Pantallas y Escenarios: PAN-02

En la crisis moral de hoy y
y la esperanza del mañana


Wim Wenders ha desarrollado una obra tan coherente como irregular. En su punto de vista siempre estuvieron los viajes y las ciudades, caminos y estancias que supieron enriquecerse con el aporte contrapuesto de bandas sonoras fuertemente ligadas a la imagen, cuando no fueron el estímulo fundamental del filme. Luego de sus primeros y grandes filmes en Alemania, su obra se hizo más andariega y menos espesa, aunque siempre conservando sus constantes, que poco a poco fueron transformando sus vivencias hacia ópticas más decadentes.

Como un agudo observador de los tiempos, ahora nos entrega "El fin de la violencia", un título que se las trae y que a la luz de los últimos acontecimientos aparece como una suerte de reflexión en donde se mezcla el cine, la política y los intereses del poder, confrontados al rezago que queda en sus criaturas del amor y la ternura, de las afinidades que establecen las relaciones y de cómo este tejido se corrompe lenta e inexorablemente en nuestro mundo contemporáneo.

Aquí el nudo del conflicto está en un productor especializado en filmes de acción, que un día es secuestrado y a punto de ser liquidado por sus captores consigue no sólo zafar de la situación sino también eliminarlos en forma bastante extraña y no muy bien aclarada. Mientras él se oculta, otro personaje estudia un proyecto para detectar la violencia en la ciudad y controlarla. Mientras un correo electrónico ofrece datos sustanciosos y agendas completas del FBI, otros hechos escapan al control minucioso de las computadoras.

Todo en el filme parece en un comienzo estar disociado, pero poco a poco las partes se van juntando y se va haciendo nítido el tema del filme: reflexionar acerca de la crisis moral de nuestra civilización y de su decadencia, casi sin detectar márgenes para la posibilidad de rescatar valores. La mirada de Wenders es escéptica y es sólo el poder visual de su filme, lo que apuesta a la belleza, como si esta presencia del cine negara la otra, la violenta que instala apenas comienza.

"El fin de la violencia" está rodada en Los Angeles, en ese Hollywood que hoy se pliega a la guerra y en ese sentido, actúa con valor de premonición de las cosas que vinieron después. Sus personajes son superados por los hechos, sus sentimientos desbordados por sus intereses, y estos intereses son aniquilados por un entorno que no pueden dominar. Queda para ellos esta suerte de réquiem, en donde las imágenes y la banda sonora que propone Ry Cooder, acentúan un cierto tono onírico. �Todo esto pasó, debe haber pasado, está pasando? Lo innegable es que todo es tan real como la desesperación con que se muestra.

"EL FIN DE LA VIOLENCIA"


("The end of violence", Estados Unidos, 1997); Dirección: Wim Wenders; guión: Nicholas Klein y W. Wenders; fotografía: Pascal Rabaud; música: Ry Cooder; intérpretes: Andie McDowell, Bill Pullman, Gabriel Byrne, Samuel Fuller, Loren Dean, Traci Lind, Nicole Parker y Daniel Benzali; duración: 122 m. Presentada en Cine Club Santa Fe.