Desde ayer está funcionando en la sede del Rectorado de la UNL el centro de información para localizar a evacuados, y mucha gente se dirige a la Universidad en busca de algún pariente o grupos familiares.
El personal de la UNL y de la UTN está trabajando para reunir la mayor cantidad de datos posibles sobre las personas que se encuentran en los distintos centros de evacuados. La información está llegando, pero muchas veces incompleta, por eso solicitaron nuevamente a los centros el listado de gente -en lo posible- con la siguiente información: apellido, nombre y el barrio de donde proviene. También solicitan los datos a los particulares que tienen evacuados en sus casas.
Esta mañana se acercaban a un registro de 13.000 personas, que iban actualizando en paneles en la puerta del Rectorado. "También estamos completando los datos de cada centro de evacuación, con teléfono y dirección para que los que consultan puedan ubicar a sus familiares", señaló Andrea Valsagna, directora de comunicación de la UNL, una de las personas que coordinan el banco de datos.
Para averiguar algún paradero, se debe solicitar información a los teléfonos 4555512 y 4571110, interno 230, o dirigirse personalmente a Bv. Pellegrini 2750. También se pueden dirigir a ATE, que cuenta con la misma base de datos, a San Luis 2854, teléfono 4555557. Por el contrario para informar sobre las personas que se encuentran en los centros de evacuados, se deben dirigir al 4571107, o por mail al [email protected].
"Esto se mantuvo de corrido (durante toda la noche) gracias a muchos voluntarios", subrayó Valsagna. "Hay gente en distintas oficinas cargando datos y gente consultando. Están trabajando los empleados de la Universidad, estudiantes y voluntarios", agregó.
Esta mañana la universidad no contaba con Internet, por eso estaban trabajando con un sistema Intranet y hay un sitio web que se puede consultar [email protected].
Otra vía de servicio a la comunidad es la FMX 107.3 que transmite desde ayer los listados que recibe el centro de información y la van brindando al aire. "La radio recibe muchos mensajes e información sobre personas, entonces nos la pasan a nosotros, igual que la FUL que recepciona datos permanentemente".
El banco de datos se está actualizando permanentemente, por eso piden "paciencia", pero lo cierto es que muchos se van sin respuestas, angustiados, e intentan otras vías.
Erica Figueroa, también del centro de información, subrayó la necesidad de que "la gente que en casas de familia recibió chicos, que se comunique y deje sus datos personales. Nosotros los enviamos a Promoción Comunitaria y al Juzgado de Menores para que tengan esa información, porque hay un montón de papás que están buscando a sus hijos".
Ayer a la tarde a partir de este servicio pudieron reencontrar a algunos chicos con sus padres.
En el momento de la evacuación, ante la sorpresiva aparición del agua, muchos chicos quedaron solos, y las familias ante la situación les tendieron una mano. Los padres también se pueden comunicar a Promoción Comunitaria y al Juzgado de Menores "que cuentan con esta base de datos y con la información de las familias que tienen chicos. Estas listas no están completas, por eso pedimos paciencia", solicitaron.
Cuando se evalúe la catástrofe con la serenidad que la adrenalina todavía no permite, seguramente aparecerán comportamientos heroicos, solidarios o mezquinos de individuos e instituciones, y uno de los patrones de medida, entonces, será el de la eficacia y la utilidad en una situación de emergencia.
Y se analizará el papel de los medios y en particular el importante rol cumplido por las radios locales. La radio es un instrumento de comunicación único por su inmediatez. La televisión nos brinda las imágenes y los medios gráficos la posibilidad de la reflexión; pero la velocidad, ductilidad y alcance de la radio hacen de este medio -un medio de bolsillo, inclusive- una herramienta altamente funcional para un trabajo en red.
En la radio, los santafesinos encontraron un espacio de comunicación donde expresar sus necesidades de asistencia material, y también una ayuda en un territorio -de características inesperadas- que se relaciona con los afectos: la búsqueda de personas y la conexión entre quienes habían sido separados por el desastre. Inclusive el descomunal caudal de mensajes telefónicos individuales iba proporcionando al oyente neutral la dimensión de lo que estaba ocurriendo en su comunidad. Y en una situación donde el voluntariado fue protagonista, el papel de las radios fue útil en la cohesión de los esfuerzos que brotaban en forma dispersa. Nos señalaban adónde había que llevar un colchón.
Desde el punto de vista estrictamente informativo, los móviles en exteriores suministraron las noticias del frente, alertando a la gente acerca de la llegada del agua en una coyuntura donde reinaba lo imprevisto, en un grado que asumía perfiles casi fortuitos. Habrá que analizar más adelante, claro, si imprevisto es sinónimo de imprevisible.
Si la experiencia va dejando enseñanzas para este tipo de emergencias, es posible apresurar conclusiones. Por ejemplo, el exceso de opinión no aporta demasiado con el agua a la cintura. Se trata, en todo caso, de tener un sentido de la medida, de la eficacia, de la oportunidad y de lo necesario, en especial en lo relacionado con las críticas: siempre hay tiempo para el ajuste de cuentas.
La digresión, la sabiduría de bolsillo y la conjetura son propias de la tentadora espontaneidad del medio radial, pero también pueden constituirse en una fuente de inexactitudes que en tiempos normales resultan casi inofensivas. En esta situación, no. Cuando reina la zozobra, la sobriedad y el sentido común de aquello que resulta práctico se imponen como virtudes cardinales.
Tampoco es útil sobreactuar la tragedia, cuando la tragedia misma se impone con su realidad por sobre las palabras y los desbordes emocionales. La novela se escribe después. Y si estamos utilizando un tiempo pasado, es una convención gramatical: todavía estamos viviendo el tiempo presente.
Roberto Maurer