Teresa Alfieri dedica un meduloso estudio sobre Ezequiel Martínez Estrada ("Una de las figuras intelectuales más interesantes de toda la historia cultural argentina"), para, a la manera con que el maestro lo había hecho en "Radiografía de la pampa", develar la tragedia utópica de la Argentina y lo negado de la historia que lleva, a través de la represión, a la repetición.
Ezequiel Martínez Estrada fue un buen poeta y narrador, pero es indudablemente en el ensayo y en la crítica donde se expresan sus mejores dotes. "Guste o disguste, Martínez Estrada fue un paladín del antiperonismo. Esto es coherente con su pensamiento socialista, anarquista y aristocratizante. Desdeñó por igual al rosismo, al yrigoyenismo y al peronismo, añoraba sin duda un gobierno de los mejores, alejado de confusos movimientos de masas y, en toda su obra, se ve su terror a la demagogia, que lo llevaba a una desconfianza sistemática por la democracia".
En efecto, según nos cuenta Alfieri, Martínez Estrada hasta padeció una enfermedad psicosomática a la que el mismo diagnosticó como "peronitis", una especie de dermatosis melánica nerviosa con eritrodermia, y que se curó cuando el general Perón fue depuesto en el '55.
Debido a esa postura política, los lectores peronistas "ejercieron una especie de venganza execrándolo en muchos casos o desconociendo y silenciando su valiosa producción, como ocurre con Jauretche".
Alfieri elige "Radiografía de la pampa" como eje de su"La Argentina de Ezequiel Martínez Estrada" (publicado por Leviatán) por considerarla el ensayo argentino por antonomasia del siglo XX, así como la obra de Sarmiento lo es del siglo XIX. "A la pregunta medular que formula, sobre el ser nacional, sobre qué es ser argentino, sobre la superficie de la pampa como un símbolo espacial predominante de lo argentino en cuestión, este magno ensayo contesta en primer lugar cristalizando en sus propias partes la síntesis de las características y males regionales".