River logró con un 4 a 0 sobre San Lorenzo más contundente en cifras que en juego, calmar ayer las turbulentas aguas que bajaban desde sus tribunas a partir de la eliminación en la Copa Libertadores y el posterior empate con Boca Juniors.
El triunfo, en un estadio Monumental con buena asistencia de público, era imprescindible para la vida interna riverplatense y si podía ser con una buena exhibición futbolística, mucho mejor.
Pero aunque ésta nunca llegó, los que sí estuvieron presentes fueron los goles, y a su influjo el hincha millonario se permitió festejar nuevamente y gritar el desahogo después de un par de semanas para el olvido.
Porque si bien River redondeó una goleada justificada después de un primer tiempo en que había superado levemente a San Lorenzo y terminó ganando injustamente 1-0, el fútbol que venía mostrando hasta la caída ante el América de Cali no pasó hoy por Núñez.
Pero en la segunda mitad y con el ingreso de Daniel Ludueña, un pibe que entra siempre para darle oxígeno futbolístico al equipo y cumple con su cometido, el volumen de juego riverplatense fue demasiado para un desconcertado San Lorenzo.
Y así River, que en el primer tramo de ese segundo tiempo había contenido con solvencia los tibios intentos sanlorencistas, con Horacio Ameli como principal columna, después manejó el desarrollo a través de su superioridad técnica.
Y definió el partido antes de los 20 minutos, luego de un tiro libre de D'alessandro con comba hacia dentro que Matías Lequi cabeceó al gol.
De allí en más, todo fue del local, que manejó la pelota y creó muchas opciones, varias de ellas desperdiciadas por Esteban Fuertes, apareciendo Gonzalo Rodríguez como único sostén para contener el aluvión local.
Por eso fue casi una decantación que a los 35 minutos llegara el tercer tanto luego de un centro rasante que lanzó Cavenaghi, la figura de la cancha, y concretó D'alessandro.
Y cuatro minutos después un "lujito" de Guillermo Pereyra (reemplazó en el primer tiempo el lesonado Claudio Husain), con un remate de emboquillada, cerró un marcador quizás exagerado a la hora de hacer un balance global del encuentro.
Para los hinchas de River fue como un pequeño renacimiento y festejaron como se debía esta victoria que ante los azulgranas se les venía negando en el Monumental desde el 23 de noviembre de 1997, cuando su equipo ganó 1 a 0 con gol de Santiago Solari.
Por el contrario, los de San Lorenzo mostraron su disconformismo rompiendo algunas butacas y lanzándolas al campo de juego, mientras denostaban al técnico Rubén Insua, a quien las horas cada vez le cuentan menos minutos en el camino hacia su despedida.
River 4 San Lorenzo 0