Internacionales: INTE-03

Muchas mujeres no se atreven
a volver a mostrar su rostro

Luego de cinco años de ocultamiento no es fácil retomar la normalidad. En general, esperan que otras mujeres den el primer paso. Las más jóvenes son las más atrevidas.


"Hace cinco años que los hombres no ven la cara de una mujer, así que el día que nos descubramos va a ser como un hambriento cuando ve comida".

Sharifa Usmuni, de 26 años, es una locutora de radio que acaba de recuperar su trabajo en Radio Afganistán pero todavía no se ha atrevido a deshacerse de la burka, obligatoria para toda mujer cuando abandona su casa, porque espera a "que lo hagan las demás".

Diez días después de que los Talibán abandonasen Kabul y se instalaran las nuevas autoridades de la Alianza del Norte, los hombres se han afeitado las barbas antaño obligatorias, se abrió el primer cine y ya se oye música en la calle, pero las mujeres siguen portando su fantasmal burka.

Es una especie de sábana que cubre completamente el cuerpo de la mujer y deja una rejilla a la altura de los ojos para que pueda ver sin ser vista.

Los Talibán no sólo impusieron la burka a toda mujer en edad fértil, sino que prohibieron el trabajo femenino, la educación de las niñas y la atención médica a personas del mismo sexo, entre otras cosas.

Ayer, una manifestación de unas mil mujeres se congregó en un barrio de Kabul con la cara descubierta para pedir la urgente incorporación de la mujer a la vida laboral y pública.

La manifestación había sido organizada por Soraya Parlica, de 57 años, ex presidenta de la Media Luna Roja Afgana durante el régimen pro comunista de Mohamed Nayibulá (1989-92), que pretendía con esta marcha no sólo presionar a las nuevas autoridades, sino llamar la atención de la comunidad internacional.

Al terminar la manifestación, seguida con interés pero sin hostilidad por los hombres del barrio, las mujeres volvieron a embozarse bajo sus burkas y retornaron a donde los Talibán las habían confinado: su casa.

Las mujeres afganas, que no se niegan a hablar con hombres extraños, insisten en que la burka es secundaria, ya que lo que les interesa es ocupar su puesto en la sociedad y tener una buena razón para abandonar un hogar convertido en cárcel.

�Qué me voy a poner?


"Me quitaría la burka con gusto, estoy esperando ese día, pero �qué me voy a poner? Llevo cinco años descuidando mi aspecto y mi ropa por culpa de la burka", apunta Yamila Muyahid, presentadora de televisión de 36 años. Yamila fue hermosa, según sus fotos. Ahora aparenta ser veinte años más vieja.

Ella, como su colega Sharifa Usmuni, son de las poquísimas mujeres que han vuelto a trabajar gracias a la reapertura de la Radiotelevisión Afgana el pasado lunes. Las demás esperan.

"Ha sido una era oscura y negra; los Talibán impactaron en las comunidades más débiles, y ahora las clases pobres se han vuelto muy estrictas", dice Yamila.

"Está bien que las mujeres trabajen y que se quiten la burka, pero deben seguir llevando una ropa musulmana", señala un anciano, que define ésta como la que no permite mostrar más que la cara, las manos y los tobillos. Todos los hombres asienten a su alrededor.

En una escuela clandestina del barrio antiguo de Kabul, las niñas del vecindario asisten a unas clases organizadas por mujeres afganas que durante cinco años han desafiado el oscurantismo talibán.

Nufisa, de 13 años, sabe que quiere convertirse en médico "para servir a su país. Odio la burka", dice.

En estos días postalibán, centenares de periodistas pululan por Kabul en busca de noticias, y entre ellos hay muchas mujeres occidentales que están mostrando a los afganos cosas que tenían olvidadas: el rostro de una mujer, de una mujer que trabaja.

Qais, un taxista al que gustaría convertirse al cristianismo porque el Islam "es muy exigente", se quiere casar con una extranjera, porque a las paisanas ni siquiera las conoce.

"Son cinco años sin verlas, amigo. Estamos hambrientos", dice. (EFE).

Apedreados y fusilados


Los cuatro periodistas asesinados en una carretera de Afganistán fueron apedreados y acribillados, declaró bajo anonimato un responsable de la Cruz Roja, tras llegar los cadáveres a Pakistán.

Los cuatro cuerpos fueron trasladados al puesto fronterizo de Torjam, desde la ciudad de Jalalabad (este de Afganistán), en dos vehículos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Los periodistas son Julio Fuentes, del diario español El Mundo, la italiana del Corriere della Sera, Maria Grazia Cutuli, el cámara australiano Harry Burton y el fotógrafo afgano Azizulá Haidari, estos últimos de la agencia británica Reuters.

Está previsto que los restos mortales sean trasladados al Khyber Medical College de Peshawar, donde serán entregados a representantes de las embajadas respectivas. Los tres hombres y la mujer fueron asaltados el lunes por un grupo armado, en la carretera que sube desde Jalalabad a Kabul, cuando se dirigían hacia la capital.

Un representante del CICR, que pidió el anonimato, dijo que el examen preliminar de los cuerpos mostraba signos de que los periodistas habían sido "brutalmente asesinados".

"Fueron apedreados y acribillados, con gran cantidad de balas en el pecho, en los brazos y en otras partes de su cuerpo", añadió esta fuente.

Se desconoce quién pudo cometer los asesinatos, aunque la carretera por la que transitaban está plagada de ladrones y de milicianos Talibán en desbandada.

Las cuatro víctimas viajaban en un convoy, junto a otros periodistas, que fue detenido a las dos horas de salir de Jalalabad por seis hombres que abrieron fuego con sus kalashnikov, según testigos.

Los cuerpos acribillados se hallaron en la cuneta de la carretera y fueron recuperados el martes por soldados de la administración local de Jalalabad, desde donde salieron camino a Pakistán.

El conflicto de Afganistán ha costado la vida a siete periodistas en poco más de una semana. (AFP).