llevaron a eso.
Sinfonía punk
-Antes de la pandemia, en 2019 había salido “Flemafónico”. ¿Cómo salió ese proyecto, con la orquesta y los invitados?
-Cuando se planteó de tocar con una orquesta, que fue una idea que tuve con el director del Teatro Roma de Avellaneda (Roberto Mariani); me ofreció la orquesta, en un momento íbamos a hacer una especie de acústico en el Teatro Roma, porque era con butacas. Cuando estábamos pensando en el nombre ahí en la reunión con el director, digo: “Los acústicos ya están re quemados; en los 90 se hicieron los acústicos de MTV”. Me dice: “¿Por qué no lo hacés con la Sinfónica?” (risas). Primero me reí, y cuando lo visualicé en mi cabeza fue otro tanto: lo primero que pensé fue en Metallica en San Francisco (sacando la distancia con Metallica). Nos vestimos de negro y somos Metallica (risas).
Me encantó la idea; después llevarlo a la práctica fue más fácil de lo que pensamos: lo que teníamos que hacer era tocar un poquito más lento y más derecho. No era que teníamos que hacer una exigencia musical que no nos daba el cuero: todo lo contrario, era más fácil. Lo que sí teníamos que tocar con metrónomo, el baterista ya estaba acostumbrado.
Después con la orquesta fue un ensayo: ellos leen la partitura, van y tocan. No es tan difícil. Los arreglos los escribieron Agustín della Croce y Leo Minig, que uno es mi cuñado y el otro es un amigo. Yo les dije por dónde quería que fueran los arreglos: les ponía temas de los Beatles; más allá de que no había un antecedente de una banda de punk rock con el tipo de melodía de Flema, hay bandas que tienen ese tipo de melodías y arreglos orquestales. Me lo imaginé en mi cabeza en un segundo, y creo que salió, se pudo concretar.
Obviamente lo grabamos, porque sabíamos que quizás iba a ser la única vez en la vida que lo hiciéramos. Después lo hicimos dos veces, entonces entre los dos shows editamos un disco.
-¿Era una orquesta estable?
-Claro: en el Teatro Roma tocamos con la Orquesta Sinfónica Municipal de Avellaneda. Y en la Sala de las Artes de la Ciudad de Buenos Aires contratamos nosotros la orquesta, bastante más reducida, de 20 músicos.
Toda una experiencia: imaginate tipos grandes... Las orquestas son muy sindicalistas, de hecho tienen un sindicato, un representante: no hablás con todos. Al principio nos bocharon un par de temas: “este tema no, este no”. Había uno que no entendía: “No te dejaré”. “¿Por qué no?”. “Porque dice: ‘vos sos la nena más blanca de acá’”. “¿Con eso te asustás?”, le digo (risas), “porque no escuchaste los otros temas”. La verdad que era el tema más inocente de Flema, en comparación con otros que tocamos esa misma noche. Le dijimos “está bien”, para no discutir, lo sacamos de la lista y pusimos otro.
Había como una desconfianza: “Nos van a escupir”, los tipos no querían saber nada con eso. Ya cuando nos conocieron en el ensayo vieron que no éramos tan inadaptados; y cuando vieron que la gente aplaudía a full, cantaba todos los temas, pero no hizo ningún quilombo, terminamos a los abrazos con el primer violinista, con todos: estaban re contentos. No estaban acostumbrados para nada a tocar con un público así: para ellos rock debe ser Nito Mestre, lo más pesado que tocaron. La flasharon un poco, para bien.
Presente activo
-La edición del disco y el documental los mantuvo ocupados y les dio algo que mostrar durante el tiempo en que no se podía tocar. ¿Cómo están viviendo esta etapa en la que se puede volver a girar por el país, y volver a recorrer cada ciudad?
-Con mucha expectativa de que no se corte; de que no aparezca el Covid-2021, o la variante no sé qué mierda. Todavía uno está a la expectativa de eso. Sí, se está reactivando, ya estamos en conversaciones con varias provincias, con algún país limítrofe. Tampoco nos queremos ir muy lejos a la aventura, porque no estamos para quedarnos varados en México: “Uh, cerraron las fronteras dos meses”, mantenerte (risas). Aparte por una cuestión sanitaria: si bien todos ya estamos vacunados, todos ya tuvimos Covid: nos contagiamos en un ensayo, y con la variante Delta. Te das cuenta de que es peligroso: uno de los chicos estuvo internado. Creo que ahora a nivel anticuerpos estamos bien, y sin ser un experto hay una especie de relajación.
Pero más que tanto de salir a tocar en vivo, que los está organizando nuestro mánager, lo que vamos a acelerar a full es con el disco. Nosotros teníamos un disco nuevo preparado y demeado antes de la pandemia. Me acuerdo que con Maikel había hablado en febrero de 2020 para empezar a grabarlo en marzo. En marzo cerraron todo; siempre me acuerdo, porque lo hablo con él, cuando pasó lo del cierre (el 19 de marzo) hablamos y dijimos: “Esto va a ser por un mes, 15 días, después vemos” (Risas). Se hizo un año y medio, y nos trastocó todo: ya estábamos ensayados, afilados para grabar eso. Después tenés que volver, no te digo de cero porque los temas ya los conocés, pero tenés que ensayar de vuelta y volver a replantear en qué estudio lo hacés (porque a veces las cosas ya no están más).
Ahora vamos a acelerar: ya tenemos el estudio, ya empezamos a ensayar los temas, y ahora en diciembre empezamos a grabar el disco para tenerlo terminado en enero. Ya está muy retrasado y no da más para estirarlo: nos interesa más sacar el disco nuevo que salir a tocar a lo loco.
-¿Maikel está como productor?
-Es el guitarrista que compartimos con Kapanga. Oficialmente entró en la pandemia a la banda: el 13 de noviembre fue su debut en vivo, en el Salón Pueyrredón. Obviamente en alguna fecha no va a estar, porque Kapanga tiene una agenda muy apretada también. Cuando hablé con él antes de la pandemia iba a ser el productor del disco, ya lo había sido en el anterior. Después en la pandemia le dije: “¿Por qué no tocás, directamente?”.
En 2019 murió Gonzalo Díaz Colodrero: tuvo una muerte súbita en un supermercado. Un muchacho que estuvo con nosotros desde el principio, de la época de “Pogo, Mosh & Slam”, “Nunca nos fuimos”: amigo de toda la vida. Y no hicimos un reemplazo, no pusimos un violero: nos acomodamos con lo que teníamos. Yo en ese momento estaba cantando solamente, volví a tocar el bajo, y Bruno que sabe tocar las dos cosas pasó a la guitarra. Con esa formación hicimos algunos shows, porque también hicimos un tiempo de duelo por lo de Gonza, que fue en octubre.
Volvimos a tocar con una gira en Chile, en febrero del 2020, que tocamos con La Polla Records en un estadio, fue el último show. Y me di cuenta de que nos faltaba un guitarrista bueno; no porque Luichi no lo sea, sino porque el lugar de Gonzalo, más allá de que era irreemplazable como persona, también como músico nos estaba quedando corto.
Entonces cuando pasó lo de la pandemia, que tenía mucho tiempo para pensar, hablar por teléfono y mandar mensajes, en una de esas conversación hablé con Maikel y le dije: “¿Por qué no te sumás, además de productor, como violero?”. Me dijo que sí, y está dentro del barco.