En la tarde de ayer llegó el anuncio oficial: “El ministro de Cultura de la Provincia de Santa Fe Jorge Llonch y su equipo de trabajo, lamentan profundamente la partida de María Elizabeth Sture, directora del Seminario Provincial de Ballet. En tal sentido transmiten sus más sinceras condolencias en este doloroso momento a sus seres queridos; a sus alumnas y alumnos a quienes hizo transpirar la camiseta en busca de la excelencia, lográndolo siempre.
Multipremiada y reconocida directora de Ballet y Danzas en la ciudad de Santa Fe hizo del Centro Cultural Provincial su propia casa. ‘La danza es para todos’, aseguraba Betty con convicción y entrega.
Nos dejó una de las más grandes maestras, la mejor.
Abrazo eterno, Betty. Gracias por la magia”.
La maestra homenajeada había sufrido un accidente cerebrovacular (ACV) días atrás, y estaba internada en estado crítico. Estaba en las cadenas de oración de los devotos del Padre Pío de Pietralcina, como lo era ella.
Pero esa no era la única devoción de Betty: la otra era la excelencia en la enseñanza del ballet. Con ella se va una manera de entender la formación artística: sincera, sin concesiones, políticamente incorrecta para mucha gente. Con su andar cansino y su picardía, era lo más parecido a una maestra rusa de antaño. Era exigente hasta el dolor (sus ex alumnas la recordarán, además de con el corazón, con los dedos, los empeines y muslos),y no le temblaba el pulso en decirle a una nena de 12 años que sus condiciones o su cuerpo no eran para el ballet: que estaba para otra cosa, o para otro tipo de danza. Pero quienes pasaron los filtros tocaron la gloria al menos por un rato: Luciana Barrirero llegó a ser primera figura del Teatro Colón, donde también llegó la esperancina Larisa Hominal; Julieta Paul llegó a ser primera bailarina del Teatro Argentino de La Plata; Naike Agostina Oneglia, ganadora del Prix de Lausanne 2006, integró el Ballet Concierto creado por Iñaki Urlezaga; Matías Oberlin se destacó en el Ballet de Hamburgo, Alemania. También Noel Sbodio, ex integrante del Ballet Nacional de Cuba (hoy gestora cultural y redactora de la Ley Nacional de Danza).
Otras alumnas que pasaron por el Seminario fueron Lucía García Puente (formada en la escuela del Alvin Ailey American Dance Theatre y fundadora del Festival Danzar), la y la bailarina y docente Florencia Papaleo Yacuzzi; y siguen muchas otras firmas. Su última “creación” fue Macarena Sandoval Ferrari, quien el año pasado audicionó online para participar este año de las escuelas de verano del American Ballet Theatre’s (ABT’s) y de la Ópera de París.
“Pasar por el Seminario”, de todos modos, era una forma de decir: Betty soñó convertirlo en una escuela, que se expanda fuera de la Sala Foyer del Centro Cultural Provincial; en la práctica, la propia sede del Seminario era la propia Betty y su fuerza de voluntad. Así lo recuerda María Soledad Gauna, codirectora del Instituto Coral de la Provincia: “La Escuela Provincial de Danzas no tenía lugar propio, pero esa no fue una condición para dejar de ganar premios nacionales e internacionales y mantener la excelencia en la enseñanza de la disciplina. Agradezco a Betty Sture la buena disposición para realizar proyectos en conjunto con el Instituto Coral y el gesto amable de enviar estudiantes a nuestra Escuela hasta fines del año pasado”.
Betty tenía la mirada desconfiada, pero se “enchamigaba” cuando veía en el otro la misma pasión por el arte y por seguir aprendiendo. Entrevistarla era todo un desafío: implicaba parar varias veces el grabador, recibir la indicación de “eso no lo pongas”, o terminar de cambiar información off the record en el camino a la puerta. Años de convivir con diferentes administraciones políticas y centenares de “mamás de niñas bailarinas” (una categoría que puede ser bastante brava) la hizo cuidadosa con la palabra pública, reservando para la intimidad la crítica mordaz o la calificación justa. Y para los reporteros gráficos, era otra experiencia: Sture producía las sesiones, llegando a hacerle ganar premios a algunos de ellos por las fotos realizadas, pero al mismo tiempo escondiendo mensajes en las imágenes (una fila de chicas en una barra se armaba “por escalafón”, con las alumnas más destacadas adelante).
Su amiga, la esperancina Lili Antonioli Kummer, la despidió con las siguientes palabras: “María Elizabeth Sture, ‘Betty’, directora del Seminario Provincial de Ballet. Una referencia para la danza en Santa Fe y una amplia zona de influencia. Numerosas bailarinas y bailarines se formaron allí, en ése semillero de grandes talentos.
Hoy, algunos de ellos integran prestigiosos ballets argentinos y europeos. También muchos de sus alumnos han logrado prestigiosas becas para continuar su formación en distintas partes del mundo.
No solo sus alumnos han sido premiados, también Betty lo ha sido a lo largo de toda su carrera. En muchas oportunidades obtuvo un reconocimiento especial por su excelencia académica además, de los premios obtenidos en muchos certámenes y eventos catalogados como los más importantes de la disciplina en toda Latinoamérica.
Uno de los últimos reconocimientos que tuvo fue en Buenos Aires, donde se la nombró Maestra Referente de la Fundación Julio Bocca, siendo la única maestra de la Argentina en recibir esta importante distinción.
Para Betty Sture, después de una larga trayectoria y de ganar muchos premios, y que sus bailarines y bailarinas sean reconocidos en el país y en el exterior, era un estímulo seguir trabajando y esforzándose para que sus alumnos brillen en todos los escenarios en los cuales que se presenten.
Ella no quería estar en otro lugar que no fuera un salón de danza, haciendo que los cuerpos de sus alumnos realicen los movimientos más increíbles y perfectos, que sean más fuertes y disciplinados, haciendo que el ballet sea aún más bello.
Querida Betty: gracias por tanta vocación, paciencia, cariño, pasión e inspiración con las cuales día a día modelaste a esos seres que tuviste en tus manos, dejando una huella muy profunda en cada uno de ellos”.
Otro sentido adiós llegó del Movimiento Santafesino de Danza, donde revistan varios exponentes de sus clases: “Con profundo dolor despedimos a Betty Sture, sin dudas el mayor exponente de excelencia en la maestría de enseñar ballet clásico en Santa Fe y más allá. Betty fue una apasionada de la danza. Betty fue para un sector amplio de la danza santafesina, no solo una gran maestra, sino también una gran persona que dio absolutamente todo por y para la danza argentina y mundial. Recibió a lo largo de toda su extensa carrera innumerables premios y galardones, pero sin duda alguna el mayor premio de su vida fue enseñar, entrenar, preparar, elegir, fomentar, y hacer que sus alumnos brillen en cada uno de los escenarios más importantes del mundo. Su legado es y será incalculable.
Saludamos a toda la comunidad y a sus seres queridos, y abrazamos profundamente y compartimos el dolor por tan inmensa pérdida”.
Que en paz descanses Betty.