Por Carlos Retamal
La saga interminable de crímenes convirtió al año que finaliza en el más violento de los últimos siete en el departamento Rosario. Hubo cambios en la cúpula policial, desembarco de tropas federales y múltiples acciones y reuniones, pero nada parece frenar a los sicarios y sus balas.
Por Carlos Retamal
El primer año de la segunda década del siglo XXI llega a su fin y con ello vienen los balances, declaraciones, miradas hacia lo hecho y lo vivido. En materia de seguridad, todos los números están en rojo. Al menos eso lo demuestran las periódicas balaceras, que incluyeron casas, comercios, frentes de escuelas y hasta el Centro de Justicia Penal; los heridos de armas de fuego, muchos de ellos como consecuencia de ataques a tiros perpetrados por aprendices de sicarios, y la saga interminable de crímenes que dejaron a 2021 como el año más violento de los últimos 7, al menos en el departamento Rosario.
La ciudad más importante del sur santafesino fue noticia en forma cotidiana, al menos en temas relacionados con la seguridad. Como si fueran ráfagas de ametralladora, se registraron varias seguidillas de crímenes que encumbraron a Rosario como la “Cuna de la violencia y la muerte”. O crímenes resonantes, que tuvieron la firma de la venganza o el ajuste narco, como el asesinato de Marcelo “Fino” Ocampo, mano derecha del narco Esteban Lindor Alvarado, ocurrido a mediados de abril en la zona oeste. O la muerte como forma de ocultar otro delito, como lo es un robo, que tuvo su punto más alto con el asesinato de un arquitecto en la zona norte de la ciudad, hecho que derivó en marchas, protestas y trajo de nuevo el pedido popular “que se vayan todos”.
Pero no hay balance sin números. En base al informe de la Dirección de Política Criminal de la Secretaría de Política Criminal y Derechos Humanos - Fiscalía General, la Subsecretaría del Observatorio de Seguridad Pública y la Subsecretaría de Prevención y Control Urbano del Ministerio de Seguridad, que contabiliza los últimos siete años, el total de homicidios registrados en 2021 es de 239 (al día 28 de diciembre), lo que convierte al año que finaliza como el más violento (en 2015 se contabilizaron 234; en 2016 fueron 181; en 2017 un total de 165, en 2018 se registraron 204; en 2019 fueron 169 y en 2020 se contabilizaron 213).
Las balaceras estuvieron presentes durante todo el año, con un promedio que llegó a superar las 20 por día, en distintos barrios, a cualquier hora. Si bien en su mayoría terminaron siendo ataques contra mamposterías o paredes de casas y comercios, y muchas no se denuncian o informan por temor a nuevos ataques o represalias, hubo varios heridos y al menos dos víctimas fatales.
Pero además de las balaceras “clásicas”, hubo otras mucho más mediáticas:
1- El ataque contra el Centro de Justicia Penal, casi 48 horas antes del inicio de uno de los juicios contra integrantes de la banda Los Monos.
2: Los balazos contra dos escuelas en menos de 3 horas, en la madrugada de las elecciones legislativas de noviembre.
3: La seguidilla de disparos contra estaciones de servicio, en las jornadas previas a ese mismo acto comicial (que derivó en el anuncio de un paro nocturno, levantado tras la promesa de colocar un uniformado en cada una de las estaciones durante el turno nocturno).
4: Las balas contra dos locales gastronómicos, en menos de media hora, uno de ellos en plena avenida Pellegrini, durante el fin de semana largo de noviembre y a metros de dos estaciones de servicio que a esa altura estaban custodiadas cada una por un policía.
Este también fue el año de Los Monos. En pocos meses, el líder de la banda, Ariel Máximo “Guille” Cantero, recibió varias condenas por distintos hechos, por los que sumó penas por más de 100 años de prisión.
Cantero, de tan solo 32 años de edad, está preso desde mediados de 2013. Si bien por estos días está alojado en el penal federal de Marcos Paz (provincia de Buenos Aires), ya estuvo en penitenciarías ubicadas en otros puntos del país. Ya fue condenado en ocho juicios y podría sumar más años en otras causas que todavía no finalizaron. Las penas que va sumando son comunicadas de todas las formas posibles, pero vale aclarar que el máximo de condena aplicable es de 50 años de reclusión, según lo indica la Ley 25.893.
Varios fiscales sostienen que varias balaceras se registraron por orden del “Guille” como parte de un entramado para intentar sembrar el miedo y, de esa forma, presionar para que vuelva a un penal más cercano a Rosario (por ejemplo, Piñero) para poder continuar liderando la organización criminal.
Una perla. En el comienzo del debate oral por una serie de balaceras registradas en casi 90 días en el año 2018, cuando la jueza Hebe Marcogliese (presidenta del Tribunal), le preguntó sus datos de identidad, cumpliendo con las formalidades de inicio de cualquier juicio, y Cantero fue respondiendo en forma escueta. Dijo tener 32 años, haber cursado hasta el primer año de la secundaria y tener oficios “varios”. Y cuando la jueza le dijo si podía mencionar alguno, con un dejo de impunidad y mucho de sarcasmo, dijo: “Contrato sicarios para tirarle tiros a los jueces judiciales”.
Como si fuera una jugada de ajedrez, la frase escaló rápidamente y llegó a todo el país, dejando en segundo plano la primera jornada del juicio oral y público, donde finalmente fue condenado a 22 años de prisión de cumplimiento efectivo.
En total se registraron casi 240 asesinatos en el departamento Rosario. Algunos tuvieron una gran repercusión mediática. Y otros quedaron en la estadística, en el número grueso. Pero al margen de los crímenes con cartel, hubo otros que crecen en silencio: los asesinatos de mujeres.
Del total de víctimas del año, 22 fueron mujeres. Aquí, algunos de los casos: la primera víctima fue la trans Natalia Maldonado, asesinada el 10 de enero en calle Montevideo al 1300, de Granadero Baigorria.
El 26 de abril fue asesinada Vanesa Hernández, una remisera que quedó en medio de una balacera que tenía como destinatario a un preso que había salido un rato antes de la Unidad Penitenciaria de Piñero. Vanesa había ido con un Volkswagen Fox tras recibir el llamado de una amiga que quería trasladar a integrantes de su familia desde Piñero a Rosario, ya que su auto tuvo un desperfecto mecánico y no arrancaba. Cuando volvían de Piñero por la ruta provincial 14, a la altura del kilómetro 6, en jurisdicción de Soldini (al sudoeste del departamento Rosario), fueron interceptados por una camioneta de color gris con al menos tres ocupantes, algunos de ellos armados. Según fuentes de la investigación, efectuaron más de una decena de disparos contra el VW Fox. La conductora del auto perdió el control, terminó cayendo sobre la zanja, y murió poco antes de la llegada de una ambulancia.
El martes 16 de mayo fue asesinada Adriana Ramona Luque, de 63 años, cuando estaba en un patio común a pocos metros de su casa ubicada en Isola y Maestros Santafesinos, donde se levanta un complejo de viviendas Fonavi. Los atacantes fueron dos personas que pasaron en una moto de color negra y efectuaron más de una docena de disparos hacia la esquina en la que estaba la mujer. Si bien vecinos de la zona dijeron que Luque no tenía problemas con nadie y que fue objeto de tiratiros, voceros de la investigación indicaron que el ataque podría haber sido como represalia por hechos delictivos vinculados con familiares de la víctima. Como dato, señalaron que a pocos centímetros del cuerpo de la mujer se encontró una nota con la leyenda, escrita en mayúsculas, “CON LA MAFIA NO SE JODE LA FAMILIA DE LOS PIBES SE RESPETA”.
El 18 de julio, en Callao al 2600, fue asesinada Rosa Zorico, una anciana de 82 años. La mujer fue hallada sin vida en el interior de un placard, en su dormitorio. En una primera inspección, se constató que tenía múltiples heridas de arma blanca (entre 15 y 20) y quemaduras en gran parte de su cuerpo. Por el crimen quedó detenido el hijo de la víctima, de 40 años, ya que relató que estuvo presente cuando un amigo suyo mató a su madre y que él también le había asestado al menos una puñalada.
Ese mismo día se produjo el femicidio de Nora Montero, de 39 años, asesinada por su ex pareja en el interior de un auto, en Los Plátanos 400, al este de Granadero Baigorria. La víctima recibió una decena de puñaladas en distintas partes del cuerpo y quedó tendida en medio de la calle.
Poco antes de las 6 del 19 de septiembre fue asesinada Rocío Abril Romano, en la zona de Ayacucho y Centeno. La joven, de 20 años, recibió un tiro en el tórax. Los atacantes fueron dos personas en moto que pasaron a toda velocidad efectuando disparos contra varias personas que iban caminando. Rocío, quien volvía de una reunión social en una vivienda de la zona.
El 3 de diciembre, la víctima fatal fue Carolina Mariana Godoy, una mujer de 42 años, que fue sorprendida cuando estaba limpiando junto a su hija una casa, en la zona de Provincia de Misiones al 2200, calle que une y divide los barrios Santa Lucía y La Palmera, en el extremo oeste, por dos personas que preguntaron por la víctima (mencionaron uno de sus nombres) y tras esto, uno de ellos le efectuó un disparo en la cabeza desde muy corta distancia.
Y el 7, en calle 1709 al 7900, en el oeste rosarino, una mujer identificada como María Cristina Carabajal, de 30 años, volvía caminando a su casa, ubicada en un pasillo, a pocos metros de bulevar 27 de Febrero al 8000.
Entre una y dos personas interceptaron a la mujer y le efectuaron entre uno y dos disparos desde muy corta distancia. María Cristina cayó al piso, con una herida de arma de fuego en el cráneo, mientras que él o los atacantes se dieron a la fuga en un automóvil que estaba estacionado en la puerta, señalaron voceros.
Vecinos dieron aviso al 911, pero cuando llegó personal policial y médico, ya la mujer había fallecido.
Joaquín Fernando Pérez, de 34 años, fue sorprendido cerca de las 23 del martes 19 de octubre por dos personas que llegaron en una moto, cuando estaba por guardar su auto en una cochera de pasaje Muñiz al 1200, a menos de 100 metros de su vivienda (ubicada en Juan B. Justo al 1700).
Recibió dos disparos de arma de fuego, uno a la altura del tórax y la restante en la zona inguinal. Joaquín llegó corriendo hasta la puerta de ingreso al pasillo donde residía, y cayó gravemente herido. Fue auxiliado por familiares y vecinos, y un rato más tarde fue socorrido por personal médico del Sies, que lo trasladó hasta el hospital de emergencias, donde falleció en los primeros minutos del miércoles 20.
A su auto, que quedó sobre pasaje Muñiz, se lo llevaron los homicidas y fue hallado un rato más tarde a siete cuadras al oeste del lugar del asalto, con un arma calibre 40 en su interior -que había sido robada hace más de 5 años- con el motor encendido y uno de los vidrios astillado.
Su muerte derivó en varias marchas pidiendo justicia, entre ellas una en el Monumento a la Bandera.
Otra de las grandes manchas en materia de seguridad que marcaron el 2021 fue el cambio de jefes policiales, que terminaron con la inocultable intervención de la Unidad Regional II por parte de la jefa de Policía de la provincia, Emilce Chimenti, quien desde entonces ocupa ambos cargos.
Eso ocurrió el jueves 28 de octubre, horas después de la movilización que se llevó a cabo en el Monumento a la Bandera de Rosario tras el asesinato de Joaquín Pérez, de 34 años.
El último jefe policial fue el comisario Luis Maldonado, que había asumido el 11 de junio.
A mediados de octubre, el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, presentó en Rosario los primeros 575 gendarmes que llegaron a la ciudad para reforzar la seguridad.
Ese número de efectivos será reforzado con otros 1.000, que según dijo el ministro llegarán en marzo de 2022, para conformar una nueva región que se afincará en forma definitiva, en un lugar todavía no especificado, pero que probablemente esté en el noroeste de la ciudad.