Pantallas y Escenarios: PAN-01

Te recuerdo, Carol


Scott Hicks es un narrador nato. Sus películas ("Claroscuro", "Mientras nieva sobre los cedros") son ejemplos de mesura, profundidad y un cierto tono que se toma su tiempo para calar en sus personajes y situaciones. Con cámaras generalmente quietas, muestra a sus seres humanos expuestos al paso del tiempo y los acontecimientos, y como éstos los modifican. Aquí se toma estos atributos al pie de la letra y logra un filme que conmueve, al tiempo que ensaya con ese tiempo tan caro a su estilo, al punto de extender su filme a un solo flasback.

Ese único retorno al pasado significa el presente de su protagonista Bobby Gardfield, el hombre que recuerda su infancia, el niño que tendrá que pasar por experiencias muy negativas como ser huérfano de padre y soportar una madre desubicada y con relaciones poco claras. Allí tuvo dos amigos de esos que recordamos toda la vida. El filme comienza justamente cuando muere uno de ellos, y en sus funerales se entera de que la misma suerte corrió con quien había compartido algo más que la amistad, Carol, la niña a quien dio el primer beso, aquel que será el referente de todos los otros.

Eso abre al recuerdo de Ted Brautigan, un hombre que un buen día llegó a rentar un cuarto en aquella casa que ahora visita y encuentra derruida. Con él desarrolló una amistad que en realidad fue también algo más: en él encontró la figura paterna, al amigo capaz de acercar el consejo más humano, el hombre en suma, que pasó a ser el referente de todo lo que vivió después. Es éste pues, el relato de esa experiencia de vida.

Brautigan era un hombre misterioso, posible médium extrasensorial utilizado por los servicios secretos que algún día vendrán a buscarlo, lector de todos los libros y una suerte de esos sabios de bolsillo que disparan frases y sentencias sin ninguna soberbia y mucha humanidad. Bobby encuentra en él desde un medio de vida (le paga un dólar para que todos los días le lea los diarios) hasta el interlocutor y protector frente a los chicos más grandes del barrio que siempre lo acosan, más que nada cuando está con Carol.

Hicks se las arregla muy bien para adaptar este material proveniente de relatos de Stephen King, conservando antes ese magnetismo que provoca lo desconocido y de las ambigüedades que emanan de esos extraños visitantes que un buen día se llevan al amigo de nuestro Bobby. Melodías y baladas de los 60, con Los Plateros y Fast Domino, sonando como ecos distantes, enriquecen ese ambiente lejano y querido que evoca el título original: Corazón en Atlántida, que recuerda las edades primeras.

Una mención aparte merece la fotografía de Piotr Sobocisnky por el tratamiento que otorga con la luz natural. El sol se cuela en todos lados, con rebotes y brillos extraordinarios. Pero hace una toma inhallable, un plano de las vías del tren iluminadas por la luz lunar, extraviadas al infinito. Hicks le dedica el filme y nosotros la admiración.

"Nostalgia del pasado"


("Hearts in Atlantis", Australia/Estados Unidos, 2001); Dirección: Scott Hicks; guión: William Goldman, basado en la novela de Styephen King; fotografía: Piotr Sobocinsky; música: Michael Danna; montaje: Pip Karmel; Intérpretes: Anthony Hopkins, Anton Yelchin, Hope Davis, Mika Boorem y David Morse; duración: 101 m. Presentada por Warner Bros en Cinemark.

Juan Carlos Arch