La llegada de Sebastián Jaurena se convierte en la quinta cara nueva del plantel de Gustavo Munúa. La pregunta es: ¿apuesta o realidad?, ¿presente, futuro inmediato o mediato?. El tiempo dirá. Unión ha tenido algunas buenas experiencias en los últimos tiempos con jugadores que llegaron como apuesta y otras que todavía no terminaron de consolidarse. En el primero de los rubros, se pueden mencionar a los tres jugadores que llegaron de Boca (Cañete, OLuna Diale y Roldán). En el segundo, al "Pajarito" Juárez, al que posiblemente le esté faltando continuidad. Jaurena, con 22 años y una regularidad que alcanzó en el último año en Alvarado, llega con un puñado importante de partidos en la primera del club marplatense (30 en el último torneo de la B Nacional), pero se sabe que el salto a Primera puede resultar, para muchos, un proceso que debe respetarse y que necesita de tres condiciones básicas y esenciales: paciencia, crecimiento y partidos.
La carta de presentación de Jaurena es que se trata del primer futbolista formado en las propias divisiones inferiores en firmar un contrato profesional. No es la primera negociación entre los dos clubes, ya que a Unión llegó Jorge Zules Caicedo cuando fue transferido Gómez Andrade. Ocurre que Zules Caicedo -también colombiano como Yeimar- no tuvo chances de jugar porque al puesto se lo ganó rápidamente Franco Calderón.
En Mar del Plata, esto de Jaurena lo comparan con dos casos acontecidos hace más de 50 años. Uno de ellos fue campeón del mundo: Jorge Mario Olguín. El otro jugó nada menos que en Boca: José Rubén Palacios. Ambos futbolistas, siendo juveniles, pasaron a San Lorenzo y a Boca a finales de la década del 60, pero cuando ni siquiera habían llegado a ser profesionales en Alvarado.
A Jaurena lo llevó Juan Pablo Pumpido al plantel profesional. Y, entre otros, compartió plantel con Santiago Zurbriggen y Lucas Algosino, dos ex Unión. Precisamente, Zurbriggen habló de sus condiciones y dijo que "cuando yo estuve en Alvarado, Sebastián recién aparecía, era muy joven. Me alegra mucho por él, porque es un chico que desde el primer momento mostró su responsabilidad y es muy respetuoso. Tiene muchísima dinámica, buena pegada y en el último torneo lo noté suelto. Se notó su crecimiento en todo sentido desde que apareció con nosotros hasta que tuvo continuidad. En Alvarado se hizo querer muchísimo. Ahora tiene que insertarse en un nivel más exigente como es el de la Primera División. Quizás le lleve un poco de tiempo, pero es muy joven y tiene condiciones. Repito que me alegra muchísimo".
El "caballito de batalla" de esta secretaría técnica que integran Battión, Limia y Amut tiene dos premisas: 1) el seguimiento de los jugadores (o del entrenador, como en su momento ocurrió con Munúa); y 2) traer jugadores que hayan tenido continuidad en los últimos tiempos. Si bien en Alvarado hubo muchos partidos en los que jugaba volcado por derecha, sus características son las de un volante interno. En el esquema de Munúa (4-4-2 flexible que se convierten en 4-2-3-1 con el adelantamiento de los dos volantes externos y el retroceso de Luna Diale), encajaría para ser uno de los dos volantes centrales, posición en la que Munúa se manejó mucho con la dupla Portillo-Roldán, teniendo a Nardoni como alternativa.
"Es intenso, buena técnica", dice Juan Pablo Pumpido. Ideal para la forma de juega de Munúa. Unión se ha destacado por eso, por ser un equipo intenso, de ataque directo y muchas veces prescindiendo, como objetivo principal, de ganarle la tenencia de la pelota al rival. Ergo: se amolda a las características del juego de Unión.
"Roldán va a jugar en Unión", se dice internamente en el club cuando se consulta sobre el futuro de un jugador que, al igual que Jaurena, llegó como apuesta. Es cierto que los futbolistas formados en Boca (como podría ser el caso de River), vienen con otra "chapa". Resulta algo lógico de suponer porque no cualquiera puede llegar a dichos clubes y sostenerse en el tiempo sin convertirse en una "víctima" cuando se pasa la escoba. Jaurena tiene, a partir de ahora, un doble objetivo: 1) demostrar que puede jugar en Primera; 2) demostrar que es más que cualquiera de los jugadores que tiene Unión en sus formativas.
Para Unión se ha convertido en una situación indeseada desde hace semanas, pero todo parece que tendrá un final feliz. Y ese final feliz, naturalmente, será con la continuidad de Enzo Roldán en el club.
Unión hizo un esfuerzo económico importante: ofreció 800.000 dólares por el cincuenta por ciento del pase del volante surgido de las inferiores de Boca, que retornó al club luego de haber cumplido con el préstamo pero que no es tenido en cuenta por Sebastián Battaglia para formar parte de un plantel con muchos jugadores, que cuenta también con una gran cantidad de juveniles, justamente en la mitad de la cancha.
La negociación se extendió más de la cuenta, pero todo parece indicar que es inminente la llegada nuevamente de Roldán a alistarse a las órdenes de Munúa, algo que caerá muy bien en el entrenador que le dio continuidad, más allá que el encargado de darle la chance de jugar en Primera fue el Tato Mosset en los dos partidos que ganó como interino cuando se alejó el Vasco Azconzábal de la conducción técnica del plantel tatengue.