Sangriento ajuste de cuentas entre reclusos

Masacre en Coronda

Macabro desfile. Personal del Servicio Penitenciario retira del interior del penal los ataúdes con los cuerpos de los reclusos asesinados. El trágico episodio causó estupor hasta en los más experimentados guardiacárceles. Foto: Danilo Chiapello. 

Trece presos -todos oriundos de Rosario- fueron asesinados entre la tarde de ayer y esta madrugada, durante una cacería protagonizada por un grupo de reclusos -estos santafesinos-, que habría cometido el ataque para vengar el crimen de su líder. Además, hubo cinco heridos, algunos de ellos de gravedad. No hay antecedentes de un episodio similar en la historia carcelaria provincial.

Para Oscar Daniel Mansilla, director de la cárcel de Coronda, la toma de rehenes que puso en riesgo la vida de dos agentes penitenciarios, duró tanto como la situación de descontrol que derivó en la muerte de 13 internos, todos ellos oriundos de Rosario y otros puntos del sur provincial.

El dato no es menor desde que permitiría entender por qué los guardiacárceles a lo largo de diez horas no intervinieron enérgicamente para poner fin a una orgía de sangre con un saldo aterrador, una tragedia como no se recuerda otra en la historia de la cárcel de Coronda.

La versión oficial de los hechos dice en líneas generales que los incidentes se iniciaron en el Pabellón 7 durante el recreo, a las 17.50. Entonces fue que un grupo no determinado de internos tomó como rehén al personal de guardia y a partir de allí -dada la superioridad numérica-, los revoltosos pasaron a controlar la situación en el ala norte del penal.

Entonces los más exaltados pasaron a otros pabellones y así comenzaron a producirse entre los propios internos los graves enfrentamientos que culminarían -entrada la madrugada-, con la muerte de trece de ellos y con otros seis heridos. De estos últimos, tres fueron derivados al hospital José María Cullen.

El informe ofrecido por el alcaide mayor Mansilla consigna además que "las víctimas fatales recibieron heridas con elementos punzantes y otros quemaduras graves".

Las víctimas

A media mañana y ante el insistente reclamo de los familiares de los internos un vocero oficial hizo público ante las puertas de la penitenciaria la nómina de víctimas fatales y también de los internos que fueron traídos a nuestra ciudad para ser asistidos en el hospital Cullen.

Los muertos fueron identificados como Amelio Abel Mercado, Diego Hernán Aguirre, Cristian Adrián Heredia, Juan Manuel Ortigoza, Carlos Ariel Barreto, Walter Enrique Gómez, Ramón Andrés Valenzuela, José Itatí García, Sergio Pablo Frías, Fabián Ezequiel Benítez, Juan Ramón Díaz, Ramón Alberto Duarte y Sergio Damián Duarte.

Los hospitalizados en nuestra ciudad, son: Julio César Portella, Jorge Raúl Yanuzzi y Luciano Javier Urquiza. En el hospital del penal se encuentran internados: Pablo Andrés Arroyo y Mauricio Gabriel Ahumada. Los rehenes penitenciarios, en cambio, debieron ser contenidos emocionalmente y recibieron asistencia sicológica.

El detonante

Entre otros motivos que podrían explicar esta feroz cacería se menciona la muerte, a manos de un rosarino, del santafesino Eduardo Verón.

Verón, quien dejó de existir en el hospital Cullen la noche del último domingo, estaba sindicado como uno de los líderes que dentro penal tenía una notable ascendencia sobre la totalidad de los internos santafesinos.

El crimen revivió viejas rivalidades y pudo haber desatado la furia homicida que 24 horas después echó a los unos sobre los otros.

De los trece muertos uno fue degollado y diez sufrieron heridas punzo cortantes provocadas con empleo de facas y púas carcelarias. Los restantes, dos hermanos apellidados Duarte, tuvieron un final más cruel. Los cuerpos de ambos aparecieron carbonizados.

¿Qué ocurrió luego del motín anterior?

El 15 de marzo de 2003, se produjo un motín en el que los internos de Coronda prácticamente se apoderaron y destrozaron gran parte del penal. Aquel día, los amotinados lograron controlar la cárcel durante 18 horas, hirieron a un guardiacárcel y literalmente arrasaron con buena parte de las instalaciones, provocando destrozos por cifras varias veces millonarias.

Entre otros, se produjeron destrozos en sectores como la escuela interna, la biblioteca, la capilla, la radio FM, la cocina y el consultorio médico. En aquel momento, las autoridades admitieron que "sólo por milagro" no hubo que lamentar víctimas fatales.

Por aquel hecho el juez de Instrucción Julio César Costa procesó a 23 presos por el delito de daño calificado, pero la Sala IV de la Cámara de Apelaciones decidió sobreseerlos. De todos modos, los camaristas sí ratificaron el procesamiento por lesiones graves y tentativa de evasión que el mismo magistrado había dictado contra los cuatro internos que participaron del ataque al guardiacárcel.

En estos momentos, el caso se encuentra en manos de la Fiscalía y se espera que pronto sea elevado a juicio.

Aquel día de marzo de 2003 pasó a la historia, además, por otro motín: el que protagonizaron los internos de la Alcaidía de Policía de Santa Fe. En dicho levantamiento, los presos tomaron de rehén al custodio Fidel Angel Ovejero, a quienes mantuvieron varias horas amenazado con un cuchillo Tramontina en su garganta.

Por ese hecho, el juez Costa procesó a los internos Carlos Mores y Sergio Marcelo De los Santos por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada en concurso ideal con amenazas con arma, y el caso se encuentra en el Juzgado de Sentencia N° III.

La violencia interna y las responsabilidades

Corresponsalía Rosario

Rosario (C).- "La violencia en la cárcel es un fenómeno inherente a la cárcel. Pero entre los objetivos específicos del Servicio Penitenciario (SP) está la detección, prevención y neutralización de esta clase de problemas. Si una situación de esta índole deriva en muertes es porque hubo una falencia del Estado en sus deberes de seguridad y custodia que hace surgir responsabilidades" sostuvo el abogado Juan Lewis, especialista en temas carcelarios y director del Programa de pasantías de ejecución penal del Colegio de Abogados de Rosario.

El profesional hizo esa aclaración "porque es incorrecto suponer que como se trata de presos que se matan entre sí aquí el SP se pueda lavar las manos. En medios oficiales siempre se dice que la violencia entre reclusos es problema de ellos. Eso es falso", le dijo a El Litoral.

En tanto la abogada rosarina Carmen Maidagan, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC), remarcó esta mañana que una de las hipótesis más fuertes es que la tragedia haya sido la venganza por la muerte de un interno santafesino. "Lo que sí podemos decir es que había una violencia interna creciente. A fin de marzo los delegados de pabellones decían que había un clima hostil y que ellos lo veían fomentado por parte del Servicio Penitenciario", destacó. Maidagan sostuvo que los internos "terminan a menudo siendo carne de cañón de la interna" del mismo SP.

Lewis destacó que se pueden diseñar estrategias para evitar cosas como lo ocurrido. "En rigor también su función es esa. Por ejemplo separar a rosarinos de santafesinos si saben que hay problemas. O evitar movilizaciones de grupos de un lado a otro aún en caso de motín". A tal punto se conocen esas variantes, dice Lewis, "que de acuerdo a informaciones que yo tengo a través de los pasantes muchas veces se amenaza a presos con problemas de conductas con llevarlos a pabellones donde saben que tendrán problemas. Una suerte de sanción encubierta que es, claramente, mandarlo a morir. Muchas veces no se efectivizan pero han pasado", afirmó.

Dejar hacer

Liliana Echegoy, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario, nos dijo que algo más que una rivalidad entre santafesinos y rosarinos explica la feroz masacre.

-¿A tanto pudo llegar la rivalidad entre unos y otros?

-Yo creo que no es solamente eso, porque hay rosarinos que conviven perfectamente bien con los santafesinos y viceversa. Conviven y no tienen ningún problema. Pero que esto podía pasar, lo venían planteando algunos delegados; yo creo que no se los escuchó.

-¿Por qué?

-Por la misma mecánica del servicio. Nosotros creemos que hay alguna interna dentro mismo del servicio penitenciario. Porque existen los que no están de acuerdo, quizás, con la política de diálogo que están llevando ahora las autoridades del servicio.

-¿Usted cree que se dejó hacer?

-Yo creo que también hubo un dejar hacer. Eso es lo que ahora evaluamos, cuando nos ponemos a pensar que no se pudo haber generado una tragedia semejante únicamente por una rivalidad entre rosarinos y santafesinos.

-¿Puede esto abrir otros cauces de violencia entre unos y otros?

-Va a ser difícil de acá en más, pero también creo que no va a ser imposible tratar de resolverlo.