Slavoj Zizek: "Hoy, el mayor acto de amor es la distancia corporal".
Cada persona vive el aislamiento por dar "positivo" de forma diferente. Pero hay quienes la pasan mal. Un psicoanalista explica la "depresión Covid", no descarta la aparición de ataques de pánico y habla de un nuevo tipo de "exilio", que aleja a los individuos de sus lazos sociales. Relato en primera persona.
Slavoj Zizek: "Hoy, el mayor acto de amor es la distancia corporal".
La puerta de la habitación marca el límite definitivo con el mundo. Dentro de esas cuatro paredes, una mujer con Covid-19 diagnosticado debe pasar siete días de aislamiento más tres de cuidados preventivos. Diez días, diez minutos para unos o diez eternidades juntas para otros: para ella, esto último.
Sobre la mesa de luz, un celular ya casi sin batería y un barbijo contaminado con miles de partículas virales. Alguien golpea la puerta desde el más allá del mundo; pregunta cómo estás, qué vas a comer. No hay respuesta desde el más acá: sólo un sollozo, un llanto febril. Ahora la sintomatología recrudece, y taladra el dolor de cabeza.
La expresión "estoy aislado" es quizás, por estos días, la más escrita en WhatsApp. Parece ser un síntoma de esta época pandémica, a la par de la fiebre, el dolor de cabeza, la dificultad para tragar, la pérdida del olfato. Hay personas que cursan el aislamiento de forma casi natural, como un recreo a sus actividades laborales y sociales; pero otras se enfrentan a una situación traumática, más aún si se infectaron más de una vez y deben volver sobre lo ya vivido, un déjà vu real y en carne propia.
Milagros (25) cuenta su experiencia "Supe con un test rápido que tenía Covid-19 por segunda vez en un mismo año. Mi reacción fue llorar, simplemente; no sólo me aquejaban los síntomas, sino que también me sentía muy triste por tener que estar encerrada tantos días otra vez. Realicé el aislamiento en una de las habitaciones de mi casa (actualmente convivo con mis padres y mi hermana). No tenía contacto con ellos pero me ayudaban cocinando para mí, preguntando cómo me sentía o charlando a través de la puerta para evitar posibles contagios".
"Si bien no estaba sola -prosigue-, la falta de contacto con otros se siente y pesa. Los momentos de angustia y llanto abundaron y sólo esperaba que se termine mi aislamiento cuanto antes. Siempre fui consciente de que muchas personas pasaron por la misma situación que yo. Para mí fue particularmente duro estar en soledad en año nuevo, porque acostumbro a pasar esa fecha rodeada de familia y amigos, y en esta ocasión no fue así. 'Ya nos vamos a poder abrazar para recibir el 2022', decía mi mamá".
Entonces angustia, tristeza y llanto como las expresiones psicológicas más evidentes en un aislamiento. Esto, ¿podría desembocar en estados más preocupantes, difíciles de manejar y replicados en el tiempo, como cuadros depresivos o manifestaciones de ataques de pánico?
Para Adolfo Faya, psicólogo y psicoanalista, si bien ahora la modalidad de aislamiento es más individual o familiar, en modo burbuja, hay un agravante: venimos de un estado de confinamiento social muy largo, que duró muchos meses tras el primer ASPO de 2020.
"La angustia es tal vez el sentimiento más generalizado en un contexto de aislamiento, que se puede expresar en diferentes tipos de síntomas psicológicos", agrega el especialista en diálogo con El Litoral, y cita a un reconocido psicoanalista rosarino, discípulo de Jacques Lacan, David Nasio, quien desarrolló el concepto de "depresión Covid".
Nasio la caracteriza en tres estadios: primero, una tristeza ansiosa (la tristeza por el duelo de estar encerrado; ese duelo es por la pérdida de sus relaciones sociales); segundo, el enojo, que muchas veces se trasunta en conflictos familiares, domésticos, es decir, interpersonales; y tercero, la sensación de cansancio. Cansancio de todo y de todos.
"Con la pandemia estamos en un momento muy difícil. Y todo esto implica una ruptura en la cotidianeidad y los hábitos que hacen la a vida social. Por ejemplo, el exilio fue en la Antigüedad como un castigo, por causas políticas, pero también había causas sanitarias. Más aquí en el tiempo, al enfermo de lepra se lo exiliaba de la ciudad. Pero estos enfermos formaban comunidades, a diferencia de ahora donde el aislamiento es individual", advierte Faya. El encierro, así, podría interpretarse como un breve exilio de las relaciones humanas y los lazos sociales.
Vuelve la voz de Milagros: "Durante mi aislamiento establecí un vínculo más cercano con mis amigos y familia a través de WhatsApp. Escribía en distintos grupos o hacía videollamadas con ellos para poder distraerme. Les comentaba lo triste que me sentía y todos intentaban que mi ánimo mejorara. A modo de consejo, podría decir que si se sienten desanimados lo expresen con sus seres queridos, que son quienes van a estar en todo momento hasta que pase el mal trago".
No hay muchas opciones. En un contexto de encierro, la comunicación virtual devuelve a esa persona confinada al necesario afuera. Mantener los lazos virtuales con los amigos, preguntar periódicamente cómo está ese amigo aislado, dar una palabra de aliento. "Se trata de sostener los vínculos afectivos", recomienda el psicoanalista.
Pero no existe sólo este recurso. "Considero que para alguien que cursa tal situación es fundamental no recurrir a tranquilizantes habituales como el alcohol, pues ello no resuelve nada. Y por otro lado, buscar un diálogo: por ejemplo, leer un libro es una manera de dialogar con un autor. Con una buena película o un buen programa de TV, lo mismo".
El aislamiento preventivo como síntoma de época seguirá el tiempo que dure la pandemia de coronavirus, seguramente. Y si acaso se siente que el mundo se achica en el territorio demarcado por cuatro paredes, que la vida se vuelve cada vez más fugaz, el mundo y los lazos sociales siguen ahí afuera, esperando el retorno. Todo pasa y no hay exilio que dure mil años.
Programas de salud mental
El psicoanalista Adolfo Faya advierte sobre un tema que no es menor ni mucho menos: "No he visto programas a nivel global, a través de la OMS, ni de los gobiernos, ni aún aquí en Santa Fe, que aborden de manera integral la salud mental en este contexto de crisis sanitaria. Porque hay muchos efectos subjetivos que deja esta pandemia. Creo que debería trabajarse más en eso", concluye.