Los bancos privados argentinos se quieren separar de los extranjeros, y para esto harán resurgir esta semana a la Asociación de Bancos (Adeba). De esta forma, se separarán de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y de la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la Argentina (Abappra).
Al frente de esta nueva entidad estará el titular del Macro Bansud, Jorge Brito, quien dará a conocer en esta semana el acta fundacional de Adeba, que destacará los objetivos de "restitución nacional del sistema financiero y de fuerte compromiso con la sociedad".
Según puntualizó hoy un ejecutivo de Abappra al diario La Nación, en la nueva entidad se congregarán "todos los bancos privados nacionales". Así se pretende "reconstruir una presencia de dirigentes de origen nacional, sobre todo después de los sucesos de 2001", indicó este ejecutivo.
Al parecer, desde el ámbito oficial, esta decisión había caído bastante bien. En tanto que desde ABA creen que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, estaría "detrás de esta movida" de ruptura.
El Banco de Galicia, integrante de ABA, tenía previsto decidir hoy en una reunión de directorio la posibilidad de sumarse a esta versión 2003 de Adeba. Al respecto, fuentes de la entidad explicaron que "ésta es una idea que se había pensado hace un año y que no renace en un buen momento".
En tanto, desde el Banco Hipotecario, integrante de Abappra, también se tomaría el mismo camino.
Si bien se admitió que la resucitación de Adeba podría "debilitar" al sector frente al futuro gobierno, indicaron que de este modo se podrá plantear una visión más homogénea para negociar las compensaciones y la reconstitución del sistema financiero local.
Sin embargo, desde ABA sostuvieron que detrás de los argumentos de "recrear una burguesía nacional" que difunden los banqueros de Adeba se escondería la intención de obtener algunas "presuntas ventajas" por parte del Ejecutivo.
Asimismo indicaron que "no hay intenciones" de pelearse con ABA o Abappra. "Las relaciones siguen siendo óptimas", indicaron, con el difícil objetivo de ocultar las disputas que existen dentro del sector. "Pero el Bansud quiere ponerse a la cabeza de los nacionales", aclararon.
Para descartar todo tipo de dudas, dijeron que "no se trata de una disputa política con el gobierno, sino de una posición crítica con los bancos extranjeros". Cuando se relance Adeba, junto al Macro Bansud de Brito estarían el Comafi, Patagonia, el Banco Privado y eventualmente el Galicia y el Banco Hipotecario, entre otros.
Con la crisis desatada durante el gobierno de la Alianza y en la gestión de Domingo Cavallo, que desembocó en el corralito; en diciembre de 2001, las diferencias comenzaron a resurgir en el seno de la entidad que entonces conducía Eduardo Escasany.
Esta separación comenzó a manifestarse en forma más clara a partir de la llegada de Lavagna al Palacio de Hacienda. La semana pasada, ABA dio a conocer un crítico comunicado por la decisión del gobierno de dejar en manos del Congreso Nacional la compensación por la indexación asimétrica y por la pérdida generada por los amparos judiciales.
Frente a esto, algunos bancos sintieron que esta postura los dejaba mal parados a la hora de negociar con el gobierno, entre otras cuestiones, el repago de los redescuentos, y decidieron materializar este nuevo divorcio entre banqueros.
En ABA quedarían el Santander, el BBVA Francés, el Citibank y el Boston a la cabeza, mientras que en Abappra permanecerían el Credicoop, el Banco Ciudad, el Nación y el Banco Provincia.
Desde el sector recordaban la división que ya habían empezado a concretarse hace tres décadas, cuando nacieron Adeba, con los bancos nacionales, y ABRA, con los extranjeros.
En esa oportunidad, el titular de ABRA, Julio Gómez, rechazaba en forma pública la propuesta de restringir la llegada de instituciones bancarias extranjeras al país, que había sido expuesta por sus pares de la Asociación de Bancos (Adeba), que conducía Eduardo Escasany.
Luego, en 1998, las dos entidades decidían desandar este divorcio, que duró 26 años. Nacía ABA en los años finales del gobierno de Carlos Menem, con Pedro Pou en el Banco Central.