-¿Cómo comenzó la historia de la cabaña?
-Mi abuelo Miretti comenzó con la cabaña, y mi madre es Barberis, por lo que tenemos sangre de tambo.
El nombre "La Luisa" viene por la madre de los Barberis, cuando allá por el año 1952 nuestro abuelo comenzó con esta historia. En aquella época el gran sueño era ganar el Gran Campeón Macho en Palermo, y nosotros, muy de chiquitos fuimos aprendiendo a seguir ese sueño.
Más allá de eso, hoy es totalmente distinto. Las vacas también se han transformado en algo muy importante, y el semen importado y los embriones en algo fundamental.
Nuestro objetivo es tener un pool de vacas no muy grande, con muy alto valor genético, ya sea en tipo como en producción, y trabajar por medio de la transferencia embrionaria y la fecundación in vitro, para apostar toda la tecnología a ese grupo de vacas. Nuestra base genética es traída de afuera, por medio de embriones, y en el año 2000 importamos una vaca en pie desde Canadá. También tuvimos que adaptar esa genética a los sistemas de producción de Argentina.
Acá las vacas son alimentadas a pasto, más 8 kg. de balanceado por animal y nada más. No tienen otra dieta que ésa, siendo el nuestro un sistema básicamente pastoril.
Tenemos una cabaña con muy buenas producciones por animal, para que después todos los reproductores y las hijas tengan una base sólida en producción.
El tambo comercial tiene mucha cantidad de vacas y allí se pierde el manejo individual del rodeo. Las vacas tienden a competir más entre ellas y demás. En el tambo la ración es maíz, más un núcleo proteico, a diferencia de la cabaña, en la que reciben un balanceado formulado especial.
En la cabaña caminan menos, la competencia es menor y reciben más cuidados que las otras.
Estamos proyectando llevar el tambo comercial a 350 vacas, si los partos acompañan tal como tenemos previsto, pero se hace difícil mantener en el comercial los promedios de la cabaña.