Opinión: OPIN-02

A cien años del nacimiento de Luis Di Filippo


La vida y la obra de Luis Di Filippo están muy ligadas a Santa Fe, a su movimiento cultural, a ciertas épocas decisivas de la política y al periodismo de la región. Su actuación, el perfil de una personalidad muy imbuida de los diversos procesos del pensamiento, lo muestran en la estatura de un intelectual severo y combativo, formado dentro de una ética libertaria, dúctil en sus enfoques en todas las horas del país y del mundo.

Nacido en la ciudad de Rosario el 6 de marzo de 1902, egresa del Colegio Nacional después de haber residido un par de años en un pueblito de la Calabria, donde vivían sus abuelos paternos. Muy joven, comienza a militar en la juventud anarquista, hablando en mitines políticos de la época. En 1925 se incorpora al periodismo profesional desde las columnas de La Capital. Por ese entonces viaja a Europa, pasando un año en Barcelona, Amsterdam y París. En esta última capital frecuenta el Café de la Rotonde, donde se reunían Vicente Blasco Ibáñez, Eduardo Ortega y Gasset, Cossío del Pomar, Hans Ryner y el Vizconde de Lascano Tegui. Son años de formación fervorosa, en que los idearios se proyectan entre diálogos con Raúl Haya de la Torre y encendidas polémicas frente a los movimientos de la época.

En 1927 se instala en Buenos Aires y escribe en Ultima hora su comentario del día, glosas que posteriormente aparecerán en Nueva Epoca. Después de colapsos económicos de sus empleadores, en 1928 se radica en Santa Fe, donde ingresa como redactor de La Provincia. El gobernador Pedro Gómez Cello lo nombra, por entonces, Secretario del Departamento Provincial del Trabajo.

A fines de 1930 se incorpora a El Litoral -sellando una gran amistad con sus directores Salvador Caputto y Pedro Vittori- páginas en las que continuará escribiendo prácticamente todo el resto de su vida. Son años de lucha y de inserción laboral en el medio. Di Filippo comienza así, en 1936, a desempeñar tareas docentes como profesor de Castellano en el Colegio Nacional Simón de Iriondo y en el Liceo de Señoritas.

A partir de 1937 es elegido diputado provincial, cargo al cual accederá nuevamente en 1942, así como asume las funciones de jefe de Policía de La Capital durante el gobierno de Iriondo. Esta etapa política se cerrará después de poco más de un lustro, y quedará registrada en su memoria en anécdotas y recuerdos significativos.

Su pluma, incisiva y de elegante vuelo, comienza a proyectarse más allá de las páginas de los periódicos. Aparecen así Cinco semblanzas, La política y su máscara, Federalismo y libertad, La agonía de la razón, dentro de una secuencia de enfoques que conjugan versación y espíritu crítico.

En 1968, después de un interregno en Mar del Plata, va con su esposa a vivir a Buenos Aires. Trabaja como editorialista en La Nación y colabora con Roberto Caminos en Clarín. Se liga al grupo del pensador italiano Rodolfo Mondolfo, junto a escritores de la talla de Estrella Gutiérrez, Lewin, Farré, Alberti. En 1976 regresa definitivamente a su Santa Fe de adopción y se incorpora de inmediato al movimiento cultural, convocando generaciones con su espíritu alerta. Aquí, entre reconocimientos y premios, funda en 1981 la Gaceta Literaria, revista que dirigió durante 15 años, y reinicia con pasión la escritura de numerosos libros y ensayos. Aparecen así La religión de los ateos, La voz de los profetas, El fetichismo del poder, siempre dentro de una línea polemizante y a la vez orientadora.

En 1988 muere Ana María Pasqualini, su compañera de toda la vida. Dona su vivienda a la Asociación Santafesina de Escritores (ASDE), entidad que contribuyera a fundar y presidiera en dos períodos. En 1992 comienza a escribir sus memorias, que intitula El rumiante, por las que desfilan importantes figuras de la escena política y de la intelectualidad argentina, americana y europea, las que quedan inconclusas.

Luis Di Filippo fallece el 12 de julio de 1997, a los 95 años. Santa Fe lo honró como a un hombre de pensamiento y de acción; pero, por sobre todo, como a un humanista preclaro que supo servir en la enseñanza y en el ejemplo a lo largo de toda su vida.