Por Francis Temman
Un estudio revela nuevos estragos causados por el consumo -incluso ocasional- de éxtasis en las células que controlan el movimiento, las respuestas emocionales y cognitivas y los centros del placer.
En experimentos de laboratorio con monos y babuinos, investigadores de la Universidad Johns Hopkins pusieron en evidencia lesiones graves e irreversibles ocasionadas por unas dosis de éxtasis en las neuronas de dopamina, que causan efectos similares a la enfermedad de Parkinson.
Si el éxtasis tiene el mismo efecto en el hombre que en el mono, los científicos advierten que las consecuencias neurotóxicas del éxtasis podrían aparecer recién varios años después de la absorción.
"El alcance más preocupante de nuestras conclusiones es que los jóvenes adultos que consumen éxtasis corren mayores riesgos a medida que envejecen, de desarrollar un parkinsonismo, una afección parecida a la enfermedad de Parkinson", advirtió George Ricaurte, neurólogo de la Universidad Johns Hopkins.
"La ausencia de efectos perjudiciales inmediatos y evidentes del éxtasis es, en parte, responsable de la creencia ampliamente extendida de que ésta es una droga segura. Pero el público debe ser consciente de que el consumo de éxtasis, aun en dosis ocasionales, puede dañar las células cerebrales y tener graves consecuencias", agrega Ricaurte.
El parkinsonismo sobreviene cuando las neuronas dopaminérgicas están tan dañadas que la producción de dopamina en el cerebro es inferior al 90 % de su nivel normal.
Los resultados de estos trabajos figuran en la revista Science de esta semana.
Estudios precedentes habían advertido sobre los efectos del éxtasis en la bioquímica cerebral, como la pérdida en el cerebro de serotonina, un neurotransmisor que interviene en la regulación de los humores y del comportamiento.
La enfermedad de Parkinson es consecuencia de una disminución irreversible de la producción de dopamina en el cerebro.
El MDMA (3,4 metileno-dioxi-metamfetamina) o éxtasis provoca en el consumidor un efecto euforizante inmediato, un sentimiento de intimidad, de intenso placer y también de ausencia de cansancio, todo ello seguido de episodios depresivos.
Los científicos dieron tres dosis de éxtasis a los monos y con tres horas de intervalo para simular un consumo ocasional típico, durante una noche blanca de baile.
Además del déficit de serotonina en el cerebro, constataron serias y duraderas carencias a largo plazo de dopamina, otro neurotransmisor que participa del circuito cerebral de "recompensa" y que interviene en el control de la motricidad.
Un examen más profundo en la zona del striatum, una región bajo-cortical del cerebro implicada en la motricidad, mostró que de 60 a 80 % de las terminales de neuronas dopaminérgicas estaban destruidas.
Para verificar que estos resultados no estuvieran relacionados con la variedad de monos bajo observación, los investigadores repitieron la experiencia en babuinos y sacaron las mismas conclusiones sobre graves lesiones neuronales.
Dos monos murieron rápidamente de hipertermia brutal, un efecto susceptible de sobrevenir en el hombre.
"Todavía no sabemos si nuestras conclusiones entre los primates no humanos serán generalizables a los seres humanos, pero no hace falta decir que se trata de una grave preocupación", sostuvo Ricaurte.
"Este estudio muestra que un consumo, incluso ocasional, de éxtasis puede tener efectos a largo plazo en diferentes sistemas cerebrales", dice Alan Leshner, ex director del Instituto Nacional contra el Abuso de Drogas.
Para Leshner, el mensaje a los jóvenes es claro: "No jueguen con su cerebro". (AFP).