Sebastián Palacios enloqueció por momentos a la defensa de Douglas Haig. Hizo un interesante partido y se ganó ya un puesto entre los titulares. Foto: Emiliano Santillán
Después de dos empates como local, urge que el equipo de Sava consiga lo que más se cotiza en fútbol: goles. Crea situaciones pero no tiene eficacia para convertir.
Sebastián Palacios enloqueció por momentos a la defensa de Douglas Haig. Hizo un interesante partido y se ganó ya un puesto entre los titulares. Foto: Emiliano Santillán
Enrique Cruz (h)
“No hay que obsesionarse con el gol”, dijo Sava, tajante, en su contacto con la prensa. Y después, deslindó responsabilidades de los puntas y dijo que “si el equipo no convierte, la culpa es de todos y no sólo de los delanteros”. Como mecanismo de “defensa” individual de sus jugadores no está mal, pero Sava sabe mejor que nadie —porque él fue delantero— que la mayor responsabilidad, si un equipo no convierte, no es de los que defienden, sino de los que atacan y más cerca del arco están. Es una cuestión de derechos y obligaciones adentro de la cancha. Hay algunos que están para evitar goles y otros que están para marcarlos.
Cuando Sava habla del estilo, de la idea futbolística (que es “insobornable”) y de que a esta altura quería estar primero, segundo o tercero, está fantástico. Pero el técnico —y sus jugadores— deben entender que en fútbol es tan importante lo de “serlo” como también lo de “parecerlo”. O sea, está bien que Unión sea ofensivo, que el técnico lo pregone y se concrete en los hechos, pero si no hay eficacia, si no se es productivo a la hora de definir frente al arco rival, los números terminan echando en saco roto todas las intenciones.
Esto es lo que le pasó a Unión. Que jugó mal el primer partido y ganó con un golazo de Alemán; que después perdió esbozando una recuperación ante Sarmiento de Junín, pero que posteriormente creó más de 25 situaciones ante Talleres y Douglas y no pudo aprovechar ninguno de los dos partidos como local para ganar. Lo mereció largamente. Y es posible que si se vuelven a jugar esos mismos partidos, con idénticas características, Unión los termine ganando. Pero no fue así y la razón pura y exclusiva fue la falta de puntería, de precisión y de eficacia, en definitiva, para capitalizar la superioridad en el arco de enfrente.
Cuando un equipo juega así, yendo al frente y con una irrenunciable vocación ofensiva, a la larga o a la corta tiene que tener resultados. Esto es lo que permite abrigar esperanzas. Son pocos los equipos que pueden darse esta clase de lujos. Algunos no lo hacen porque no tienen con qué; otros porque no se animan y la mayoría porque los técnicos no arriesgan. Sava manda al equipo al frente y los jugadores han interpretado ese libreto y lo desarrollan. Basta con ver a los dos marcadores de punta jugando casi como volantes y con mucha libertad para proyectarse, a los tres volantes sin filtros y pisando reiteradamente el campo rival, para entender cuál es la filosofía de juego de este equipo. Pero hay que meterla. No queda otra. Y en esto, la responsabilidad —no excluyente pero sí principal— pasa por los delanteros.
En el torneo de Primera, el técnico le dio confianza y continuidad a Pablo Magnín. Era otra categoría, otros rivales y también una exigencia diferente. Unión no tenía chances de salvarse. Tuvo apenas una pequeña luz de salvación antes de jugar en Rafaela ante Atlético, cuando parecía que, ganando, podía llegar a complicar la situación de otros equipos, pero fue eso, un simple "veranito" que pasó muy rápidamente.
En ese lapso, "Morocho" Magnín tuvo muchas chances de jugar, pero no tuvo la suerte de convertir. Es posible que si hubiese marcado algunos goles, hoy obligaría a Sava a, por lo menos, dudar entre él y Salinas para comandar el ataque.
Inclusive, el partido del otro día ante Douglas Haig estaba como para que el técnico se fijara en él como una alternativa para sumar gente en ataque y encontrar esa dosis de contundencia que al equipo le faltó. Pero no fue así. Eligió a Moreno primero (necesitaba a alguien que abriera la cancha por izquierda para encontrar las mismas variantes que tenía por derecha con Palacios) y luego a Alemán, aunque el uruguayo entró cuando el partido se extinguía.
Con las características que tiene Palacios, no caben dudas que las mayores "presiones" pasan por Salinas y Jara. Uno de los dos (o los dos) tiene que aparecer con la capacidad goleadora que tienen y que todavía no mostraron. Por ellos pasa la mayor responsabilidad, no tengo dudas.
Según Sava, Unión se encontrará mañana con un rival que a pesar de jugar de local, no saldrá a plantear un partido decididamente abierto. Habrá que ver. Douglas Haig, el otro día, se encontró con un gol en su propio arco a los tres minutos (ni siquiera con esa tranquilidad, Unión pudo salir a flote para ganar el partido) y ese detalle lo obligó a salir un poco. Pero en el segundo tiempo, ya con el 1-1, se replegó, jugó a defenderse y se limitó exclusivamente a contragolpear. Uno supone que Almirante asumirá mayores riesgos. Pero también habrá que pensar en un Unión asumiendo otra vez la iniciativa, casi como si la condición de local no importase.
Antes de empezar el torneo, Sava dijo que la mayoría de los equipos iba a achicar espacios del medio hacia atrás. No se equivocó. Villa San Carlos fue más audaz de lo que se pensaba. Pero contra Talleres y Douglas, la realidad marcó claramente cuál es el estilo imperante en la categoría. Y se supone que frente a tamaña aseveración, el técnico habrá trabajado mucho en abrir esas defensas cerradas. Algo que hizo en los dos partidos, pero sin eficacia. Ni más ni menos.
Fernando Evangelista dejó una buena imagen ante Douglas Haig y mañana será titular en el equipo de Sava. Foto: Pablo Aguirre
Un rival, una historia
El torneo de 1974 en el que Unión consigue el ascenso con el “Campanazo” de Hilario Bravi ante Estudiantes de Caseros, fue muy raro de entender en la parte reglamentaria. Pero hubo un hecho —ocurrido en Santa Fe— que marcó el destino de Unión, al menos en cuanto a su localía. Y fue precisamente ante el rival de mañana: Almirante Brown.
La temporada se dividió en dos. Se jugó primero el torneo Preparación y luego llegó el turno del certamen denominado Campeonato. En este último, Almirante le había ganado a Unión con gol de Jorge Jhones por 1 a 0 en Isidro Casanova. Al equipo tatengue lo había dirigido, en un principio, César Castagno, pero luego llegó Carmelo Faraone, quien en definitiva consiguió el buscado ascenso a Primera.
El partido revancha se jugó en Santa Fe el 24 de agosto de 1974. Unión lo ganaba por 2 a 0, casi cómodamente, cuando faltando cinco minutos se produjeron acontecimientos gravísimos, sobre todo por las consecuencias ocurridas afuera de la cancha.
El árbitro del partido era Francisco Cardillo, que en primera instancia había expulsado a Garello y Ortiz, uno por cada equipo. Pero a poco del final y en una jugada en la que nada hacía suponer tamaña decisión, el juez echó al Gringo Sacconi y allí comenzó la debacle.
Almirante se fue al ataque y Jhones se arrojó premeditadamente adentro del área cuando había perdido la pelota y Cardillo cobró el penal. Iban 40 minutos del segundo tiempo y Díaz lo convirtió en gol. En tiempo de descuento, Pilla, en clara posición adelantada, convirtió el segundo y allí se desataron los graves incidentes.
La policía actuó ante la ira de la gente y comenzó a arrojar gases lacrimógenos a las tribunas, a lo cual continuaron disparos con armas de fuego. Uno de esos disparos dio en la humanidad de Hugo Pérez, quien fue internado de urgencia y en grave estado, falleciendo a las pocas horas.
Unión alistó esa tarde a Febre; Silguero, Rojas, Batocletti y Barro; Zanabria, Sacconi y Luque; Juárez, Valencia y Garello. Por su parte, Almirante Brown lo hizo con Pistone; Guerreño, Canio, Franchossi y Avalos; Ortiz, Díaz y Calermo; Epifanio, Jhones y Pisca. Los goles fueron marcados por Juárez y Luque para Unión, mientras que Díaz y Pilla lo hicieron para Almirante Brown.
En el segundo tiempo ingresaron Pilla y Guirin por Epifanio y Guerreño, mientras que Bravi y Toyé lo hicieron por Juárez y Luque.
De hecho que en la cancha de Almirante Brown, el partido que más recuerda la gente de Unión es aquella gran victoria por 2 a 0 en el partido de ida de las semifinales del dodecagonal de 1989, con sendos goles de Castro y una enorme actuación del equipo del Flaco Zuccarelli.
Pablo Mattos va al piso y Emanuel Brítez observa. El volante estuvo cerca del gol ante el equipo de Mostaza y mañana será rueda de auxilio de Bertocchi en la marca. Foto: Emiliano Santillán
Lo importante Los viajeros. Este es el listado de jugadores que viajó este mediodía a Buenos Aires: Brahian Alemán, Lionel Altamirano, Ignacio Arce, Nicolás Bertocchi, Emanuel Brítez, Nicolás Correa, Fernando Evangelista, Danilo Gerlo, Daniel Islas, Diego Jara, Maximiliano Laso, Mauro Maidana, Pablo Magnín, Mauricio Martínez, Pablo Mattos, Emanuel Moreno, Sebastián Palacios, Rodrigo Salinas, Víctor Zapata y Santiago Zurbriggen.
El dato Oficina de socios. Unión comunica que durante el día de hoy y mañana, sábado, la Oficina de Socios no realizará atención al público. Por lo tanto, para el pago de cuotas, los asociados deberán dirigirse a la Mutual del Club, hoy hasta las 20 y mañana de 9 a 13.
Programación B 5ta. Fecha Hoy 18 (TV) Instituto-Aldosivi, Mariano González. 20.15 (TV) Ferro-Huracán, Pedro Argañaraz. 20.30 Def. y Justicia-Atl. Tucumán, Ariel Suárez. Mañana 16 (TV) Alte. Brown-Unión, Fernando Rapallini. 18 (TV) San Martín (SJ)-Banfield. Pablo Díaz. Domingo 16 Patronato-Boca Unidos, Alejandro Sabino. /// Gimnasia (J)-Villa San Carlos, Gonzalo López Aldazábal. /// Douglas Haig-Brown (A), Héctor Paletta. /// Crucero del Norte-Talleres, Ariel Penel. 17 Sp. Belgrano-Sarmiento, Alejandro Castro. 18.10 (TV) Independiente-Indep. Rivadavia, Juan Pablo Pompei.
Facundo Sava
Entrenador de Unión