Luis H. Gudiño
Es un tipo especial. Entrador, simpático, con mucho conocimiento de literatura, música y la vida en general.
Admirador del hombre común, como el Che Guevara, Borges, Piazzolla. Degustador del néctar parisiense como del barrio en el que creció, Cruz del Eje (Córdoba), donde quedaron sus amigos y muchos recuerdos.
De la mano de Yayo Milanesi, visitó nuestra ciudad y pudimos tomar un café y charlar, acompañados por uno de sus dilectos amigos de la juventud: el periodista Eduardo Burba, oriundo de la misma ciudad de Jairo y con quien compartió el gusto por la música y muchas aventuras de adolescentes.
Grabó más de 600 canciones, le encanta bucear en distintos ritmos y como él dice "en ese desorden de tipos musicales yo me encuentro y reconozco que mi repertorio es muy diverso, obedece al instinto" y destaca que "de acuerdo con el momento, me dan ganas de cantar tal o cual cosa y lo hago, nunca me inhibí. Siempre canté lo que quise, hice lo que yo deseaba en mi carrera discográfica y por eso justamente tuve altibajos. Es así... la elección ha sido mía y me hago cargo".
Con respecto a su proyección familiar en la música, indicó que "mi segundo hijo, Yaco, es el único que canta; es músico y productor de los últimos cinco discos míos. Es completo, importante, con una carrera extraordinaria por delante", y agregó "conoce los dos aspectos de la cosa: el lado artístico-musical y el técnico. Corre con una ventaja muy grande. Para mí es un placer trabajar con él. Me ayuda, impone criterios novedosos para mí".
"Escribo todos los días... Ya tengo un libro que estoy por publicar y otro en elaboración. El que terminé es sobre recuerdos y cosas personales; se me ocurrió porque vi en mi casa una enorme cantidad de material fotográfico y lo saqué de los cajones, con su propia historia, y a partir de allí, en `Imágenes recobradas', comencé a organizar mi propia historia". Puntualizó además que tiene "el prólogo del autor cordobés Daniel Salzano y de María Elena Walsh, entre otros. Ahora estoy escribiendo un libro de cuentos, y ya llevo cinco elaborados".
-�Estás rescatando la música nativa de Latinoamérica?
-Es un deseo. Estoy en contacto con gente que sabe mucho de eso, grandes especialistas, antropólogos... gente que trabaja con hábitos y costumbres de los pueblos más antiguos de América, sobre todo de nuestro país. Me encantaría hacer un disco que nos permita tener una base de canciones indígenas y danzas, y hacer evolucionar esa música con arreglos distintos, vocales, armonizaciones que las enriquezcan, sin traicionar la esencia. Es un trabajo arduo, complicado, pero a mí me gusta este tipo de desafíos.
-�También algo de Astor Piazzolla?
-Efectivamente, armé uno con 17 canciones del gran maestro.
-Haber salido de un pueblo muy chico y deslumbrado a Europa, colmando el Olimpia de París, retornando luego a cantar en Cruz del Eje recientemente con tu hermano, �qué sensaciones te produjo?
-Una cosa no impide la otra. Para mí lo importante es tener la posibilidad de cantar. Expresarme a través del canto, que es lo que sé hacer, lo que conozco, lo que estudié. Trabajé, me preparé para esto, y también haber cantado en centros muy importantes y exigentes ayuda a madurar.
-�Cómo es el nivel de exigencia en el exterior?
-En Francia, por ejemplo, es muy alto. Están acostumbrados a ver cosas muy elaboradas, no hay improvisaciones. Es un país con una personalidad extraordinaria en la manera de hacer los espectáculos. Se supone que un artista francés sabe qué hacer en un espacio vacío, cómo moverse. El argentino es más estático, pegado al micrófono, tiene concepciones distintas.
-�Quién te abrió puertas en Europa?
-Tuve el privilegio de que las cosas fueran dándose naturalmente. Nunca hubo cosas forzadas, tentativas, dudosas. En Buenos Aires, prácticamente había dejado de cantar y me dediqué a dibujar, es otra de mis pasiones (trabaja como ilustrador para tres agencias de publicidad haciendo diseños gráficos). Me iba muy bien, ganaba lo suficiente. Componía canciones con un amigo patagónico y un día le llevamos nuestros temas a Luis Aguilé.
-�Y cómo los recibió?
-Le gustó cómo cantaba yo y me ofreció grabar un disco en España con él como productor. Me mandó los pasajes, grabé seis discos, me fue realmente muy bien. De repente me llamaron de Francia, para actuar en el Olimpia de París, junto a Susana Rinaldi. Me vio un productor francés y grabé a los pocos meses un disco en ese idioma. A los ocho meses, había vendido más de 800 mil placas, una cosa muy rápida pero natural. Yo le agradezco mucho a Francia. Le debo mi amistad con Atahualpa Yupanqui, con Julio Cortázar, con Astor Piazzolla...
-�Te irías de nuevo?
-Voy y vengo.
-�Cómo ves tu futuro?
-Con dolores de espalda (risas). Me gusta correr. Sentirme libre, hago más de diez kilómetros por día. Me frena el físico, pero me sorprende cómo aguanto. Debe ser porque llevo una vida bastante sana. Artísticamente me veo bien, conservo intacto el entusiasmo por lo que hago; eso me genera nuevas ideas. Me encanta crear caminos nuevos... es divertido.
-�Hubo alguna canción que creíste que iba a fracasar y fue un éxito?
-Sí... el éxito más grande que tuve. La cantaba sólo con la guitarra, en francés, y se llama "Los jardines del cielo". A los productores les gustaba, yo no le tenía mucha fe. Había grabado otra que me entusiasmaba mucho más: "Superestrella", a la que elegí como cabeza del disco, como primer corte. Pero en la radio gustó la otra. Me resigné al gusto de la mayoría, vendió 2.800.000 discos. Tenía razón la gente.
-El Himno Nacional que grabaste se escucha en todas las ceremonias. �Es cierto que lo cantarás en vivo en la apertura del Mundial de vóleibol?
-Como te dije, soy loco por el canto. Realmente cantarlo es muy lindo, especial. Efectivamente, me convocaron para la apertura del Mundial de vóleibol. Ya lo hice en el Fútbol Sub 20 y salimos campeones... Seré una buena cábala.