De lupanares y cafishios en Pichincha: aquel barrio prostibulario
Vuelve a editarse un trabajo de investigación de Rafael Ielpi y Héctor Zinni, sobre la cerrada trama de la prostitución en Rosario, que atrajo en las primeras décadas del siglo XX a obreros, marineros, malandras y escritores.

La reedición de "Prostitución y rufianismo", una pormenorizada investigación realizada en 1974 por Rafael Ielpi y Héctor Zinni (fallecido hace un año), traza el registro de "la mala vida", en el marco de una zona de Santa Fe, escenario entre 1920 y 1938 del mayor esplendor prostibulario del país y punto clave de famosas sociedades de trata de blancas.

El registro abarca una zona de la provincia de Santa Fe, apuntalada por el incipiente ferrocarril, el puerto, la oleada inmigratoria y el río Paraná, que convirtieron a Rosario en "un embudo argentino hacia donde fluyen sin pausa las riquezas del suelo".

Entre lupanares y cafishios se extendió un barrio de 15 cuadras, Pichincha, al que, bajo la mirada experta de madamas europeas, llegaron en tranvía obreros, malandras y escritores. En los salones de varietés de ese caserío de techos de chapa se presentaron artistas como Carlos Gardel, Atahualpa Yupanqui y Eduardo Arolas.

El libro, reeditado por Homo Sapiens, posee una génesis que el poeta y narrador Ielpi -actual director del Centro Cultural Bernardino Rivadavia, de Rosario- ubica en los 70, cuando ambos autores coincidieron en la redacción de un mensuario Boom, dirigido por Ovidio Lagos Rueda.

Aclara Ielpi: "La idea de investigar el tema fue por pedido de Ovidio, que nos dio un mes de plazo. Tardamos más que eso y nos dimos cuenta de que daba para un libro. Hubo dos aspectos que nos ayudaron: Héctor había vivido en el barrio de Pichincha y su padre, don Nicolás Zinni, había sido cantor y recitador en los boliches, piringundines y locales del barrio prostibulario. Conocía infinitas historias vinculadas con el tema, que transmitió a su hijo".

Además, un tío de Héctor, Ramón Zinni, que había sido renombrado bailarín de tango entre 1920 y 1940, les contó buena parte de la picaresca de Pichincha. "Yo, por mi parte, conocía a un viejo memorioso que me había contado muchas historias vinculadas con la prostitución y su barrio, don Julián Chandro. Y eso facilitó ir enhebrando la trama".

Casas de visita

En sus orígenes -inicios del siglo XX-, el barrio de Pichincha estuvo conformado por conventillos como "Las catorce puñaladas", "Siete culos" y "Negra Veneta".

Pese a un intento municipal de erradicar esos "focos de infección", el barrio comenzó su transformación, y en los años 20 fue el elegido por marineros, payadores y rufianes, deslumbrados ante la llegada de "mujeres del oficio" polacas y francesas.

En poco tiempo, las calles de Pichincha se vieron plagadas de casas de visitas como "Royal", "Torino", "El Gato Negro", "Mouline Rouge", "Armenonville" y el famoso y más caro lupanar "Madame Safo" -sus habitaciones contaban con espejos y ventiladores-, erigidas junto a bulliciosos bares, parrilladas y casinos.

Cuando acabaron su trabajo de investigación, Ielpi y Zinni debieron definir el título, dando así un sentido preciso al rescate histórico. "No fue fácil. Habíamos pensado en utilizar la palabra Pichincha, que simboliza al barrio prostibulario por definición, pero convinimos en que se trataba del rufianismo que, bajo distintos disfraces, había sostenido durante más de 30 años en la ciudad, un real imperio económico basado en la explotación de la mujer, en situación de verdadera esclavitud", comenta Ielpi.

"En ese paraguas de rufianismo se cobijaban no sólo los rufianes, panzones o caftens y los tratantes de blancas, sino también la policía venal que los amparaba, los funcionarios municipales que hacían la vista gorda y parlamentarios que reglamentaban normas que no pusieran en peligro el negocio; la Justicia cuya lenidad era cómplice; los políticos y caudillos que reclutaban sus matones y sus votos en el ambiente del quilombo", describe.

Los testimonios permitieron ir construyendo una urdimbre narrativa de la cotidianidad ciudadana, en un tema esquivado por el periodismo y por la ciudad misma, "a cuyos habitantes les resultaba irritante que alguien estudiara el modo de explotación de las prostitutas por organizaciones de tratantes de blancas como la Sociedad Varsovia, la Zwi Migdal luego, o la Asquenasum".

"No era fácil hace 30 años encontrar datos sobre prostitución clandestina y rufianes propietarios de casas de tolerancia; era un tema tabú", asevera Ielpi, quien espera la salida de un nuevo trabajo titulado "Rosario, del 900 a la Década Infame".

"Pasamos años revisando legajos, ordenanzas, memorias municipales, prontuarios policiales, expedientes, diarios y revistas entre las décadas finales del siglo XIX y 1935, cuando fue eliminada la prostitución reglamentada en el país. Al mismo tiempo, entrevistamos a decenas de hombres que entonces andaban entre los 75 y 90 años que nos acercaron visiones de primera mano de aquellos lugares y esa época singular", concluye.

Jorge Boccanera