Crónica de un cine solo
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Diego Soffici, cineasta santafesino, habla del impacto de la crisis en la cultura. El cine nacional vive una etapa de reconocimiento mundial. Pero sin apoyo no puede subsistir. Los temas culturales necesitan ser debatidos.
Hace un año Diego Soffici estaba filmando bajo los 40 grados en las calles de Rincón. Las últimas imágenes de Gerente en dos ciudades, revolucionaron el pueblo con la llegada de cámaras y personajes apurados y hablando por walkie-talkies lilas.
La habían comenzado a filmar contando con un presupuesto de 300.000 dólares -en aquel entonces equivalentes a pesos-, provenientes de un concurso para opera prima del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales -en aquellos días en funcionamiento. El guión de Soffici -adaptación del libro del santafesino Carlos María Gómez- ganó el certamen y las luces se encendieron.
Hoy el filme está en la última etapa, que es la de dosificación, léase nivelar la luz de toda la película antes de la copia final. "Es un trabajo en el laboratorio y se hace toma por toma del negativo, con el director de fotografía de la película. Lleva unas dos semanas laburando a full. Pero eso es todo lo que falta", explica Soffici.
"El estreno es otra cosa. Implica la distribución, copias para los cines, sacar el libre-deuda, el lanzamiento", ahí ya se necesitaría otro presupuesto, pero con la copia al menos se puede participar de festivales, lo cual es fundamental para que el filme entre en carrera.
"La temporada empieza en febrero, y al no tener copia no podés participar, y te estás perdiendo el calendario anual, donde podés charlar por futuros proyectos, mover tu película en secciones donde evalúan proyectos a terminar, etc...".
Cuando la crisis argentina tomó su forma más contundente y comenzaron los cambios violentos de presidente, de moneda, y de normas financieras, la película de Soffici estaba entrando en esa etapa de dosificación. "El problema es que para poder encarar eso, hay que levantar las deudas de laboratorio que se acumularon el año pasado y por otra parte los materiales para hacer la copia restante mantienen su precio en dólares".
El subsidio del Incaa no terminó de pagarse y los ahorros se agotaron. Resultado: película estancada.
"Lo más grave es que si el Incaa no se normaliza nos vamos a quedar trabados en esta situación, porque es la fuente de recursos y prácticamente no está funcionando. De lo que nos corresponde del subsidio aún nos falta bastante", explica Diego quien considera que para Gerente... no es tan grave. "Tarde o temprano la vamos a terminar", y prevé la posibilidad de estrenar en agosto "para que no se vuelva vieja".
"Lo más embromado es que está muy parado lo que es el movimiento cinematográfico. Incluso hay películas listas, que no se pueden estrenar porque las distribuidoras no agarran", cuenta Diego y reafirma que "sin el Instituto el cine argentino no podría subsistir. Sólo los proyectos que juntan la plata para filmar o que tienen apoyo de afuera. Hasta proyectos de directores consagrados como Pino Solanas filman con el apoyo del Incaa".
Además del aspecto financiero, Diego rescata que "el Incaa es el nexo entre todos, te avisa de los festivales que hay, de cómo inscribirte, nuclea intereses comunes, además de incentivar la producción a un muy bajo costo, a la mitad de lo que se considera ajustado de un presupuesto".
Además de lo planteado, otros temas críticos siguen siendo: "La reducción en el presupuesto. Y la accesibilidad a ciertas esferas para plantear estos problemas", enfatiza Diego y cuenta su experiencia en Santa Fe.
"Antes de rodar -comenzamos el 4 de diciembre de 2000- yo tenía 15 pedidos de entrevista en la Subsecretaría de Cultura de Santa Fe. Nunca me contestaron. Ya esa etapa pasó. Pero no creo que en esta nueva etapa puedan atender el tema. Yo pedía audiencia para facilitar algunas cuestiones burocráticas, permisos... fue como que desconocieron que acá se estaba filmando un largometraje. Actualmente uno también necesitaría de una colaboración pero no voy a seguir intentado hablar con quien no escucha. Hay una asamblea del Instituto que está compuesta por secretarios de provincia, no sé si se estarán reuniendo, pero, por ejemplo, es un ámbito en el que podrían plantearse estos temas"
Si en casa no hay respuesta, tal vez afuera la haya: "Otra etapa sería buscar en fundaciones internacionales, mandar la película en el estado en que está. Para la copia faltarían 30.000 pesos más o menos".
"El cine argentino de los últimos tres o cuatro años provocó un boom en el mundo. Es requerido en Europa, y esto no pasaba hace mucho tiempo. Llegamos a perder ese tren otra vez...", se lamenta el joven director que recuerda que esta nueva tendencia empezó con películas como Pizza, birra y faso, que "fueron los primeros en romper una tradición y abrir otro camino, otra estética".
"Hablar de cine cuando el Pami está fundido y el desempleo es tan alto parece inmoral, porque hay otras necesidades urgentes. Pero si nos olvidamos de lo otro, el día de mañana vamos a tener la urgencia de decir `destruimos la cultura, �qué pasa que nadie hace cine, nadie hace teatro?'. No será una prioridad como es comer, pero también es un daño terrible que nos hacemos a nosotros mismos", sostiene Diego.
"Hay que contextualizar porque parece que uno se queja por no poder cambiar el auto, y no es lo mismo. Hay que discutir estos temas. Obviamente hay emergencias pero no se puede por eso sacar de la agenda la discusión sobre la cultura. Además hay otro elemento y es que, en el caso del cine, significa que, por ejemplo, si cierran el laboratorio con el que yo trabajo, quedan afuera cien familias, más los proveedores que tenían, son nuevos desocupados. Es como la industria de la construcción, como cualquier industria, donde se para no es que se deja de filmar, es que se rompe una cadena de trabajo".
El cine argentino está "en la cresta de la ola", pero debido a la crisis económica nacional "ya han sido postergados algunos proyectos por la incapacidad de financiamiento", dijo en Madrid el cineasta bonaerense Héctor Olivera. "Y, debido a lo mismo, los productores no logran cobrar los subsidios por películas anteriores a la crisis", añadió.
"En 2000 ya estábamos en crisis, pero sin embargo fue un buen año para el cine argentino", subrayó el cineasta, que en su prolongada carrera ha producido más de 110 filmes desde 1956, y dirigido otras 20 películas. Al respecto, dijo que aparte de "la incapacidad de financiación, las distribuidoras tienen grandes problemas, ya que las independientes pueden comprar películas extranjeras en moneda fuerte y ahora no pueden recuperar sus costos".
Asimismo, "los productores no logramos cobrar los subsidios desde 1999 por películas", añadió, antes de destacar como punto favorable el hecho de que el año pasado, a pesar de la crítica situación, "lo más importante, lo más positivo para el país fue que el cine argentino tuviera tanto éxito de público y recibiera tantos premios internacionales".
Entrevistó: Ana Aymá