Pantallas y Escenarios: PAN-02

"Sushi con champagne"


(América, lunes a las 22)-Con la energía de Avila, su nuevo propietario, América produjo una arremetida de verano y pobló su grilla con nuevos programas, y más que sus competidores. "Sushi con champagne" sería de uno de los más originales, al menos por el peso de comparar con otras iniciativas que no lo son.

Curiosamente, fue promovido como un espacio "periodístico", en el sentido amplio de lo que en este país se entiende por tal. La creciente ambigüedad de la definición de "periodismo", inclusive, ha provocado discusiones como las producidas cuando se ternaban en un mismo rubro a "Hora clave" y CQC".

En la televisión argentina, el periodismo se va convirtiendo gradualmente en un subgénero del espectáculo, desde la concepción misma de los noticiosos que musicalizan los terremotos y homicidios, a los Lanata que recurren a efectos escenográficos, y al propio Grondona, que obligó a Aristóteles a hacerle lugar a Moria Casán y Susana Giménez, inducido por un nuevo productor que no fallaría en la administración del Maipo.

De todos modos, los Lanata y Grondona respetan las convenciones mínimas. Pero a partir de Pergolini y "CQC", sin remontarnos a "La noticia rebelde", se revelaron las posibilidades de la parodia y la imaginación cómica aplicadas a la actualidad.

Tal vez el giro no sea casual, y en la misma realidad argentina estaría la materia prima y el germen que induce a la burla, el cinismo y la ridiculización. No en vano, como la carne vacuna, el formato de "CQC" ha sido comprado en el exterior.

En "Sushi con champagne" se citan un par de símbolos que asocian a dos culturas según el concepto discepoliano de que "todo es igual", al menos en el plano de la tilinguería generada por dos gobiernos contiguos. Y se trata de ofrecer producciones "periodísticas" ingeniosas, logrando un saldo de heridos y contusos por los cuales no nos sentimos dispuestos a derramar ninguna lágrima. Es el viejo arte argentino de la cachada, y expresión será anacrónica, pero no su práctica misma, cuya base sádica fue alegremente incorporada por la televisión.

Las víctimas en el primer programa fueron escritores como Dalmiro Sáenz, a quien leyeron un poema de Silvio Soldán sin revelar el nombre del autor. En la segunda entrega, se trataba de averiguar si las modelos eran tontas y, sometidas a preguntas un poco capciosas (�López compuso el himno y Planes escribió la letra?), pudo descubrirse que no brillaban por su inteligencia y capacidad de deductiva. Sin embargo, fueron reivindicadas cuando preguntas similares se formularon a ingenieros en sistemas que trabajan en multinacionales, con el mismo resultado mediocre. En síntesis, "las modelos no son tontas, ellas representan un coeficiente mental promedio de los argentinos, pero encima son lindas", dijo la movilera, recortada sobre ese modelo de colegiala traviesa que es el preferido de la tele.

Luego fueron tomados de punto Bilardo y Menotti. A cada uno le hicieron escuchar que el otro lo ponderaba, a través de una grabación del imitador Carlitos Russo. Y finalmente se ofreció una divertida parodia de "El Aguante", donde se enfrentaban las hinchadas de Alejandra Pradón y Graciela Alfano.

El programa es conducido por Verónica Lozano ("La hoguera") y Diego Pérez, un graduado de la academia de Tinelli que, como otros, no sabe abrirse paso sin el maestro. Hay dibujos animados y un De la Rúa digital que se pasea por el estudio. Algunas ideas y su ejecución resultan originales y atractivas, ya que la humillación de personajes o profesiones siempre satisface instintos primitivos, salvo que se diluyen en la histeria, los chistes malos y las convulsiones de la televisión gritona.

Roberto Maurer