Opinión: OPIN-03 Cuando Juanito Laguna llegó a Venecia

Por Elba Pérez


Cuarenta años transcurrieron desde el arribo de Juanito Laguna a Venecia, un destino impensable para el pibe villero que caló hondo en la conciencia del jurado internacional que otorgó a su creador, Antonio Berni, el primer premio de dibujo y grabado de la XXXI edición de la Bienal de Arte de Venecia. Y la casi totalidad de ese envío se recobra ahora en la muestra del porteño Centro Cultural Recoleta.

En la sala Cronopios se despliegan 25 obras (óleos, técnicas mixtas, tintas y xilo-collages acompañados por los tacos originales). Tres obras que componían el envío original están ausentes de la muestra. De una de ellas se ignora el paradero y sobre las dos restantes ("La familia de Juanito Laguna un domingo a la mañana" y "Juanito Laguna aprende a leer") gravitan razones presupuestarias y razones incomprensibles.

El costo de transporte y seguro justifican la ausencia de la primera obra mencionada, hoy propiedad del Museo Municipal de Ostende, Bélgica. Pero es difícil imaginar los impedimentos para exhibir la obra de Berni, propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes.

A pesar de estas objeciones, el envío de Berni mantiene intacto su poder revulsivo, refrendado por la desdichada actualidad de su denuncia.

La saga de Juanito Laguna es consecuencia natural de los postulados del Nuevo realismo enunciados por Berni a partir de 1930. Con el Nuevo realismo, Berni enfrentaba las corrientes abstraccionistas europeas y norteamericanas y el realismo socialista de la Rusia soviética. Lo concebía como "espejo sugestivo" de la gran realidad espiritual, social, política y económica de Latinoamérica.

Se diría que toda la obra realizada por Berni tras su regreso al país lo preparaba para esta empresa. En Italia y Francia, había explorado las vanguardias (pintura metafísica, cubismo, surrealismo) pero fue en las tierras desoladas de Santiago del Estero donde perfiló su imagen.

A las grandes pinturas de los cosecheros golondrinas siguieron, a fines de la década del '50, las imágenes de Villa Tachito, Villa Piolín, Villa Cartón. Esta nueva realidad de las Villas Miserias surgidas al margen de las grandes ciudades (Buenos Aires, Rosario, Córdoba) tenía su réplica en los cantegriles montevideanos y en las favelas de Río de Janeiro, Bahía o San Pablo.

Era un nuevo paisaje, suburbano, degradado, inhóspito, poblado por seres excluidos por la sociedad. Los materiales tradicionales de la pintura eran inviables para trazar estas crudas realidades.

Berni apeló a los materiales residuales, rezagos industriales, latas oxidadas, maderas de encofrado, cartones. Es decir, a los materiales con que se levantan las precarias casillas de Villa Miseria, el hogar de Juanito Laguna.

Berni resignificó el uso del collage introducido en 1912 por Picasso y George Braque durante el período cubista. El collage de Berni no es cita de la materia sino irrupción protagónica del medio que representa el Nuevo realismo. Este recurso es esencial para construir el relato, la narración episódica que constituía una vieja aspiración del artista.

De este modo superaba las connotaciones retóricas, sentimentales, abstractas o metafóricas del Arte Povera o del Informalismo que conocía y había experimentado. Al tiempo que afirmaba su vocación realista, Berni creaba una poética cruel, de voz ronca y superficies áridas como la vida misma. Y es en los grandes xilo-collages donde su originalidad alcanza su punto máximo de creación.

Las enormes planchas tienen una cualidad mural innegable. En rotundas visiones, Berni traza las estampas de Juanito pescando, bañándose, cazando pajaritos con el fondo ominoso, amenazante, de galpones, torres y fábricas cuyas chimeneas contaminan el aire.

Pero es en los dibujos a tinta donde la amenaza se concreta y la naturaleza se bestializa. La serie "Pampa y cielo" se puebla de monstruos y nubes tóxicas trazadas con energía gestual inédita.

Es una poesía bárbara que conmovió al jurado de la Bienal, recuerda Rafael Squirru, quien sugirió la inclusión de estas obras, señalando que "Berni utilizó tintas industriales sin aditivos secantes. Por lo tanto, estas tintas de los xilo-collages permanecen frescas, activas a pesar del tiempo. Como la imagen del artista que aún causa escozor".

La realidad superó en crueldad los episodios de la historia de Juanito Laguna. Pero no su contundencia plástica. Ya no existe el paisaje fabril de "Juanito Laguna lleva la comida a su padre peón metalúrgico" (óleo, collage, 121 x 153) ni es concebible "Navidad de Juanito Laguna" (óleo sobre arpillera (300 x 200, colección Carlos Pedro Blaquier). El "espejo sugestivo" al que aspiraba Berni se vuelve profético en "La conspiración del mundo de Juanito Laguna trastorna el sueño de los injustos" y "Carnaval de Juanito Laguna", dos óleos de 1960.

Estas imágenes de atroz contundencia podrían fecharse hoy. Y las obras que sorprendieron al jurado de la XXXI Bienal de Venecia son reflejo de la realidad contemporánea.

La muestra puede visitarse, en la Sala Cronopios, del Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, Buenos Aires, de martes a viernes de 14 a 20; sábados y domingos desde las 10. Entrada gratuita. (Télam).