Pantallas y Escenarios: PAN-01

Diálogo del piano y la voz


Hacía mucho tiempo que el público santafesino no tenía oportunidad de disfrutar un recital de lieder. En casi todas partes, el interés de los públicos está siendo desviado desde hace ya algún tiempo, hacia megaproducciones en las que el marketing se da la mano con la mediocridad, y el despliegue de recursos sonoros sustituye a la profunda seriedad de la música que surge de la más austera sencillez de medios.

Regina Klepper y Martina Borst, las dos cantantes alemanas que se presentaron el sábado junto al pianista Arnaldo Ghione, en el Teatro Municipal 1° de Mayo con motivo de su 96º aniversario, dieron una verdadera lección de lo que significa nada más ni nada menos que "hacer música". A dúo o a solo, desplegaron un abanico de obras que interpretaron desde la profunda internalización de ese género tan intimista y tan alemán como es el lied. De la serie de once duetos de Dvorak, Mendelssohn y Schumann ofrecidos en la primera parte, la memorable interpretación de A la estrella del atardecer (An den Abendstern), de Schumann, bien podría ser la síntesis de una labor caracterizada por la plena integración de ambas cantantes, y la subordinación de todos sus excelentes recursos técnicos al servicio del estrecho vínculo entre música y palabra.

Particularmente con su versión de Lleno de alegrías y penas, de Liszt, la mezzosoprano Martina Borst dejó la clara sensación de una intérprete con gran capacidad para impregnar su voz con la comprensión profunda de la música. La calidad de su timbre de gran fuerza dramática y el dominio dinámico en toda la vasta amplitud de su registro, fueron constantes a lo largo del repertorio integrado además por la Canción de mayo y Lleno de alegrías y penas, de Beethoven, y Al rey de Thule, de Franz Liszt.

Casi exactamente cuatro años después de su primera visita a Santa Fe, la soprano Regina Klepper reafirmó la calidad de su profesionalismo, esta vez con tres bellísimas canciones de Carlos Guastavino. Impecable dicción, por fonética y claridad, sus interpretaciones de Bonita rama de sauce, Quisiera ser por un rato y Rocío, fueron delicias de técnica y musicalidad.

De los tres duetos de ópera ofrecidos, Es un sueño, no puede ser real, correspondiente a El caballero de la rosa, de R. Strauss, constituyó uno de los momentos de más alta calidad interpretativa y vocal de este recital, que contó con la excelente labor del pianista cordobés Arnaldo Ghione, situado en el exacto rol de partenaire de una difícil tarea conjunta, integrado desde una administración sutil de las inflexiones del tempo, la dinámica y el toque, a la ductilidad del juego vocal instrumental.

Mariano Cabral Migno